Gonzalo Plata tenía cinco años cuando huyó de su casa. Con la ayuda de un vecino y sin el consentimiento de su madre, se presentó una mañana de 2005 a un entrenamiento organizado por Rocafuerte FC, club guayaquileño que buscaba nuevos talentos.

El niño Gonzalo cautivó a los entrenadores con su habilidad y destreza con el balón. Hizo tres goles en la práctica y fue seleccionado para integrar las divisiones formativas del cuadro “cementero”.

Mónica Jiménez, su madre, estaba asustada y desesperada porque no sabía el paradero de su hijo. Lo esperaba en casa para reprenderlo. Pero cuando supo que había sido escogido por Rocafuerte no le quedó otra opción que tragarse el enojo y felicitarlo.

Los entrenadores hablaron con ella y le pidieron que lo apoye porque tenía talento. Mónica se resistió a hacerlo por temor a que deje la escuela, pero le insistieron hasta que aceptó llevarlo todos los días a las prácticas.  

Ese fue el inicio de una carrera que asciende a ritmo acelerado. Plata, titular indiscutible en la selección ecuatoriana que disputa el Sudamericano sub-20 en Chile, jugará en el Sporting de Lisboa (Portugal), el mismo equipo donde se formó nada más y nada menos que Cristiano Ronaldo. 

Ese club adquirió sus derechos deportivos hasta 2024 y fijó su cláusula de rescisión en $ 68,7 millones.   

Gonzalo Plata nació para jugar fútbol. Quienes lo vieron crecer en la calle L, entre la 24 y la 19, en el suburbio de Guayaquil, recuerdan que desde pequeño pateaba lo que encontraba a su paso. 

Los zapatos que utilizaba para ir a la escuela le duraban a lo mucho un mes. Y los cuadernos siempre estaban sin hojas porque las arrancaba para armar balones de papel. Las zapatillas que le compraban para el diario las dañaba en cuestión de horas.   

Pese a las carencias económicas de la familia, Mónica trataba de asimilar estos episodios con paciencia. Sabía que su hijo se convertiría en futbolista profesional y que los ayudaría a salir adelante haciendo lo que le apasiona.

Bryan Quinteros Jiménez es el hermano mayor de Gonzalo. Él se turnaba con su mamá para llevarlo a los entrenamientos. Tenían que tomar hasta tres buses para llegar al complejo de Rocafuerte. Hoy siente que el esfuerzo valió la pena. 

Recuerda que uno de los momentos más emocionantes para la familia ocurrió en Medellín (Colombia), cuando Gonzalo tenía 12 años y marcó un gol “a lo Messi” con el equipo ecuatoriano en el torneo Pony Fútbol. 

Con destreza y habilidad, “El Diablo”, como lo apodan sus amigos cercanos, gambeteó en el área a cuatro rivales y cuando quedó mano a mano con el arquero rival levantó el balón con clase para marcar.

Al finalizar el partido un periodista se le acercó y le preguntó a quién dedicaba el tanto. Gonzalo le dijo que a su mamá Mónica y a su hermano Bryan, quien durante  su infancia y hasta ahora hace el rol de padre. 

Gonzalo Plata se crió con su mamá y sus cuatro hermanos en una casa de caña guadúa y madera en el suburbio de Guayaquil. Su padre abandonó el hogar cuando tenía meses de nacido. 

Mónica, oriunda de San Lorenzo (Esmeraldas), sacó adelante a sus cinco hijos sola. Cuando su exesposo la abandonó empezó a trabajar como asistente doméstica. Después abrió un puesto de venta de encocados con sus ahorros, negocio que le ayudó a tener un poco de estabilidad económica y le permitió darles estudios a sus hijos.

“Ese es mi mayor orgullo”, cuenta Mónica sentada en un sofá ubicado en la sala de su nueva casa, la cual adquirieron cuando Gonzalo firmó su primer contrato con Independiente del Valle.  

Pero en esta parte de la historia hay un hecho que resulta jocoso. Cuando la dirigencia de Independiente le ofreció dinero a cambio de los derechos deportivos de Gonzalo, Mónica se negó en principio porque pensaba que estaba vendiendo a su hijo. “Tuvieron que explicarme bien que no era una venta de él como persona, sino de sus derechos deportivos”, cuenta Mónica entre risas.

La sala de la casa donde vive la familia es una suerte de altar en honor a Gonzalo. Mónica ha enmarcado cada recorte de periódico que hace referencia a su hijo. Esos recuerdos ocupan toda la pared principal de la sala. Junto a las notas de prensa han instalado unos clavos sobre los que cuelgan más de 25 medallas de oro, plata y bronce. 

A un costado se exhiben más de 15 trofeos que ha ganado el joven futbolista en su corta carrera. 

En una repisa, junto al televisor en el que la familia ve los partidos de la selección sub-20, hay un trofeo especial para todos. Es un botín inclinado hacia adelante que Gonzalo ganó cuando quedó goleador nacional en la categoría 12 años con Independiente del Valle.

Su madre recuerda un hecho particular que ocurrió en ese campeonato. Gonzalo estuvo a punto de quedar fuera de ese torneo por un desgarro muscular. Pero Mónica se peleó con los entrenadores y les advirtió que su hijo iba a estar en la cancha.

Ella misma se encargó de recuperarlo. Pasaba madrugadas enteras calentando un ladrillo rojo y aplicándoselo en la zona afectada. Cuando fue donde el médico para que lo evaluara, la lesión había desaparecido. Gonzalo fue el goleador y el mejor jugador del torneo. 

Antes de llegar a Independiente del Valle, Gonzalo Plata pasó por Rocafuerte FC, la Academia de Alfaro Moreno y la Escuela de Fútbol Metropolitana de Guayaquil. Pero ninguno decidió apostar por su talento.

Fue el equipo de Sangolquí el que le ofreció un lugar para quedarse y se comprometió a darle los estudios. Esa fue la condición que puso su mamá para cederlo. Antes de sellar el acuerdo Mónica viajó a Quito para conocer las instalaciones de Independiente.

Su madre lo describe como un ganador obstinado capaz de irse de puños para defender a su equipo. Y ella dice que es una “leona” cuando se trata de proteger a su hijo 

Una vez, después de un partido defendiendo la camiseta de Independiente del Valle, Gonzalo se peleó con un rival y la mamá de este intentó pegarle. Mónica enfureció y salió en defensa de su hijo. “Si le pegas te mato”, recuerda que le dijo a la otra madre de familia. 

Un episodio similar ocurrió en Manta, también durante un partido de un torneo infantil. Gonzalo le cometió una falta a un adversario y los aficionados del equipo rival lo rodearon y se le lanzaron encima para agredirlo. Ese día Mónica pensó que Gonzalo iba a morir. Pero pudo sacarlo del tumulto, el partido se suspendió y los jugadores de Independiente salieron de la ciudad resguardados por la Policía. “Nos lanzaron piedras, palos. Querían lincharlos. Esa fue la peor experiencia que he vivido en una cancha de fútbol”, recuerda Mónica.  

Un sueño realizado
Mónica Jiménez recibió la semana pasada una llamada inesperada. Manuel Sierra, el empresario que maneja los derechos deportivos de Gonzalo, la contactó para avisarle que el jugador viajará a Portugal inmediatamente después del Sudamericano para jugar en el Sporting Lisboa. Ella saltó de alegría y lloró.

Pero solo le puso una condición: que regrese unos días a Ecuador y que le permita a ella viajar con Gonzalo a Portugal hasta que se adapte a la disciplina en su nuevo club.

Antes de que se concrete su fichaje al Sporting, Plata tuvo una oferta para vincularse al FC Barcelona. Un agente del club catalán visitó en diciembre pasado las instalaciones de Independiente del Valle para preguntar por el joven mediocampista. 

En ese momento, el agente  confirmó que el plan de Plata era jugar en el Viejo Continente. “Me han preguntado mucho por Plata. Los equipos quieren saber en qué situación se encuentra con Independiente del Valle. Por sus cualidades como futbolista, podría completar su formación en Europa”. 

Cuando termine el Sudamericano Gonzalo pasará unos días junto con su familia en Guayaquil y después viajará a Europa. (I)