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Los textos importados, el gran dolor de cabeza de los padres

Los textos importados, el gran dolor de cabeza de los padres
10 de mayo de 2013 - 00:00

Una semana antes del inicio de clases en el Colegio Alemán Humboldt -ubicado en la ciudadela Los Ceibos-, María Antonieta Zunino se sorprendió porque los libros de Matemáticas que necesitaba para sus gemelas de 7 años, no habían llegado. Lo peor era que cuando llegaran la institución los vendería solo a través de una tercerea  persona, tipo concesión.  

“Posteriormente, pregunté de forma respetuosa a la señora Fernanda Iturralde (quien vende los libros) si había llegado el libro, a lo que ella respondió que sí, pero amenazó con gritos que no iba a vendérmelo. Le expliqué que había pedido permiso en mi trabajo y respondió: Regrese el 2 de mayo para ver si quiero vendérselo”, contó Zunino, quien agregó que la semana anterior hubo una reunión de la directiva del Colegio en la que los padres transmitieron sus quejas sobre el trato de Iturralde, la única persona que distribuye las listas de útiles solicitadas a los alumnos.

“Nos dijeron que para el próximo año buscarán a otro concesionario, porque el maltrato no se le justifica a nadie. En eso, el colegio sí ha respondido”, indicó. Los libros que solicita ese colegio son importados desde Perú y tardan aproximadamente 2 meses en llegar al país. Cuestan 40 dólares.

“Buscamos en la Librería Científica, en Cervantes, o en otras especializadas como Librimundi o las que se encuentran en la vía a Samborondón, pero no se los puede comprar porque nadie más los trae”, dijo Zunino.

Situación parecida  es la de José Carlos Nieto, quien  tiene una hija de 6 años en 2º año de educación básica de la Unidad Educativa Marianita de Jesús, ubicada en el centro-sur de Guayaquil. “Tal como el año pasado, las autoridades del plantel nos direccionaron a una sola librería que ni siquiera tiene identificación, pero que es el único lugar donde  puede adquirirse la lista de útiles”, manifestó Nieto.

José Carlos resaltó que en ese local solamente con la lista de libros ha pagado más de $ 90 y que las autoridades del plantel no les dan la oportunidad de buscar en otros sitios los mismos implementos a precios más económicos.

No obstante, la situación se presentó diferente para Alfonsina Elizalde, madre de dos varones que cursan educación básica en el Colegio Politécnico (COPOL). “En mi caso, el colegio nos dio una lista de todos los libros y nos indicaron que podíamos ir a tres librerías con las que  tenían un convenio. En el caso de los útiles escolares, el plantel también tenía un acuerdo con Fasinarm. Para mí fue muy conveniente”, señaló Alfonsina.

Elizalde comentó que algunos libros los compró en la Librería Guayaquil y otros en Vida Nueva, donde le hicieron descuento debido a un convenio con su lugar de  trabajo, y que cuando no encontró los textos en alguna de las tiendas, los mismos empleados la enviaron a otro local donde podía encontrar lo requerido. “Tuve la opción de ir a donde quise y no me vi obligada a comprar los materiales de mis hijos como las autoridades del colegio  pretendían, en un solo sitio”, destacó la madre de familia.

A Angie Ramírez, madre de una niña de educación básica de la Unidad Educativa Steiner, le sucedió lo mismo que a Elizalde en lo concerniente a la nómina de libros y útiles. “En el plantel nunca nos comunicaron algo así, nos dieron la libertad de poder comprarlos en cualquier lugar. Además, los padres tuvimos la ventaja de que la mayoría de los libros que pidieron son de editorial Santillana y esos son sencillos de conseguir”, expresó Angie.

Ella explicó que  aún no ha comprado los libros importados, pero que ha consultado con los otros padres de familia del salón de su hija y le han indicado los lugares donde puede adquirirlos. “No recuerdo cuánto gasté en libros, pero con los materiales escolares no tuve problemas. Decidí reutilizar los cuadernos del año pasado, así se los recicla”, puntualizó.

En una visita de este Diario a una de las sucursales de la Librería Guayaquil, varios padres de familia buscaban ejemplares importados.

Un empleado que prefirió no identificarse atendió a una mujer que preguntó por un libro de Aritmética. El joven contestó que este texto sólo se vendía con la lista de útiles de algunos de los colegios con los que ellos habían hecho un acuerdo y que ya tenían separado un número determinado para cada plantel.

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