Dotadas de experiencia y calidad, María Eduarda Fuentes y Samia Álava mezclan a diario esfuerzo físico, arte y glamour a través del patinaje artístico. No por nada la semana pasada ascendieron al podio de la Copa Americana Intercontinental, que se cumplió del 14 al 19, en Kissimmee, EE.UU.

Eduarda, como prefiere que le digan, hizo flamear la bandera ecuatoriana tras conquistar la medalla de plata de la modalidad libre de la categoría senior; Samia también se colgó la presea de plata en la misma variante, pero en la división junior.

Las deportistas retornaron al país con la confianza de contar con el respaldo del Ministerio del Deporte, a través del Plan de Alto Rendimiento, creado para impulsar a los mejores exponentes del país.

Enamorada del patinaje

Todo empezó por mera curiosidad. Mishel Andrade, vecina y amiga de Eduarda, practicaba patinaje artístico y un día la invitó a probar. Le bastó danzar sobre ruedas unos minutos para entender que nunca más se separaría de esta actividad.

La niña traviesa que a los 4 años solía “ahogar” en la tina de baño los controles remotos de los aparatos electrónicos que encontraba y que siempre fue la mimada de papá, encontró en el deporte la vocación que le dio mayor sentido a su existencia.

El patinaje, incluso, le ayudó a vencer el dolor de perder a su padre, Julio Fuentes, quien tuvo afecciones al corazón y los riñones y falleció poco después de que ella comenzara sus prácticas, por lo que no pudo verla competir.

Manuela Chóez, su progenitora, indica que si bien toda la familia sufrió por el deceso del hombre de la casa, a ‘Duda’, por ser la menor de sus vástagos, le afectó más.

Pero con el tiempo, la ausencia del ser amado se convirtió en uno de sus principales estímulos. Eduarda está convencida de que, desde algún lugar del firmamento, Julio la cuida y la bendice. De él, quien navegaba por todo el mundo en calidad de  patrón de altura, heredó el espíritu aventurero.

Otro momento complicado se dio cuando ‘Duda’ quedó embarazada y tuvo que abandonar los entrenamientos, temporalmente. De nuevo luchó contra corriente y ahora la pequeña Leah del Río, con sus 2 años, es su inspiración máxima.

Como Eduarda no se casó, Manuela le ayuda en la crianza de la chiquilla. La deportista, de 22 años, que por ahora se dedica de lleno al patinaje, completa su adiestramiento mediante una dieta estricta y hace planes para estudiar Economía o Psicología.

Nada como andar sobre ruedas

Siria Bitar y Freddy Álava no pueden estar más orgullosos de sus hijas, ya que ambas se encaminan como exitosas deportistas. Samia (13 años) es patinadora y Melissa (9 años) es gimnasta olímpica.

En cuanto a Samia, su relación con el patinaje se inició hace 8 años. “Acudimos a una convocatoria de la Federación Deportiva del Guayas, que con la meta de impulsar el patinaje de carreras iba a entregar implementos gratis”.

La cita era en el coliseo de patinaje artístico de Fedeguayas, por lo que con lo primero que Siria y Samia se encontraron fueron los cultores de este estilo. Al verlos ensayar, Samia se quedó con la boca abierta y dijo: “Mami, yo quiero aprender eso…”. Siria preguntó cómo inscribirla en el patinaje artístico. Allí conocieron a Alina Bianchini, la precursora de Samia.

El talento de la chiquilla era innato; su técnica la depuró con clases de ballet y su fortaleza física con el atletismo, pues es seleccionada de velocidad y salto largo del Liceo Panamericano.

Freddy Álava, accionista de una empresa de importación y exportación de carga, está muy contento con los logros de su retoño y agradece la apertura del Liceo Panamericano, que le facilita igualarse en las materias cuando la adolescente viaja. Samia se esmera por no defraudar a su familia y a su país. (I)