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Los 'ángeles' que rescatan animales todo el año

Ericka Moreno, Karina Sempértegui, María José Salcedo y Bonne Moreno.
Ericka Moreno, Karina Sempértegui, María José Salcedo y Bonne Moreno.
Fotos: Cortesía
23 de diciembre de 2019 - 16:20 - Redacción Web

Mientras muchas personas pasan unas festividades de Navidad y fin de año tranquilas, hay otras que dedican su tiempo y esfuerzo al rescate y cuidado de animales. En diciembre el abandono de perros y gatos no para, ni tampoco la actividad de los voluntarios y rescatistas. De hecho es cuando los casos suelen aumentar.

Cuatro rescatistas nos cuentan cómo iniciaron su sacrificada labor y cómo la combinan con su vida laboral y familiar. Están conscientes de que las emergencias se presentan todo el año. Los peluditos tienen en ellas a sus verdaderos "ángeles". 

El amor alcanza para todos

El caso de un perro amarrado en malas condiciones cerca de la escuela de su hija conmovió a Ericka Moreno. Ocurrió hace 5 años. En ese entonces esta ama de casa no sabía cómo debía actuar, una amiga la empujó y le enseñó a hacer el rescate. Desde ese entonces no ha parado de ayudar a gatos y perros desamparados. No lleva la cuenta de cuántos, pero dice que han sido muchísimos

Uno de los rescatados se quedó en su hogar para no irse. Se trata de Patty, una perrita a la que le falta una pata. "Es mi adorada, la rescaté abajo del bloque donde vive mi mamá. No quería hacer más rescates, porque en la casa donde vivía no me permitían más animalitos. Me dio tanta pena y me encontré con un cuadro desgarrador: una perrita de unos 5 o 6 meses con la pata totalmente destrozada, con el hueso al descubierto, le habían echado cloro, insecticida, estaba infestada de pulgas".  Pero hoy Patty es una mascota feliz y amada.

Ericka combina su vida de rescatista con su rol de esposa y madre de 5 hijos, uno de ellos discapacitado. "Me levanto muy temprano a limpiar la casa y los areneros de los gatos a los que hago de temporal, a preparar la comida tanto de mis humanos como de mis animalitos". 

"En mi casa hay más animales que personas", cuenta entre risas a pesar de que reconoce que es una labor agotadora. El amor y la dedicación alcanza para todos. Pero además de rescatar está el gestionar la ayuda para la atención veterinaria, alimentación y, una vez que el animal está recuperado, darlo en adopción a un hogar responsable. 

¿Lo más difícil de la actividad? "Que no muchos ayudan y toca poner de mi bolsillo. Y cuando el animal no resiste y muere", apunta Ericka.  

Recalca, no obstante, que aunque no ha sido fácil tiene el apoyo de su familia. El más reacio: su esposo. Pero este poco a poco se ha ido involucrando y aprendido a ser más tolerante. Los que más ayudan: sus hijos. Ericka dice que de esta manera aprenden a ser más empáticos, bondadosos y mejores personas. 

En Navidad y fin de año trata de pasar más tiempo con su familia, se queda en casa, pues también debe atender a sus mascotas y los animales a los que aloja temporalmente. 

El 31 de diciembre, en que se revientan petardos y queman monigotes, Ericka se encierra en un cuarto con los animalitos para tratar de apaciguarlos ante el ensordecedor ruido. También llora por aquellos que están en las calles y que sufren por esta actividad, puesto que ese ruido les lástima los oídos, les provoca ansiedad y hasta taquicardias.

Una tragedia y una promesa 

"Mientras hay personas que van a una fiesta o a reuniones, yo estoy cuidando un gato o un perro que está en pésimas condiciones", explica Bonne Moreno.

Moreno, de 45 años, combina su vida como madre, esposa y su profesión de abogada con el voluntariado en la Fundación Almanimal. Es rescatista, pero también hogar temporal de animales hasta que encuentran uno definitivo. Asiste, además, en los temas legales

Lleva seis años haciendo rescates, el último que recuerda hace tan solo unas semanas en una urbanización al norte de Guayaquil. Catorce animales hacinados en una vivienda y una de las perritas parió en su vehículo. Bonne estuvo dando vueltas hasta las dos de la mañana buscando una veterinaria donde pudieran recibir atención. 

"Es así de sacrificado, pero muy reconfortante cuando ves al animal bien, sano, con una familia que lo quiere", acota esta voluntaria, que además cursa una maestría

Bonne recuerda que su dedicación a los animales inició con una tragedia y una promesa. Ella perdió un hijo que falleció a los 12 días de nacido. "Le hice una promesa a Dios, que independientemente de si mi hijo se salvaba o no, iba a ayudar a los más necesitados".

En un inicio, cuenta esta abogada, "pensé que los más necesitados eran los niños que estaban en ese hospital, porque era lo que veía". Dice que cambió su punto de vista a raíz de la pérdida de una de sus mascotas y en su búsqueda acudió a las páginas animalistas.

"Me llamó la atención, revisaba todos los días. Un día necesitaban hogar temporal para una perrita que había parido en la calle, entonces me apunté". Y así empezó. Aunque la perrita falleció por la complicación de una enfermedad, Bonne decidió que quería seguir ayudando. Ya iba por las calles más lento, viendo detenidamente por si alguno de esos seres indefensos la necesitaba.  

Respecto a la familia, Bonne acota que ha sido difícil que entiendan su entrega hacia los animales. "Te critican mucho. Si te enfermas te dicen que es porque andas con muchos animales, si te quejas de que no tienes dinero, eso es porque gastas en ellos. Y si te quedas en casa en feriado, también te critican". 

Pero Bonne ha logrado, con el pasar de los años, involucrar más a su familia. Uno de sus rescates con apoyo de su esposo e hijo fue el de un gatito atropellado, cojo, la mandíbula fracturada y un ojo afuera, a las 9 de la noche. "Andaba con mi familia, al enseñarles la foto se condolieron y fueron más empáticos". 

La casa de Bonne es un "búnker", como ella lo llama, puesto que ha tenido que adecuarla ante las amenazas de vecinos. Sin embargo dice que no parará de hacer rescates

Un amor incondicional

Karina Sempértegui, de 47 años, recuerda haber convivido con animalitos durante su infancia y buscaba cuidarlos. Desde allí se dio cuenta de su amor por estos seres. Ella colabora ya año y medio en la fundación Almanimal.

Al recordar cómo llegó a esta sacrificada labor, menciona a "Chiky" y a "Bruce". El primero, la mascota de la cual se hizo cargo cuando su papá falleció. Se lo llevó de Salinas a Guayaquil, tuvo que educarlo para que se adaptara a su hogar. 

Este perrito, cuenta Karina, le salvó la vida cuando saltó sobre su pecho porque dejó de respirar debido a que se le cerraron los bronquios, una crisis derivada de un problema pleural que padece. El salto de Chiky provocó el vómito de Karina, lo que le permitió respirar por un momento e ir a buscar oxígeno. Ese episodio le hizo reflexionar. 

De allí comenzó a visitar páginas animalistas, en una de ellas conoció el caso de "Bruce", un perrito atropellado cuando tenía dos meses y que perdió su patita. Karina se ofreció para adoptarlo y se lo dieron. Y desde ese entonces es hogar temporal de otros animalitos también con condiciones especiales. 

Esta productora audiovisual comenta que el trabajar de manera independiente le permite combinar su trabajo con el voluntariado. "Realmente uno no se puede hacerse ciega a lo que ve en la calle, si toca hay que rescatar a las once, doce o una de la mañana". 

A veces carga con sus animalitos al trabajo. Y si va de paseo a la playa lleva a los cuatro que tiene en su casa ahora. "Llevo una maleta solo para ellos y yo me llevo un bolsito chiquito".

Además de apoyar en la movilización, la labor de Karina en la fundación es complicada: le toca hablar con los dueños de los animales que le reportan viven en malas condiciones o son maltratados. "Si entran en razón, enhorabuena, y uno le hace seguimiento para ver si ha mejorado la situación del animal, si no, se pone la denuncia ante el Municipio". 

Karina indica que a pesar de esta ardua labor, "a veces sentimos que nos falta mucho por hacer o que no hacemos lo suficiente. De 20 animales que rescatamos, vemos otros 30 en las calles". Asimismo, dice, deben dedicar tiempo a actividades de autogestión para poder sacar adelante los casos. La ayuda es escasa y les toca casi siempre poner de su bolsillo. Pese a ello, esta rescatista dice que continuará ayudando. 

Una mascota como terapia

María José Salcedo, de 45 años de edad, es comunicadora y especialista en relaciones públicas. Lleva 11 años como rescatista. Se autodefine como la "gatera" de la fundación Almanimal en la que lleva ya tres años. 

"Soy una persona bendecida porque el amor a los animales, a las plantas, el respeto a los seres humanos, es algo que era prioritario en mi hogar. En mi caso siempre hubo perros, gatos, palomas, gansos y otros animalitos", relata.

Pero su vínculo especial con los gatos nació a raíz de una tragedia. "Hace once años perdí un bebé y el psicólogo me mandó a pasar mi periodo de duelo con un gato". Entonces María José adoptó uno y se dio cuenta de que son seres especiales, "que te dan tu espacio, es un amor que no te intoxica, además de que ellos son los que te escogen".

De su experiencia en rescate, sin embargo, se ha dado cuenta que los gatos son los que menos ayuda reciben. "Y muchos de los casos que maneja la fundación no tiene nada de ayuda", apunta. 

De allí que la gestión de María José es la de "engatuzar". Cuenta que le gusta ayudar a personas que pasen por un periodo de pérdida y por ello se certificó como couch hace 2 años.

Su meta en 2020 es educar a los niños, en escuelas y colegios, sobre el respeto a los animales. "Si no los quieres tener en casa, está bien, pero al menos no los patees o maltrates si los ves en la calle". 

Uno de los proyectos que quiere hacer realidad con la fundación es el de certificar a aquellos animalitos a los cuales no han encontrado hogar, para que ayuden en la salud emocional de las personas

Esta técnica en ventas y relaciones públicas, profesión que ha ejercido durante 27 años en áreas comerciales y sociales, trabaja en relación de dependencia. De allí que debe combinar su tiempo para ambas cosas.

Además, María José lleva adelante un emprendimiento "Kitties Help", un servicio personalizado para el cuidado y bienestar de las mascotas mientras sus dueños se encuentran de viaje. El 80% de sus ganancias lo destina al financiamiento de casos que necesitan ayuda. 

Tanto Bonne, Karina y María José en época de Navidad y fin de año tratan de concientizar a la gente para que no usen pirotecnia o cuiden a sus mascotas de ello. "Mientras unos se diviertan, otros sufren por las pérdidas de sus animales", comentan. (I)

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