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Carrión: “Mi familia luchó para demostrar abuso de poder”

César Carrión, asambleísta de CREO por la provincia de Cotopaxi
César Carrión, asambleísta de CREO por la provincia de Cotopaxi
Foto: Cortesía
25 de agosto de 2019 - 00:00 - Carla Maldonado

Está convaleciendo de una operación en los ojos. Su familia y él vivieron una pesadilla cuando el gobierno de Rafael Correa le inculpó por participar en el 30-S. Pasó nueve meses detenido, perdió su trabajo de director del Hospital de la Policía y su esposa hizo un huelga de hambre de 11 días para que lo declararan inocente. César Carrión, legislador de CREO por Cotopaxi, conversó con este Diario sobre ese tema y sobre cómo el Estado de propaganda justificó las muertes de ese día.

¿Qué pasó el 30 de septiembre del 2010 en el Hospital de la Policía, en Quito?

Ese día había una protesta policial en el Regimiento Quito y en la Fuerza Aérea. Mientras ellos protestaban, yo fui a trabajar como director administrativo del Hospital de la Policía. Y los sucesos se agravaron porque el expresidente Rafael Correa intervino en el Regimiento. Fue vejado y agredido con gas lacrimógeno. Pero nadie quiso matarlo como él decía.

¿Qué hizo usted?

Miré desde la ventana del hospital, quise ayudar a Correa y llevarle hasta emergencia. Pedí una llave para abrir un candado de la puerta de evacuación entre el hospital y el Regimiento Quito. Eran las 10:40, nos lanzaron gases, nos retiramos hacia el lado norte y seguimos hacia emergencia. Una enfermera y su personal de seguridad ayudaron al expresidente. Luego lo llevaron al tercer piso a estabilizarse, a la habitación 302.

¿Qué ocurrió en esa habitación?

Le pedí al entonces ministro de Gobierno, Gustavo Jalkh, hablar con el expresidente para pedirle la llave del candado de la puerta y me dijo que no había ningún problema. Mientras tanto, llegaban altos funcionarios a visitarlo. Yo entré a la habitación a las 16:00 y le dije que el personal médico estaba dispuesto para él. Me agradeció y me extendió la mano.

Correa no tenía nada y buscaban la forma de sacarlo. El GOE llegó a las 18:40 y se puso en dos filas en el hall. Esperaban disposiciones; también llegó Irina Cabezas, quien era vicepresidenta de la Asamblea.

¿Cómo era el ambiente en el hospital esa noche?

La situación era tensa. En la televisión se veía que llegaba el Ejército y empezaron los disparos a los ventanales, a las 20:30. Recuerdo que nos replegamos al costado contrario de esos ventanales. Estaba muy preocupado. Así estuvimos una hora hasta que todo quedó en silencio y bajamos a recorrer los pisos del hospital y emergencia. Allí fueron atendidas 45 personas, incluidas 11 civiles.

¿Vieron cuando sacaron del Hospital a Rafael Correa?

No, unas enfermeras nos avisaron. A las 24:00 la puerta del hospital estaba totalmente destruida y tenía los impactos de balas.

La versión del exgobierno fue que Correa estaba secuestrado y que hubo un intento de golpe de Estado.

Correa no estuvo secuestrado. Ahí vemos que el expresidente quería cubrir ese saldo trágico de muertes y heridos del cual es el único responsable. Él dispuso la incursión armada a un hospital militar. Nunca hubo francotiradores en la Policía. Todo se hizo en el Estado de propaganda que manejó el gobierno de Correa.

¿Por qué le inculparon a usted como cómplice de los policías que participaron en el 30-S?

Por mis declaraciones a la cadena internacional de noticias CNN. No fue una entrevista pactada, sino casual que se transmitió el 20 de octubre del 2010. Dije que Correa no corría peligro ni estaba secuestrado. Él estuvo acompañado de su seguridad y de altos funcionarios de su régimen.

Pero a los tres días de mis declaraciones, en una sabatina, Correa dispuso que yo no siguiera como director del hospital. También dijo que yo era un conspirador.

Después de esa sabatina, ¿qué pasó con usted?

Estaba ya detenido por 24 horas, el fiscal y el juez cooptados por el exgobierno, sin ninguna evidencia, dispusieron el llamamiento a juicio por 90 días. Pero hasta diciembre de ese año no encontraron absolutamente nada. Sin embargo, fui vinculado a los policías del regimiento Quito. A ellos nunca los conocí, pero me acusaron de ser su cómplice y de no querer abrir la puerta a Correa. Sin embargo, fue al contrario, los testigos que presentaron se contradijeron en las audiencias.

¿Qué dijeron esos testigos?

Uno de ellos fue el periodista Hólger Guerrero, quien era asesor de un asambleísta de Alianza PAIS. Él declaró que me escuchó decir en un grupo que le dieran cianuro a Rafael Correa. Y que utilicé palabras de grueso calibre para ello. Pero eso jamás sucedió, Guerrero inventó todo. También hubo el testimonio de la doctora Hiroshima Villalba, quien trabajaba en el Ministerio de la Política. Según Guerrero, Villalba también había escuchado lo del cianuro. Pero Villalba contó que nunca encontró a Guerrero. Ambos testigos mintieron, jamás pronuncié esas palabras.

¿Qué pasó con el video de la puerta del hospital?

Existe un video original sobre la puerta y el candado que filmó un médico. Allí se me ve con un pañuelo en la mano y abriendo el candado. Pero el gobierno de Correa manipuló el video original y el periodista Douglas Argüello decía en off que yo puse el candado.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esa acusación?

Estuve preso desde el 27 de octubre del 2010 hasta el 15 de mayo del 2011, es decir, siete meses y medio.
Primero estuve en la cárcel cuatro, luego en el Penal García Moreno, en el pabellón de máxima seguridad. Obviamente, querían callarme por cualquier lado, pero no lo han conseguido. Hasta ahora busco justicia y reparación. En noviembre de 2011 ratificaron mi inocencia en las tres instancias judiciales en la Corte Nacional.

¿Qué pasó con su familia?

Sufrimos un vía crucis. Mi familia luchó conmigo para demostrar que había abuso de poder y exigir justicia. Mi esposa estuvo 11 días en huelga de hambre al pie de la Fiscalía porque el fiscal se iba de vacaciones cuando había un inocente en prisión. Mi abogado hizo un trabajo importante para demostrar mi inocencia en los tribunales.

¿Y cómo se comportó la Policía con usted?

En la Policía cometieron muchos atropellos; primero no me calificaron al cumplir los 30 años de carrera en la institución. Esa resolución llegó al exministro Jalkh, quien dijo que yo no podía recibir la condecoración porque estaba inmerso en el 30-S.

¿Pero la actual ministra de Gobierno, María Paula Romo, le entregó esa condecoración?

Sí, dos semanas atrás en un reconocimiento inicial de la persecución de la que fui objeto, aunque soy inocente.
También fui llamado al curso de ascenso para generales, pero pedí la baja.

¿Usted puede aportar algo sobre la muerte de Froilán Jiménez?

Primero el secuestrado. Rafael Correa ordena el rescate, van 900 soldados, 18 vehículos blindados y lo rescata la Policía.

El conductor del vehículo del expresidente es policía y muere un policía, disparado por un militar. Todas esas pericias estuvieron desde el 2010 y pasaron 10 fiscales en el caso Froilán Jiménez, hasta el punto en que no permitían hacer los peritajes de los fusiles en la Brigada Patria. Identificaron de quién era ese fusil, quién disparó: lo hizo un militar. (I) 

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