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Cuando los cuenteros se quedan sin presupuesto

Cuando los cuenteros se quedan sin presupuesto
Foto: Cortesía Amaury Martínez
25 de septiembre de 2019 - 10:40 - Redacción Cultura

Ángela Arboleda cuenta cuentos en México mientras en Guayaquil, la Dirección de Cultura y Promoción Cívica le dice que no hay presupuesto para las Jornadas de oralidad que llevan - porque no permitirá que se conjugue en pasado- el nombre de uno de los cuentos del escritor Miguel Donoso Pareja: Todo lo que inventamos es cierto.

Este año, el encuentro no se realizó pues uno de sus principales fondos, proviene de la Alcaldía de Guayaquil, que con el cambio de mando de Jaime Nebot a Cynthia Viteri, por ley, no pudo anticipar la ejecución del presupuesto de una actividad que debía hacerse en octubre.

A través del Municipio de Guayaquil, estas jornadas recibían un fondo anual de $ 8.000 desde la Dirección de Cultura de este gobierno autónomo descentralizado.

Arboleda envió una comunicación a la Alcaldía, anticipando la ejecución del encuentro enfocado en alumnos de artes y docentes para 2020. La respuesta fue que el presupuesto se había reducido y tampoco sería posible hacer el encuentro el próximo año.

Efectivamente, según el Plan Operativo Anual (POA) del Municipio hubo una reducción, a pesar de que en la categoría de “Apoyo al arte y la cultura” se incrementó de $ 1.321.136.00, en 2018 a $ 1.359.136, durante este año.

En la categoría de Fomento a la Cultura se redujo de $ 370.000, en 2018 a $ 330.000, en 2019. Luego de una columna en diario El Universo y una mini protesta en redes sociales por dejar sin presupuesto al Festival, la comunicación de dicha Dirección de Cultura anunció a este diario que "el problema de la Señora Arboleda ha sido resuelto. Está considerado en el presupuesto 2.020", indica en un mensaje Peggy Artieda, relacionista pública de la Dirección de Cultura.

¿Qué son las jornadas de Oralidad?

Las Jornadas de la Oralidad son una mutación de Un Cerrito de Cuentos, un encuentro que recorría la ciudad, colegios, parques, teatros y claro, el Cerro Santa Ana, con narradores orales de todo el mundo contando las historias de sus países, sus tradiciones, sus mitos.

La primera edición del Cerrito fue en 2004, cuando a Ángela Arboleda le pidieron ayuda para gestionar el Festival de Teatro Santiago de Guayaquil.

A la hora de la hora todo cambió de rumbo y Arboleda convocó el primer encuentro de narradores orales Un Cerrito de Cuentos. Llegaron cuenteros de Colombia, Argentina y Ecuador.

Así se fundó Corporación Imaginario. En 2005 creció un poco. Llegaron cuenteros de Colombia, Argentina y del otro lado del charco, de España.

Corporación Imaginario creció e hizo planes. Fundó la Beca de narradores orales. En esta escuela los niños llegan a través de una convocatoria abierta, aprenden a contar, a perder el miedo. Ahora tienen, como el fútbol, varias subdivisiones: sub 12, sub 18, sub 21.

En 2014 se hizo la última edición de Un Cerrito de Cuentos. Arboleda, además de pelear para hacer jornadas en museos públicos, pagaba gran parte de las cosas con su tarjeta de crédito y las aplicaciones a fondos estatales siempre llegan tarde. El fondo que recibía el Cerrito pasó a las jornadas, a través de Corporación Imaginario.

La primera Jornada de Oralidad se hizo en 2016, entre la Universidad de las Artes y El Altillo. Mutó, según Arboleda porque “más que ser más costoso el Cerrito era más complejo de hacer. Decidí trabajar para un público más concreto. Digamos que a nivel de público se especializa un poco más”, cuenta desde México.

Para Arboleda se trataba de crear un público porque además aquellos que fueron fieles al Cerrito se fueron. Con los jornadas “no sabía dónde se había ido el público, construimos uno nuevo, biblioteca y universidad, docentes y estudiantes de artes”.

¿Qué sigue?

Durante el breve impase Arboleda dijo que ni las jornadas, ni la beca de narradores que se alimentaba un poco de los fondos que recibe de la institución municipal, deben concluir porque “Ecuador se quedaría fuera de un circuito de países que intenta preservar la narración oral”.

Narrar es un acto cotidiano, lo hacían cuando gran parte de la población no sabía leer, pero además, es parte de la sociedad, de sus imaginarios.

Violeta Parra se dedicó a buscar historias de los mapuches para contarla en sus canciones. En una radio en California recogieron la mitología Hopi del norte de Arizona para contarla. De allí nació el Correcaminos. El hombre no puede dejar de contar y hacerlo de modo oral es una tradición.

Como este proyecto hay otros que reciben apoyo municipal, sin embargo, Arboleda considera que la gestión y el proceso debe transparentarse. “Se deben crear criterios para ofrecer ayudas, no sabemos cuáles son. No decir que no hay dinero, el criterio sea público y no deje por fuera a procesos de este tipo, cree una manera de aplicar”. (I) 

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