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El año puede despedirse sin consumo de licor

El  año puede despedirse sin consumo de licor
26 de diciembre de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

Cuando Leonardo C. acude a una reunión familiar o de amigos se repite en su mente la idea:_“Solo por hoy diré no a la primera copa”. El estribillo lo retoma en las fiestas de fin de año.

Él probó por primera vez un sorbo de cerveza en su adolescencia. Luego aumentó su consumo.  

“Creía que me emborrachaba por la mezcla o el viento que recibía al salir; pero después entendí que la primera copa había provocado mi embriaguez. Ahora creo que si no me tomo una, difícilmente habrá la tercera o cuarta”.

Ese pensamiento lo adoptó hace 34 años, desde que integra la Asociación de Alcohólicos Anónimos de Guayaquil.

En diciembre de 1983 experimentó su primera recaída: “Me decían que no sea aburrido, que  tomara un ‘vasito’, que era más divertido y terminé ingiriendo licor durante seis días seguidos”.

La reacción apropiada

Suelyng Layman, psicóloga clínica, explica que la presión social de las amistades o familia dependerá de la personalidad de cada individuo y de su control.

“La reacción es diferente entre el que no ha probado y el que sí lo hizo. Hay quienes consumen una copa y piensan que uno no es ninguno. Pero se puede rechazar”.

Para no ceder ante la insistencia de los demás en la celebración, ella aconseja sostener un vaso en la mano para que los otros bajen su intensidad o llevar algo que sea similar. “Después de que los otros ya conocen que no sigue el mismo ritmo, ellos lo aceptarán en el grupo”.

Las personas que no desean embriagarse -sugiere- también pueden decir que toman medicamentos, evitar comentarios y no enojarse ni caer en el juego de la presión.

A Leonardo le ha funcionado llevar una botella de agua purificada. Ver a los demás beber le provoca sed. También saborea caramelos cuando comparte con sus amigos en una fiesta.

“Ellos aún se me burlan. Me dicen: ‘Te has hecho evangelista’ y ‘eres mandarina’. Antes me tiraban el trago encima cuando les decía que no. Pero hay que ser fuerte”.

Javier Mora, hepatólogo del Hospital Vernaza de Guayaquil, explica que la dependencia está relacionada a factores genéticos, es decir, hay una predisposición. “Si toma el primer vaso, no será adicto; pero puede desarrollarla si hay exceso”.

Según el galeno, dependerá de la voluntad de cada persona y del entorno. “Debemos ser tolerantes con las personas que no desean y respetar esa decisión de absterse. Lo otro es evitar lugares y situaciones donde habrá ingesta y asumir que no se tiene fuerza de voluntad”.

Efectos de la sustancia

Daniel Rodríguez, del Hospital Teodoro Maldonado Carbo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de Guayaquil,  indicó que el 1 de enero siempre atienden intoxicados por ingesta de alcohol. La incidencia es alta en el feriado. Hasta el 3 de diciembre el Ministerio de Salud Pública atendió a 178 pacientes.

Una persona que se embriaga dañará un número importante de neuronas cerebrales (que no se recuperan), alta cantidad de células del hígado afectadas y cirrosis hepática.

Los tragos etílicos y el metílicos tienen consecuencias. El segundo puede ocasionar la muerte.

Por su parte, William Muñoz, médico del Hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil, señaló que si una persona bebe sin parar afectará distintos órganos. El cuerpo tolera una cantidad mínima de alcohol, la cual equivale solo a 70 mililitros. “Después de eso el bebedor  empieza a sentirse mareado, a ponerse eufórico y, finalmente, termina deprimido”. (I) et

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