La comunidad de padres  franciscanos tiene 477 años de haber llegado al Ecuador, pero en Azogues ya cumplió un siglo desde su arribo.

Los ciudadanos no dejaron  pasar por alto este hecho y salieron a las calles a rendir su homenaje a San Francisco de Asís y a todo el legado que dejó en esta zona.

La gestión franciscana no ha sido solo evangelizadora, sino también de aporte al patrimonio arquitectónico, turístico y cultural de la urbe.

Una de las obras más trascendentales de los frailes en la provincia del Cañar es la construcción del Santuario de la Virgen de la Nube.

Este templo es el más visitado por los cañarejos. Fue levantado con piedra  traída desde el cerro Abuga y con madera procedente de la parroquia Taday, población con más de 460 años de existencia.   

En la edificación  participaron familias enteras que  trajeron los materiales necesarios para construir el sagrado santuario. 

Hombres y mujeres de las parroquias y comunidades de San Miguel de Porotos, Jatumpamba, Cojitambo, Guapán, Luis Cordero, Pindilig, Taday, Zhoray, Opar, entre otras, llevaron su aporte en los lomos de sus animales.

El fray Fausto Suárez narra que se denominó “la fábrica” al trabajo que desarrollaron estos grupos humanos. Recordó que el financiamiento se  obtuvo también de mingas y limosnas que recogieron entre la población.  

“Los frailes Gil Barona, Pascual Bermúdez y Francisco Iglesias son recordados por su invaluable labor para levantar la iglesia”, acotó.

Cuando los franciscanos  llegaron al país no eran más de 20, pero en la actualidad son 145, dispersos por todas las provincias.  

En Cañar -concretamente en la ciudad de Azogues- son 8 los frailes que predican el ejemplo de su patrono.
Hace pocos días Mauricio Benavides se ordenó recién como sacerdote, en la ciudad de Quito.

A sus 24 años dijo sentirse orgulloso de pertenecer a la congregación más grande del país que sigue los pasos de San Francisco de Asís, hombre al cual admira desde pequeño.

Mauricio es el fraile más joven del Ecuador, mientras que el fraile Hugo Lino es el mayor de todos.

Homenaje ciudadano

Las calles de Azogues se vistieron de fiesta el pasado 11 de julio.    
Comparsas, desfiles y un sinnúmero de homenajes fueron organizados para la comunidad religiosa. 

El alcalde  Eugenio Morocho recordó la llegada de los frailes en 1535, a la cual calificó  como “un mensaje luminoso de Dios a través de la congregación que siempre ha cumplido con el postulado de Francisco de Asís, patrono de esta orden”.

Dijo que la presencia franciscana representa para esta tierra no solo el fulgor permanente y tan necesario de la espiritualidad, sino el impulso creador para el progreso y desarrollo.    

Se refirió al Santuario como la estructura que domina todo el paisaje escénico natural y urbano de la ciudad.  
“Es un refugio de fe y esperanza, ícono turístico del sur donde se junta el talento, el esfuerzo y sacrificio de los artesanos y frailes que participaron en su construcción”, destacó.  

Morocho destacó la  devoción de todo el pueblo que contribuyó con las mingas hasta ver coronada su grandiosa obra cuya valía arquitectónica es admirada por propios y extraños. 

Según la historia, el 30 de diciembre de 1696 se produjo la milagrosa aparición de la Santísima Virgen de la Nube, en el cielo de Quito.  

Al conmemorarse los dos primeros centenarios, en 1796 y en 1896, se  celebraron distintos actos  religiosos en la capital de la República.

En 1897, la comunidad de Azogues empezó a recordar este evento  religioso, pero también a trabajar en el levantamiento de un sitio en honor a la Virgen.      

Desde 1912, bajo administración de los franciscanos, comenzó la construcción de la capilla de la Virgen de la Nube, que actualmente es el Santuario.