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El Telégrafo
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El grupo gasta $ 15 para movilizarse

Transportistas no recogen a Marcelo en la acera

Marcelo Lino, de 37 años de edad, toma 7 buses diariamente para transportarse hacia su trabajo.
Marcelo Lino, de 37 años de edad, toma 7 buses diariamente para transportarse hacia su trabajo.
Foto: William Orellana/El Telégrafo
09 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redaccion Sociedad

Marcelo Lino, de 37 años, nació sin una parte del brazo derecho y sin la pierna izquierda. Su madre tuvo complicaciones en el alumbramiento. Él, por su oficio de vendedor, camina por Guayaquil apoyado en una muleta.

Por ello, toma 7 transportes públicos diariamente (alimentadores y Metrovía) para trasladarse a los puntos que le asignan. Comenta que “es un reto diario”.

Él vive con el temor de caerse del transporte urbano. Los choferes -cuestiona- arrancan el colectivo sin esperar que se ubique en los asientos amarillos exclusivos para las personas con discapacidad. “Aprendí a mantener el equilibrio porque ellos no nos entienden”.

Los buses nunca le paran cerca de la vereda, de modo que debe apresurar su paso para llegar a la puerta.

Con el muñón del brazo derecho se aferra y con el pie del mismo lado se impulsa. “Debo ser rápido para no perder el bus. Jamás me han esperado y en ocasiones no paran. Me acerco a personas que están en grupo y aprovecho para subirme”.

Desde que era niño la movilización siempre significó un problema para Marcelo. Para llevarlo a la escuela su madre lo cargaba, hasta que aprendió a usar muletas. Así acudía diariamente al colegio fiscal Aguirre Abad.

En las primeras ocasiones que tomó el bus (de la línea 106), cuando tenía 17 años, se cayó 10 veces. “Hace falta una plataforma que nos dé seguridad al subir”.

Aún esperan las rampas

Betzabeth Pilaloa, quien hace 3 años usa una silla de ruedas para desplazarse por las calles de Guayaquil, exige la implementación de las rampas en los buses. Ella es presidenta de la Asociación de Hemipléjicos, Parapléjicos y Cuadripléjicos del Guayas (Asoplejica), que inició una campaña desde 2015.

Este año mantuvo conversaciones con funcionarios de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM). “Las rampas cuestan $ 12.000. Me dijeron que investigarán y que luego me avisan”.

El artículo 60 de la Ley Orgánica de Discapacidades reza: “Las personas con discapacidad tienen derecho a acceder y utilizar el transporte público (...). Se adoptarán las medidas técnicas que aseguren la adaptación de todas las unidades de transporte público y comercial que sean libres de barreras y obstáculos y medidas”.  

Pero Pilaloa asegura que la norma no se cumple. Ella, a quien le diagnosticaron poliomielitis a los 2 años, vive a diario el problema.  

Los que usan ayudas técnicas (silla de ruedas, bastón o andador) están condicionados a no subirse a un bus por todo lo que implica. Para salir de sus casas -cuantifica- gastan $ 15 en taxi, por eso algunos viven encerrados “por falta de accesibilidad”.

La implementación de rampas -que Pilaloa propone- es algo que funciona en Argentina, Colombia y España.

Lo que se podría hacer

El guayaquileño Renato Mendieta, quien radica 10 años en España, cuenta que allá funcionan transportes adaptados para las personas en silla de ruedas. Los buses -acota- tienen una rampa y adentro un cinturón de seguridad y asientos especiales.

Cuando sube con su bastón -continúa- baja una compuerta para que alce la pierna  y cuando ya está en el bus este no arranca hasta que tome asiento. “Aquí (en Barcelona) los buses se detienen en una parada para tomar y dejar. En cada asiento hay un timbre”.

Por su parte, Danny Caicedo, presidente del Frente Ciudadano de Personas con Discapacidad, recuerda otro incumplimiento: el de las tarifas para el grupo. “Los colectivos, al igual que los taxis, no nos llevan porque deben cobrarnos la mitad del pasaje. Algunos insultan si no pagas”.

La propuesta para que los buses adapten la rampa -dice- estará vigilada por el colectivo. Además, cuestiona que en los alimentadores haya torniquetes, pues aumentan las dificultades para acceder. “Es un derecho que nos pertenece y por el que vamos a luchar”. (I)

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