En una extensión de 21.000 metros cuadrados y a 2.300 metros sobre el nivel del mar se levanta el centro turístico cultural Pucara Tambo, ubicado en la parroquia Cacha a 15 minutos de Riobamba.

Este nombre en quichua se traduce como un lugar de descanso y una especie de mirador. Quienes lo han visitado pueden corroborarlo.

“Se observa toda la ciudad de Riobamba, sus edificios y cómo está creciendo, se aprecia su planicie y los nevados que la envuelven”, dijo la turista Marcia Tello.

Este sitio rodeado de árboles con más de 100 años de existencia es el principal motor de la economía de 23 comunidades; sus integrantes se unieron para incursionar en el turismo comunitario.

Para ingresar se atraviesa la puerta del Sol, un diseño arquitectónico desde el cual se observa el amanecer y el atardecer del astro Rey, el que termina dándole un toque anaranjado al ambiente.

La infraestructura consta de siete cabañas de cancagua al estilo rústico cubiertas de paja, estos materiales permiten que en el día se almacene el calor proporcionado por el sol y que en la noche los dormitorios brinden una temperatura adecuada.

En el centro se levanta una plaza ceremonial, un museo y áreas verdes que fueron construidos en 1994 en la administración del expresidente Sixto Durán-Ballén.

“Lo que se quería era recuperar algunos vestigios que quedaron del terremoto acaecido en 1640, ahí se descubrieron varios objetos que datan de la época de la etnia Duchicela, reyes, príncipes y princesas cuando dominaban estas tierras (tiempos del Reino de Quito)”, manifestó Segundo Sucuy, administrador del Centro.

Y es aquella historia, costumbres y tradiciones que los comuneros decidieron explotar, adicional al apoyo que han recibido por parte de la última generación de los Duchicela, quienes desde otras ciudades del país y del extranjero aportan para que el centro se mantenga operativo.

Los habitantes de Cacha ofertan a los turistas nacionales y extranjeros una convivencia relacionada con la cosmovisión andina; muchos utilizan la plaza ceremonial para unirse en matrimonio simbólico y recibir la bendición de la tierra.

“Una vez que se casan, las personas, en su mayoría extranjeros, nos solicitan realizar un ritual de unión, aquí reciben la bendición de un chamán de la zona, es una creencia que se mantiene vigente”, indicó Ángela Huilcarema, guía de la zona.

Actividades recreativas
Mientras que otros buscan adentrarse en el territorio y realizar actividades que para la población son parte del vivir diario y su modo de vida, pero deciden compartirla con quienes los visitan.

“Entre las actividades está ordeñar las vacas, cocinar a leña, actividades del campo, pastar borregos, pero también recorren los lugares aledaños. Tenemos estudiantes que llegan desde Estados Unidos y quieren hablar español, por ello se quedan de uno a dos meses por aquí”.

Al recorrer por los senderos, los visitantes observan plantaciones de especies medicinales que suelen ser utilizadas cuando alguien se enferma. Además de pasar momentos amenos en compañía de alpacas y llamas que son la atracción del centro cultural.

Disfrutan de escuchar las prácticas que el pueblo Puruhá mantenía después de que una boda se realizaba, “a los novios se les hacía entrar en una choza y los invitados le gritaban desde afuera “karita”, “karita”.

“Esto era para alentar a que el primer bebé sea un varón, pero realmente, era difícil consumar una concepción en esas circunstancias ya que además les arrojaban agua desde la parte superior”, indicó Luz León, guía nativa.

Este espacio, alejado del bullicio de los carros y del trajín de las ciudades, se ha convertido en el sitio favorito de quienes realizan trabajos de investigación, tesis y el mejor para captar fotografías.

“Estamos abiertos los siete días de la semana y las 24 horas del día, pueden encontrarnos en nuestra página de Facebook y realizar sus reservaciones, tendrán una experiencia inolvidable y ayudarán a seguir fomentando el turismo comunitario”, dijo Sucuy. (I)