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El Telégrafo
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Los aviones casa y boeing llevan las donaciones a las áreas más afectadas

Los habitantes de Manabí y Esmeraldas reciben 12 toneladas de víveres al día

En el aeropuerto de Tachina (Esmeraldas) los voluntarios apoyan en las tareas de transporte de la ayuda.
En el aeropuerto de Tachina (Esmeraldas) los voluntarios apoyan en las tareas de transporte de la ayuda.
Foto: Carina Acosta/ El Telégrafo
22 de abril de 2016 - 00:00 - María Elena Vaca

Esmeraldas.-

Fabricio Perea (18 años), a ratos, sentía perder las fuerzas, sobre todo al cargar más de 1.000 cartones de 25 kilogramos cada uno. Pero, el recuerdo de su abuela, tíos y primos, que viven en Chamanga, una de las 2 parroquias afectadas en Esmeraldas, lo motivó a continuar.

La Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) llevó ayer 12 toneladas de víveres (agua, enlatados, granos) a esta provincia, al igual que a Manabí.

En Esmeraldas la ayuda humanitaria se canaliza a través de la Marina, que habilitó un hangar del Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (Senae) para recopilar la ayuda que llega de todo el país.

Perea cuenta que los más de 5.000 habitantes que viven en Chamanga perdieron sus casas. “A Dios gracias nadie murió”, cuenta, mientras con sus manos toma la última caja y la deposita en un camión. El apoyo llegó desde Quito.

“Bien chicos, lo hicimos. Fuerza Ecuador”, grita el teniente de Navío, Christian Ramón, representante de la Fuerza Naval. En una hora, las 12 toneladas fueron transportadas en cadena por cerca de 50 personas, entre personal de la FAE, de la Marina, Ministerio del Ambiente y voluntarios de Quito y Esmeraldas. Al saber que concluyó su misión, los voluntarios aplauden.

Rendón estima que en Chamanga hay media tonelada de víveres y otras 30 en Muisne. “Es importante y gratificante la unión para ayudar a los damnificados”.

El subteniente Esteban Torres, oficial de operaciones de la FAE, dijo que en la provincia están 30 aerotécnicos realizando tareas logísticas, como el traslado de ayuda humanitaria desde el avión hasta camiones.

En Esmeraldas la temperatura supera los 28 grados. Santiago Vásquez (36 años) llegó desde Quito para apoyar. En su mano lleva la bandera de Ecuador. Es quien motiva a los voluntarios a seguir adelante. “Vamos chicos, por nuestros hermanos, sigamos, falta poco”.

El mayor Edward Romero, piloto de la FAE, señaló que desde el domingo  se realizan entre 10 y 12 vuelos diarios hasta Manabí y Esmeraldas. En cada uno lleva 12 toneladas de víveres. Explicó que la FAE dispuso dos aviones Boeing (727 y 737)  para el transporte de ayuda humanitaria, además de 3 aviones Casa. “Nos sentimos contentos de ayudar; aquí no hay cansancio cuando sabemos que estamos apoyando.

Esther Palomino es una de las voluntarias del Ministerio del Ambiente. Coincidió en que en la zona de Chamanga viven más de 5.000 personas, de ellas el “90% habría perdido sus viviendas”. Contó que los habitantes de la zona -que se encuentra a dos horas y media de Esmeraldas- se dedican a la pesca, cultivo de cacao, plátano y palma, además del trabajo en  camaroneras.

Desde el aeropuerto de Tababela salieron 15 voluntarios, entre ellos Juan Francisco Rojas (19 años), quien vestía una camiseta de  la Selección de Ecuador. Estudia fisioterapia en la Universidad de las Américas y por ello cree que “es la hora de apoyar, de servir a mis hermanos con lo que estoy estudiando”.

Rojas conoció en el aeropuerto de Tachina (Esmeraldas) a Anthony Aráuz (16 años), quien se inscribió como voluntario. Es esmeraldeño y por ello “siento la obligación de ayudar a mi provincia”. A su lado estuvo Pabel Estupiñán (17 años), también esmeraldeño. “Estamos en una situación en la que todos debemos ayudar al pueblo; así como nos caímos, nos vamos a levantar”.

Al terminar el trabajo, los voluntarios de Quito y Esmeraldas, así como el personal del Ministerio del Ambiente,  FAE y Fuerza Naval estrecharon las manos. “Fuerza Ecuador” y “Vamos Ecuador”, gritaron.

De regreso a Quito, a 10.000 pies de altura, Michelle Saldaña, la única mujer voluntaria, miraba por la ventana. “Me inspira ayudar, solo así saldremos adelante”, dijo. (I)

DATOS

En el aeropuerto de Tababela, en Quito, continúan llegando los grupos de voluntarios. Ayer hubo más de 60 chicos, quienes transportan y embalan los víveres.

Hasta el martes pasado, Luis Galárraga, gerente de Comunicación de Quiport, estimó que desde la capital se han enviado más de 40 toneladas de vituallas, entre ellas colchones, sillas de ruedas.

Galárraga explicó que hasta las zonas de desastre han salido aviones de la FAE, Tame, así como de varias compañías aéreas privadas que se sumaron a la cruzada de entrega de ayuda humanitaria.

En el base aérea de Quito se instaló una carpa, en donde se recibe las donaciones de agua. Los voluntarios como Diego Cruz separan el agua de consumo del líquido que se envasó directo de la llave. Cruz decidió apoyar al ver las imágenes de la Costa ecuatoriana. “Estaría muy mal quedarnos de brazos cruzados en la oficina y en la casa”.

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Voluntarios solicitan plywood y madera

Tras entrega de ataúdes, universitarios se concentrarán en los albergues

Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo

Son las 11:00 y Esteban Rosales se pone una gorra para aplacar un poco los incandescentes rayos del Sol. Se seca el sudor con la manga de su camisa mientras clava con fuerza las tablas recicladas que se convertirán en un ataúd solidario, de los que se fabrican empíricamente en el patio de la Sala Magna de la Universidad Católica de Guayaquil.

Él labora de 19:00 a 07:00 como portero en Puerto Azul. Apenas durmió una hora para aportar con su “granito de arena”. “Quise venir ayer, pero la verdad es que estaba muy agotado, así que hoy me organicé mejor. Estaré unas 4 horas más   -tiene 2- y de acá, directo a la casa”.

Vive en Monte Sinaí, por lo que le advirtió a su esposa que llegaría tarde. Para enfrentar el hambre llevó lunch. Rosales no posee dinero para comprar víveres, por eso aporta con su mano de obra.  

Al igual que él, llegaron Pamela y Jorge. Ella es cajera y aprovecha su día libre. El lleva el uniforme en una maleta, ya que ingresará a laborar por la tarde.

Desde el martes, cerca de 30 jóvenes y adultos se dan cita en este lugar donde fabrican ataúdes para las víctimas del terremoto del sábado.

En las primeras horas del desastre, Jorge organizó kits alimentarios en los puntos de acopio. Entonces se dio cuenta de que había muchas manos, así que apostó por colaborar en una actividad a la que -hasta ahora- pocos se dedicaban, pero es necesaria.

El estudiante de arquitectura Pablo Rumbea indica que este proyecto nació desde el mismo instante del terremoto, cuando las cifras de muertos crecían paulatinamente. “Muchas personas ya han colaborado con ropa y víveres, quieren seguir aportando, pero ya no poseen recursos, así que han visto en esta alternativa continuar con su labor social”.

Maestros albañiles y voluntarios se concentran en este lugar. Diariamente promocionan en sus redes sociales su solicitud de ayuda. “Se necesita planchas plywood (triplex de 15 milímetros de espesor), tornillos 6 x 2, clavos y goma para madera. El primer día solo llegaron 20 planchas, ayer 250; esperamos que la ayuda siga creciendo”.  

Actualmente han fabricado 54 féretros y hay 84 cortes más que están ya prefabricados. Las medidas de cada unidad son de 2 metros de largo x 52 de alto. Es el tamaño estándar de las funerarias.

“El plywood lo cortan 5 albañiles profesionales que evitan el desperdicio del material, y los tornillos los colocan los voluntarios, a los que entrenamos en ese mismo instante. Asimismo recibimos tablas viejas, todo es válido para cubrir la emergencia”.

Pide a los donantes que no entreguen tablones de MDF, ya que este material es muy pesado para trasladar y complicado para ser manipulado por manos inexpertas.

El albañil venezolano Pablo Murillo  paseaba por el malecón cuando le atrajo la reunión de un grupo de estudiantes que se dirigían a la universidad a colaborar. “Luego de escucharlos, los seguí y me puse a la orden. Acá les doy las pautas a los chicos que no tienen mucha experiencia, pero también pego, taladro y barro, al igual que cualquier otro voluntario”.

El corte del plywood no toma más de media hora. Atornillar cada caja en grupo de tres personas, otra media hora. Pese a lo rápido que se calcula la fabricación, son los ataúdes hechos con tablas los que toman más tiempo.

“Estas tienen un proceso de limpieza, se desclavan - ya que son recicladas- y cortan. Además, son clavadas con martillo y no con taladro -como las otras-. En general necesitan más cuidado, ya que son más artesanales”.

Rumbea agrega que probablemente la fabricación de ataúdes solo dure hasta la próxima semana; sin embargo, indica que este proceso se extenderá ya que están diseñando albergues para los refugiados.

La distribución de los féretros es en coordinación con las autoridades. Las personas que deseen donar material pueden comunicarse con Pablo Rumbea al 0991924348. (I)

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