Martha Pazmiño tiene 46 años y  hace 20 se dedicó al cuidado infantil para llevar algo de ingresos a su hogar. Ella, apenas terminó el bachillerato, aprendió la importancia de la estimulación y el amor que requieren los menores de edad para crecer en armonía.

“Mis conocimientos siempre fueron empíricos, porque no lograba estudiar por falta de tiempo. Además no existía una carrera especializada”, dijo la educadora, quien es parte de las 272 mujeres que obtuvieron su certificación de competencias.

Martha, como el resto de sus compañeras, se sometió a la evaluación de los institutos Tecnológico Superior Central Técnico y Sucre en Quito para acreditar sus conocimientos experimentales.

“Estoy feliz de tener un certificado que avale mi experiencia en el campo infantil. Creo que podré acceder a una mejor remuneración”, comentó emocionada, mientras se fotografiaba con sus familiares.

La profesora recordó que al principio le resultó complicado el manejo tecnológico, pero poco a poco perdió el temor por la ayuda de compañeras y docentes.

Diana Quinapanta, de 47 años, también se mostró eufórica cuando escuchó su nombre y se levantó para dirigirse a la mesa principal a recibir su certificado.

“Es un momento que esperé siempre. Gracias a la ayuda de mi familia y a las herramientas que nos dio el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) pude culminar y compartir mis conocimientos con los niños que diariamente recibo en el centro infantil de la Quito Sur y a quienes quiero como mis hijos”.

Nuevas profesionales

En la ceremonia realizada en el Teatro 24 de Mayo, norte de Quito, también se incorporó la primera promoción de tecnólogas en Desarrollo Infantil Integral (TDII), carrera que la impulsó la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) en 2012, tras el anuncio del Gobierno Nacional de declarar a la educación infantil como prioridad del Estado.

Dos años más tarde, cuando se estructuró la malla curricular y se aprobó la apertura de la carrera (TDII) con formación dual (teoría y práctica en conjunto) se inscribieron 644 aspirantes en el país.

627 tecnólogas se incorporarán este año, de ellas 58 recibieron diploma y muceta de graduación. Tras 30 meses de estudio se convirtieron en las primeras mujeres que terminaron esta profesión en Quito.

“Luego de intensas jornadas académicas, de trabajo en casa y de ocupaciones, alcanzamos nuestros sueños. Aunque no sabemos qué camino nos deparará el futuro, valió la pena cursar esta carrera, porque conocí extraordinarias personas que nos ayudaron en la formación de nuevos seres humanos”, manifestó Maribel Güilcapi, estudiante graduada del Instituto Central Técnico.

Precisamente estas características alabó el rector de la institución, Fernando Andrade, quien se siente orgulloso de la primera promoción de profesionales.

Los certificados

Según la Secretaría Técnica de Capacitación Profesional (Setec), hasta el momento se certificaron a 3.608 educadoras de los Centros Infantiles del Buen Vivir y del Programa Creciendo con Nuestros Niños (CNH).

Hasta finales de este año, la Setec certificará a 3.502 educadoras a través de los 23 institutos de evaluación aprobados.

El MIES -a la par- dicta cursos de capacitación a las personas involucradas en el cuidado de menores de edad en los Centros Infantiles del Buen Vivir (CIBV).

“Uno de los aspectos básicos en el cuidado de nuestra infancia es la formación del talento humano, porque estas mujeres y madres entregan cariño y dedicación a los pequeños, que son el futuro”, manifestó Patricia Cervantes, viceministra de esta cartera de Estado. (I)

LA PREPARACIÓN

El Centro Infantil del Buen Vivir (CIBV) ‘Sagrados Corazones de Guayaquil’ fue el primer espacio que ofreció la carrera en octubre de 2014 (hubo 241 estudiantes).

Un profesional con título tecnológico o universitario en educación inicial o afines en cada CIBV, según la norma técnica, debe haber por cada 10 niños.

El acceso a esta carrera en los institutos técnicos y tecnológicos públicos se da a través de la postulación en el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (SNNA) y del examen Ser bachiller.

Esta tecnología consta de 3.000 horas prácticas y de 1.628 horas teóricas. La duración de la carrera es de 2 años y 6 meses. El estudiante, en este proceso, obtiene conocimientos holísticos de salud infantil, relacionamiento con la comunidad y enfoque intercultural. (I)