Andrés Iniesta se va. El FC Barcelona ha encontrado en su capitán el motivo que buscaba para saltar hoy al Wanda Metropolitano de Madrid dispuesto a devorarse al Sevilla CF. Será la última final de Copa que dispute con los colores de su equipo.

Cuando concluya la temporada, el “cerebro” anunciará su despedida. Iniesta militará las tres próximas temporadas en el Chongquing Dangdai Lifan, club propiedad del presidente del Granada, Jiang Lizhang. 

Pero salvo un cambio de planes que nadie espera, no continuará en el Barça. La decisión del internacional español se convierte así en el estímulo que los catalanes necesitaban para salir del estado de perplejidad en el que se encuentran desde la escandalosa goleada que recibió en Roma. Aquello fue un golpazo de magnitud superlativa.

Porque, a pesar de encontrarse a un centímetro de ganar la Liga y de encadenar su cuarto título consecutivo en la Copa del Rey, los culés llegan a la final de hoy agobiados por las dudas. No hay torneo en el mundo con más prestigio que la Champions League y el FC Barcelona fue eliminado en cuartos de final en las tres últimas ediciones.

“Parece mentira que aquella copita se haya convertido en esto”, solía decir Alfredo di Stéfano, el jugador que transformó al Real Madrid en una potencia universal.

El posible doblete les sabe a poco a los blaugrana después de la caída en Roma. Y ahí es donde surge la legendaria figura de Iniesta para renovar los ánimos. Desde que debutó en 2002 de la mano del estratega holandés Louis van Gaal, ha disputado 17 de las 19 finales de su equipo. Un mito que hoy exprimirá el nivel de compromiso de sus compañeros. 

Precisamente, la última final que disputó fue en 2016 ante su rival de hoy, el Sevilla. Y bordó el fútbol, liderando una escuadra que sobrevivió con un hombre menos. El conjunto de Valverde llega a la cita con toda la plantilla disponible.

La única duda era el mediocentro Iván Rakitic, que sufrió una fractura en un dedo de su mano izquierda durante la debacle europea frente a la Roma.

Por su parte, el estado del Sevilla CF se presenta aún peor. Lleva seis jornadas mostrando síntomas de una debilidad manifiesta en las que no ha ganado. El martes pasado logró un deprimente empate a cero en su visita al Deportivo de La Coruña, firme candidato al descenso.

Una de sus figuras, el argentino Éver Banega, reconoció que su equipo no está en buen estado de forma, pero afirmó que “están mentalmente preparados” y que “a un partido puede pasar cualquier cosa”. 

Las rotaciones aplicadas en las alineaciones por el DT sevillano, el italiano Vincenzo Montella, han causado un calamitoso naufragio. Por primera vez en muchos años, los andaluces están por debajo de su eterno rival, el Betis, en la clasificación de la Liga y tiene seriamente comprometida su clasificación para la Europa League del próximo año. 

Cansado y abatido, el Sevilla emite vibraciones negativas para la gran final de la Copa. Para conjugarse y “hacer equipo”, los andaluces llevan desde el miércoles encerrados en la localidad malagueña de Marbella, lejos del bullicio festivo que se vive en la capital andaluza, sumergida estos días en la tradicional Feria de Abril.

  Montella también alinearÁ su once de gala. La única duda es saber quién jugará en la banda izquierda. El argentino Joaquín Correa se disputa el puesto con Sandro Ramírez. (I)