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El embarazo precoz no solo es asunto familiar sino también del país

Las menores por lo general no completan su desarrollo físico y esa situación causa problemas para la adolescente y el niño que lleva en su vientre, sin hablar de las complicaciones psicológicas.
Las menores por lo general no completan su desarrollo físico y esa situación causa problemas para la adolescente y el niño que lleva en su vientre, sin hablar de las complicaciones psicológicas.
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
13 de octubre de 2018 - 00:00 - Fausto Segovia Baus. Especial EL TELÉGRAFO

El embarazo precoz requiere nuevos enfoques y estrategias que integren a toda la sociedad y, por supuesto, a los propios jóvenes. Ecuador rompe récords en esta materia.

En cuanto a pobreza, violencia y bajo nivel educativo, Unicef expresa que “Ecuador es uno de los países de América Latina con mayor número de casos de embarazo adolescente (entre 15 y 19 años). 1 de cada cinco mujeres entre 15 y 19 años ya es madre, y mientras que entre 12 y 14 años lo es 1 de cada 20 niñas.

En los últimos 10 años en lugar de seguir la tendencia de reducción en las tasas de fecundidad entre las mujeres adultas, el fenómeno social incrementó en 2.3 puntos”.

“Ecuador registra 122.301 madres adolescentes, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 75% de ellas pertenece a la población económicamente inactiva. Además, del total de madres adolescentes solo el 22% asiste al sistema educativo, mientras del total de adolescentes que no son madres el 81,4% asiste al sistema educativo.

Las cifras muestran que el embarazo adolescente puede generar no solo vulneración de derechos, como el de la educación, sino que también puede perpetuar el ciclo intergeneracional de la pobreza”.

“Datos arrojados por el Ministerio de Inclusión Económica y Social dilucidan que las principales determinantes del embarazo adolescente son la pobreza, la violencia de género y el bajo nivel educativo. Una vez más los números acercan a la realidad plausible y el 74% de las madres adolescentes del país vive en situación de pobreza. Cuestión que determinará el desarrollo vital del recién nacido, por lo tanto de la madre y del propio núcleo familiar”, afirma Claudia Rioja, experta.

Familia y educación: dos ejes fundamentales

El embarazo de los adolescentes concierne a la sociedad ecuatoriana en general, y de manera especial a dos instituciones básicas: la familia y el sistema educativo. Mientras los expertos y dirigentes hablan de la “maternidad de las adolescentes”, muy pocos se refieren a la “paternidad de los adolescentes”, es decir, a los varones. Se nota claramente que la “carga” del problema radica, según estos mensajes, en las mujeres y no en los varones, que son corresponsables en las causas y efectos de esta situación.

Otras miradas

La ausencia de un enfoque equitativo de los sexos -por decir de algún modo-, disfraza la existencia de un modelo patriarcal, anclado en una cultura machista que ve este problema y los problemas sociales, desde una cultura de dominación.

Esta mirada y otras de igual catadura deberían incorporarse en un planteamiento integral, que no implique coordinar burocracias de varios ministerios, sino diseñar diagnósticos, modelos teórico-metodológicos de intervención, con el apoyo de la academia, desde los actores directos -los adolescentes, padres y profesores-, con criterio interdisciplinar: educación, psicología, salud, sociología, ética civil, antropología, gestión y cultura ciudadana, exento de dogmas y convencionalismos.

El psicólogo Rodrigo Tenorio expresa que “no se va a detener el embarazo precoz si no se diseñan estrategias con los chicos y no impuestas desde el mundo de los adultos”.

“El concepto de adolescencia desapareció. Es que el estilo de vida, la forma de pensar y sentir en la modernidad cambiaron. Los jóvenes ahora tienen sus propios criterios y toman decisiones que asustan a los padres y educadores. La relación ahora es ‘extradoméstica’.

Resalta que “los sistemas familiares y educativos tienen que cambiar. Si siguen con los modelos prohibitivos y punitivos no van a ninguna parte. La represión es una piedra en los dientes.

Hay que enfatizar en nuevos ejercicios de sexualidad -no de genitalidad-, sino en la línea de la búsqueda de identidad. Allí convergen otros estilos de vida, nuevas experiencias, nuevos principios y nuevos discursos. Y desde luego, nuevas estrategias. Puedo mencionar tres: el respeto al otro; la realización de los deseos de los chicos; y los límites necesarios para crear los ideales de la vida, sin imposiciones”.

Cuando le pregunto sobre el rol de los padres de familia, el experto es enfático: “No estamos preparados. Somos muy rígidos; al contrario, tenemos que ser más dúctiles, más flexibles. Creemos que la normativa está en el pasado. Y es un error. Padres y maestros debemos ser valientes para despojarnos de nuestros estatutos, que llevan una gran carga de prejuicios.

Y empezar a construir. En primer lugar con nuestros hijos y nietos; con nuestros estudiantes. Debemos dejar el escándalo desde el poder. E insisto: construir procesos desde las nuevas generaciones. El diálogo es una estrategia importante. Se trata de construir con ellos las nuevas políticas públicas de educación y salud.

Tenorio reafirma que ningún chico está preparado para ser papá o mamá, a los 14 años. (O)

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