El dedo medio de su mano derecha está algo tembloroso. No es algo que pueda controlar. Ese movimiento involuntario aumenta cuando está agobiado o ha pasado por una situación triste.

Se trata de Ernesto Mármol, a quien hace un año le diagnosticaron párkinson (EP). Ernesto tiene 78 años y vive junto con su esposa Adela, quien sufre de diabetes. “Aquí luchamos los 2. Mi párkinson es incipiente, por lo que no tomo pastillas. Lo que sí me recomiendan es que no me exalte y que trate de llevar una vida relajada”, dice.

En Ecuador el 1% de personas mayores de 60 años sufren esta enfermedad neurodegenerativa, que según el neurólogo Carlos Navas se produce por una disminución de la dopamina, sustancia que, “es el combustible para que el cuerpo ande. Cuando eso falta, el paciente se pone rígido y se presentan los temblores”.

La especialista Dayami Cantero Castro, del hospital Abel Gilbert Pontón, asegura que el 30% de los pacientes con párkinson pueden tener depresión después de los 5 o 10 años. “Hay una depresión inicial  cuando le diagnostican, por la no aceptación de su enfermedad”.

Cantero explica que la depresión ocurre porque se pierden neurorreceptores como la serotonina y otros que actúan en  la  parte cognitiva y afectiva, “ya no es algo que dependa de la personalidad”.

Asegura que los pacientes que más rápido se deprimen son aquellos cuya vida ha sido introvertida o pesimista ante los problemas. Hace poco el actor Robin Williams se suicidó con un cinturón. Tras su  muerte se descubrió que había sido diagnosticado con párkinson incipiente. Williams había luchado contra la depresión por décadas.

Los factores inciertos

El médico Navas indica que a pesar de existir casos de personas de 28 o 30 años, por lo general el párkinson es propio de los adultos mayores. La causa de este trastorno aún es desconocida. Con el transcurso de los años la relación de los golpes en la cabeza ha sido descartada como un factor. Para algunos especialistas hay componentes genéticos, hereditarios y ambientales.

La neuróloga del hospital Vernaza de Guayaquil, Brennie Andree, adelantó que se desarrollará un primer estudio sobre la mutación más frecuentemente encontrada en aquellos pacientes con EP a nivel mundial, comparándola con muestras de sangre de enfermos locales.

Ella invita a los diagnosticados con EP y/o familiares  a inscribirse a [email protected] para participar del estudio genético.

¿Qué hacer ante la depresión?

Un nuevo estudio del Northwest Medicine y la National Parkinson Foundation ha revelado que, a pesar de ser un síntoma muy común, la depresión es poco tratada. Dany Bega, uno de los autores del estudio, aconseja que los médicos estén más atentos a todas las dimensiones de la enfermedad y que la depresión sea considerada como parte de la misma.

Esto es precisamente lo que hace el neurólogo Pedro Gómez, quien atiende a domicilio desde hace unos meses a pacientes de párkinson. Asegura que la medicación o los ejercicios físicos no son suficientes, el médico incorpora a las terapias actividades como visitas a la playa o festejos de cumpleaños.

“La depresión hay que controlarla de cerca, por lo que se los llama para saber cómo están”, indica Gómez. El tratamiento dura un año y cuesta hasta $ 1.000.

En el hospital Teodoro Maldonado, del IESS, se atiende por consulta externa aproximadamente a 250 pacientes con el trastorno. Según el neurólogo Navas, el servicio está formado por un equipo de psicólogos que trabaja en la parte anímica, un fisiatra ayuda a evitar la rigidez y el neurocirujano determina qué pacientes necesitan se les implante un estimulador en el cerebro, que producirá la dopamina.

“El párkinson no mata, nadie se muere por esta enfermedad sino por las complicaciones que se les presentan cuando dejan de comer. Hay quienes han desarrollado infecciones en los pulmones porque no quieren salir”, agrega.