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El Telégrafo
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Los ciudadanos decidieron permanecer en un cerro, alejados de sus casas y de otras estructuras

Un cerro es el refugio para los jameños

La madrugada de ayer llovió en varias zonas de Manabí, entre ellas Jama. Los ciudadanos huyeron de la ciudad y se refugiaron en carpas construidas por ellos. Allí se sienten más seguros.
La madrugada de ayer llovió en varias zonas de Manabí, entre ellas Jama. Los ciudadanos huyeron de la ciudad y se refugiaron en carpas construidas por ellos. Allí se sienten más seguros.
Foto: Rodolfo Párraga/El Telégrafo
23 de abril de 2016 - 00:00 - Mario Rodríguez Medina

En medio del lodo y cargando al hombro las pocas cosas que le quedan, Luis Jama baja junto a su familia hasta los restos de lo que fue su casa, ubicada en el centro de Jama. Hasta la noche del jueves se sentía seguro en el cerro, en donde junto a más de 500 personas montaron un refugio. Con la lluvia de la madrugada de ayer el panorama cambió para este esmeraldeño, que vive hace más de 40 años en esta localidad manabita.

Con el amanecer, varias familias optaron, al igual que Luis, por volver a la zona baja, a pesar de que en el área poblada son escasas las casas aptas para ser habitadas. La lluvia complicó la situación del refugio en el cerro. Los plásticos que fueron improvisados techos están con huecos. El agua mojó colchones, comida y la ropa.

Para estos jameños, los temblores son cotidianidad. Entre 4 y 10 réplicas se sienten a diario, pero la más fuerte fue la de la noche del jueves, a las 22:30. El epicentro fue a pocos kilómetros de la costa de Jama, con una magnitud de 6.2. Hubo gritos y más de uno se alteró, pero en general, la población ya sabe qué hacer en caso de un fuerte movimiento sísmico.

Desde aquel momento, todos estuvieron en guardia, aunque pocos pudieron dormir.

Hasta el amanecer fueron más de 25 réplicas las registradas en la zona, según datos del Instituto Geofísico del Ecuador, de las cuales los ciudadanos sintieron 4. Una de las más críticas fue la de las 03:00, poco antes de que empiece a llover. Para Luis se venía otro terremoto, pero la tierra dejó de moverse rápido y todo volvió a la normalidad.

Tras los sustos por las réplicas, inició el aguacero. Para Daniel Villaprado fue la peor noche desde el sábado del terremoto. “En esta carpa nos quedamos 5 familias. Todos estamos unidos”, enfatizó.

Las personas ubicadas en la zona alta de Jama tienen entre sus alimentos principales el atún, arroz, sardina, queso, plátano, entre otros.

Mientras botaba agua del plástico que los cubría, Daniel se comía un tigrillo (verde majado con queso). En su albergue hay una cocina, televisor, entre otros artículos. Un familiar les prestó un generador eléctrico y con eso encienden cualquier aparato.

En su casa de la parte baja de Jama lo perdió todo. “Teníamos un restaurante y una ferretería. Ya no hay nada. Lo poco que quedó del terremoto fue saqueado”, acotó.

La esposa de Daniel, Margarita Macías, hace guardia para cuidar de todos también. Otra de las personas que protege al grupo es su hermano, José Macías, quien está en Jama desde el domingo. “Al saber del terremoto y la situación de mi hermana, dejé cerrado mi asadero de pollos en Guayaquil y me vine, sin pensarlo, con ayuda”, aseveró.

Sobre la situación de su familia, José dice: “Aquí se vive con el dolor de mi gente. Cada réplica nos pone nerviosos, peor si es una como la de anoche (jueves a las 22:30)”.

Durante estos eventos, lo primero que hace Carlos Zambrano es abrazar a sus hijos. En la carpa que está hay 5 adultos y 5 niños. Son 3 familias en total las que subsisten gracias a las donaciones entregadas por personas solidarias. Al igual que Daniel y su familia, Carlos seguirá en la zona alta.

Son más los que se quedan en el cerro que quienes bajan a Jama. Otro de los ciudadanos que seguirán en el sector es Wilson Quiroz. Él junto a su esposa, 5 hijos y un nieto están en una carpa en el centro del refugio.

“Es más seguro aquí, el terreno es duro. Además, no podemos movernos a cada rato, tenemos un niñito de 11 días de nacido que es un milagro que esté con nosotros después de tanto que se ha movido la tierra”.

Wilson bajará la próxima semana hasta su casa, ubicada en el sector de Tamarindos. “Tengo que ver cómo voy a rehacer mi vida junto a mi familia. Lo malo es que no puedo trabajar mucho, porque enseguida me dan calambres, por las varias operaciones que tengo”.

Con la continua dotación de alimentos y agua, la gente de Jama que está en el cerro se siente tranquila; pero la tierra sigue temblando y las más de 400 personas (se estima que bajaron 100) no tienen definido hasta cuándo estarán en la zona alta. (I)

DATOS

En un campamento de la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), levantado en Jama, también hay damnificados.
Lonas o techos para protegerse del intenso sol que aparece con regularidad en el cantón, están entre las necesidades de jameños. Por ahora solo tienen plásticos o cartones en las covachas.

El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) también adecuó refugios, tanto en Pedernales como en Jama. Los técnicos de esa cartera se encargan de verificar esas estructuras.

Nueve clínicas móviles están en la provincia de Manabí dando asistencia a los heridos por el desastre del sábado. 86 bomberos de Quito y 150 brigadistas voluntarios trabajan en este cantón. (I)

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Víveres, agua y ropa llegan a los habitantes de las zonas rurales

Diez albergues son sitios de descanso y calma para los damnificados

Foto: Rodolfo Párraga/El Telégrafo

Son pocas las personas que están en la parte baja de Jama. Algunas llegaron ayer por la mañana para volver a sus casas tras la lluvia, ya que no se sienten seguras en el cerro.

El nuevo mercado de la localidad se ha destinado para centro de acopio. También son pocos los habitantes que están en los alrededores de uno de los tres puntos del cantón que tienen energía eléctrica con la ayuda de generadores.

En el estadio de fútbol pernoctan voluntarios y miembros del Ejército. En la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) están los policías y médicos.

Los damnificados de este cantón manabita están distribuidos en más de 10 refugios improvisados en zonas como Salima, en los alrededores del basurero, El Matal, El Venado, Huele, Potrero, Don Juan, entre otros. En su mayoría, los jameños migraron de la provincia. Hay puntos de Santo Domingo, como La Concordia, en los que los damnificados del terremoto se fueron a refugiar.

El movimiento telúrico del fin de semana pasado provocó la muerte de 21 personas en esta ciudad. Los responsables de la entrega de agua, vituallas, alimentos, medicinas y otros son los elementos de las Fuerzas Armadas.

Un helicóptero del Ejército aterrizó en días pasados con raciones de comida para abastecer a las familias.

La Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) comenzó el levantamiento de la información vial, urbana y rural. El objetivo de este trabajo es determinar cuáles son las zonas de peligro para la población.

La secretaria nacional de Gestión Política, Paola Pabón, responsable de coordinar la ayuda en Jama y Canoa, manifestó que llegará también a las 3.000 familias de las comunidades rurales.

“Nos estamos organizando con los dirigentes”, aseveró en su cuenta de Twitter. Pabón manifestó ayer que empezó el cambio del tendido eléctrico para dotar de energía a Jama y Canoa.

“Supervisamos el mercado que funciona como centro de acopio de víveres para la población”. Ella al igual que otros ministros y el vicepresidente, Jorge Glas, son los encargados de la coordinación de la ayuda a los damnificados. (I)

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