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El Telégrafo
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La playa El Matal, un poblado dedicado al turismo y la pesca, está afectada

Freddy Jarrín se convirtió en el salvador de su esposa e hijas

La mayoría de hostales en Canoa, un balneario conocido por sus olas para surfear, han quedado destruidos. La ayuda comenzó a llegar desde el domingo.
La mayoría de hostales en Canoa, un balneario conocido por sus olas para surfear, han quedado destruidos. La ayuda comenzó a llegar desde el domingo.
Foto: Rodolfo Párraga/El Telégrafo
20 de abril de 2016 - 00:00 - María Fernanda Arreaga

Desde Canoa, Jama y El Matal.-

Calles destruidas, hoteles enteros caídos y los restos de lo que era un pequeño supermercado son parte del panorama de Canoa, un balneario ubicado a un kilómetro de San Vicente y cerca de Bahía de Caráquez (Manabí).

Se estima que allí vivían 6.000 habitantes, la mayoría dedicada al turismo comunitario. Hoy, luego del terremoto y las siguientes réplicas, quedan pocos. Hasta el lunes se estimaban 33 fallecidos, según el personal de Criminalística que ha llegado a asistir en la remoción de escombros y búsqueda de las víctimas. Uno de los muertos fue sepultado sin identificar, debido al avanzado estado de descomposición.

Tres de los cuerpos sacados el lunes provenían del hotel Royal Pacifico y pertenecían a la familia León Ontaneda. Se trataba de los padres y un niño de 12 años, que habían viajado hasta Canoa para vacacionar, procedentes de Sangolquí.

Raúl León, un sobreviviente que hoy agradece por la nueva oportunidad, aún recuerda lo ocurrido aquella tarde del sábado 16 de abril cuando sintió el terremoto de 7,8 en la escala de Richter. “En ese momento estaba lavando el carro. Eso hizo que nos salváramos de milagro”.

Dentro de la tragedia hay historias de esperanza como la de los esposos Gabriela Rivadeneira y Freddy Jarrín.

Ella quedó atrapada en los escombros tras caerse los pisos del hostal que administraba. El héroe fue su esposo Freddy, quien la buscó y removiendo trozos de hormigón logró sacarla junto a sus hijas. “Las saqué de los escombros, gracias a Dios, con vida, porque moví rápido la pared. Les grité y ellas respondieron”, cuenta el hombre.

Gabriela hoy tiene unos raspones y 7 puntos en su frente. Una de sus hijas está grave, porque le cayó un ladrillo y no puede caminar. “Vi como todo se caía encima y solo tomé a las niñas. Fue un estruendo y en pocos segundos todo el sacrificio se fue abajo”.

En algunas calles hay manchas de cemento y sangre, sumado a un profundo silencio en respeto a quienes han muerto. Muchas de las familias ya han dejado Canoa y unos 30 acampan en un terreno cerca al cementerio. La asistencia ha llegado por parte de voluntarios. “Desde el domingo hemos recibido ayuda, pero necesitamos mucha agua y repelentes para mosquitos”.

Gina Álvarez es una de las últimas personas que dejó Canoa. Viajó hasta Chone con su madre, quien tenía una fractura en la cabeza.

Tito Loor, un comerciante del lugar, dice con fe que el pueblo se recuperará, a pesar de “que han quedado en las ruinas. Quisiera que nos ayuden con créditos para volvernos a parar”.

En Jama, los insumos pueden ser retirados en las estaciones de los policías. Varias familias están en carpas, una monja es la guía de un campamento. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

Situación en Jama y El Matal

En Jama, un cantón ubicado al este de Pedernales (epicentro del terremoto), 500 personas duermen en la montaña luego de perder sus hogares. Allí han armado carpas con los objetos que lograron recuperar.

En este hogar improvisado habita Ernesto Zambrano, quien se acomodó para asar verdes en una fogata que armó con papel higiénico.

El sismo lo tomó por sorpresa en la carretera, cuando se dirigía a su vivienda acompañado de su hijo. “Tuve que esquivar los postes y no podía caminar. Llegue gateando a mi casa. No quedó nada”.

En la playa El Matal, un poblado cercano a Jama, familias enteras viven en carpas y también buscan refugio en partes altas y canchas. Luis Andrade recuerda que empezaron a subir a la montaña cuando notaron que el mar empezó a retroceder, “era como si se secaba y venía un tsunami”.

Comenta que la mayoría de las familias están preocupadas porque no tienen a dónde ir, y en el grupo de sobrevivientes hay embarazadas que necesitan medicinas.

El lunes por la madrugada sacaron a una de ellas para ser atendida en una población cercana. En El Matal los moradores estiman 12 fallecidos.

Al menos 100 efectivos del Batallón de Esmeraldas han sido destinados para Jama. (I)

DATOS

Tanto la Secretaría de Gestión de Riesgos y las Fuerzas Armadas receptaron ayer donaciones para Jama y Canoa.

El camión con alimentos, ropa y medicinas saldrá en las próximas horas. Se ha establecido ayuda policial para evitar robos.

La Vicepresidencia informó que se ha enviado unas 80 toneladas de alimentos y otro tipo de ayuda humanitaria para los cantones afectados en Manabí.

La playa El Matal, ubicada a 5 kilómetros del cantón Jama, es un pueblo de pescadores. Al menos 200 familias duermen en carpas. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

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40.000 botellas donadas

Distribuidoras venden el agua al por mayor

Luego de la disposición del Gobierno Central de que las empresas embotelladoras entreguen provisiones (en especial agua) para ayudar en la emergencia, las primeras donaciones se asignaron ayer.

Coca Cola y Arca Continental indicaron que un total de 126.000 litros de agua, jugos, hidratantes y avenas han sido entregados, a través de instituciones gubernamentales, a los damnificados en las zonas costeras ecuatorianas afectadas. En los próximos días se prevé entregar más de 282.000 litros adicionales para apoyar con las necesidades de hidratación de la población, productos lácteos de Toni y 20.480 snacks de Inalecsa.

“Después del terremoto nuestro sistema entregó 40.000 botellas de agua a través del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y el  Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social”.

Además, 51 trabajadores de la multinacional se presentaron como voluntarios para el Ministerio de Salud y el Mies, informó Guillermo Aponte, director general de Arca Continental Sudamérica.

Teddy Crow, directivo de la embotelladora Resgasa, informó que desde la medida gubernamental su producción ha aumentado el 40%. “Aunque la demanda ha crecido, hemos podido responder. Reabrimos la planta plástica de fundas como preventivo para cumplir con la ayuda”.

Ambas embotelladoras indican que desde sus distribuidoras pueden adquirir el producto a precio al por mayor, con el fin de evitar la especulación. (I)

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