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El Telégrafo

Los grandes clubes de Europa optan por más defensas duros

Virgil van Dijk (iz.) celebra el tanto que le marcó al Everton en la FA Cup. Con ese gol el Liverpool venció al elenco azul en condición de local.
Virgil van Dijk (iz.) celebra el tanto que le marcó al Everton en la FA Cup. Con ese gol el Liverpool venció al elenco azul en condición de local.
Foto: internet
06 de febrero de 2018 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

Ni grandes estilistas ni goleadores arrolladores. Una fiebre desconocida se extendió durante la ventana invernal de fichajes por el fútbol europeo: la contratación obsesiva de defensas centrales.

Comandado por el gasto brutal realizado por las escuadras de la Premier League, casi la totalidad de los equipos punteros de Europa han reforzado sus plantillas con esa clase de jugadores fieros y patibularios que cuando golpean el balón recuerdan más a los bárbaros integrantes de una película de Sam Peckinpah que a un fino tratante de cuero.

Curiosamente, de los pocos equipos que se han salvado de esta epidemia han sido los dos últimos finalistas de la Champions League, Real Madrid y Juventus, que han decidido no mover ficha en un mercado frenético.

El techo del gasto saltó por los aires muy pronto, a principios de enero, con los cerca de $ 106 millones, más de $ 132 millones, que Liverpool pagó al Southampton por Virgil van Dijk, una fuerza de la naturaleza que promete convertir a los Reds en una tropa inexpugnable.

O los $ 81 millones del traspaso de Aymeric Laporte desde el Athletic Club de Bilbao al Manchester City de Pep Guardiola. Sin llegar a esas cifras mareantes, ha habido más, muchas más. Ahí está el colombiano Yerry Mina, cuyo poderío físico y su gran capacidad de intimidación terminó de convencer a los rectores del Barcelona para contratarlo por algo más de $ 18 millones y sustituir a Mascherano.

Tampoco se quedan atrás los fichajes de los defensas Íñigo Martínez por el Athletic Club y Marc Bartra por el Betis, ambos internacionales con España y con ambiciones serias de acudir al mundial de Rusia con la Roja.

Es cierto que el traspaso de Philippe Coutinho de Liverpool a Barcelona encabeza todos los récords del mercadeo invernal, pero que no empaña el creciente protagonismo que los defensas comienzan a tener en la nueva estrategia del fútbol.

Sorprende, desde luego, que un club como el Barça, cuyo estilo siempre se ha caracterizado por una salida del balón limpia desde la retaguardia y el establecimiento de una línea defensiva en el centro del campo, se haya sumado a la última moda de la evolución futbolística.

“¿Nos dirigimos hacia un estilo más rácano y menos preciosista para el aficionado?”, se preguntaba la semana pasada Santiago Segurola, quizá el periodista deportivo más influyente y atinado de España.

La respuesta saldrá por si sola de los espectáculos que, a partir de ahora, los grandes equipos exhiban en competiciones referenciales como la fase final de la Champions y la Copa del Mundo.

Lo cierto es que, a tenor de los últimos movimientos del mercado, el defensa marcador que hasta ahora tenía escasa cotización, empieza a concebirse como el primer eslabón en la creación del juego de los grandes equipos europeos. Dicen los expertos que ahora se les exige más funciones y más completas, que han ganado peso en la estructura de los equipos con aspiraciones. La consecuencia es inevitable: Suben sus precios.

En las nuevas concepciones, los futbolistas corpulentos dotados para la destrucción siguen cubriendo la última línea con opciones para el adversario, pero son también la primera donde comenzar las propias.

El ejemplo está en el hiperactivo Manchester City. Durante los últimos meses, Guardiola incorporó a los dos laterales más caros de la historia: Benjamin Mendy y Kyle Walker, y a dos de los centrales más costosos del mundo: Laporte y John Stones.

El DT del Liverpool, Jurgen Klopp, rogaba hace escasas semanas a sus apasionados seguidores, un tanto irritados por la pérdida de un malabarista del balón como Coutinho y la llegada de un picapedrero como Van Dijk, que no tuvieran en cuenta el precio del defensa holandés. “Son cosas del mercado”, añadió. En el fútbol ya no solo cotiza el gol. Sin embargo, aún deberán tener un poco de paciencia con él.

El excentral del Southampton marcó el gol del triunfo ante el Everton el día de su debut, pero sus siguientes actuaciones con los Reds han sido para olvidar: derrotas contra los dos últimos clasificados en la Premier, el Swansea y el West Bromwich que les eliminó de la Copa al ganar en Anfield.

Aún se escuchan los lamentos por la pérdida de Coutinho, el “menino mágico”, que a sus 25 años ha cambiado su apacible vida en Liverpool donde era la estrella por un Barcelona lanzado bajo la batuta orquestal del Leo Messi más inspirado de los últimos tiempos.

Su regreso a España, ya jugó 16 partidos con la camiseta del Espanyol en 2011, ha sido vendido como la vendetta contra Neymar, su antídoto contra la depresión culé por su fuga al PSG francés.

Un Neymar, dicho sea de paso, a quien las malas lenguas siguen colocando en el Real Madrid, un gigante que está a punto de dar por perdido un año tras sus fiascos en la Liga y la Copa. Solo le queda la Champions y ahí se enfrentará a su pretendido por quien está dispuesto a desembolsar una cifra que reventará el mercado del próximo verano. Pero eso será otra historia aún por escribir. (I)

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