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El Telégrafo
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LOS DAMNIFICADOS RECIBEN LA AYUDA DE DIVERSOS ORGANISMOS ESTATALES, ASÍ COMO DONACIONES DE AGUA, ALIMENTOS, ROPA Y MEDICINAS DE MILES DE ECUATORIANOS SOLIDARIOS

30 días del peor desastre en suelo manabita

Vanessa y Segundo fueron rescatados de entre los escombros. Están agradecidos con los bomberos de Quito, sobre todo con el jefe de la institución, por la imagen que les obsequió.
Vanessa y Segundo fueron rescatados de entre los escombros. Están agradecidos con los bomberos de Quito, sobre todo con el jefe de la institución, por la imagen que les obsequió.
Rodolfo Párraga / El Telégrafo
16 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Hoy, hace 30 días, el país fue testigo de uno de los peores desastres naturales que afectó a una zona costera de Manabí y Esmeraldas. A las 18:58 del sábado 16 de abril un poderoso terremoto en tierra provocó la muerte de 660 personas, 4.605 heridos y la destrucción de poblados enteros. Lo posterior fueron horas de terror, destrucción total de edificaciones y llanto en las calles de al menos 10 cantones manabitas, los más devastados por el remezón que tuvo como epicentro un sector entre Pedernales y Cojimíes.

De inmediato se activaron todos los ministerios y organismos responsables de atender este tipo de emergencias. Así mismo, en pocas horas, el mundo veía horrorizado la magnitud de lo ocurrido en el territorio nacional.

El presidente Rafael Correa, en uno de sus recorridos por la zona de desastre, dijo que las pérdidas llegarían a los $ 3 mil millones. Al momento, varias entidades estatales trabajan en establecer la cifra definitiva. Previamente, desde Roma, donde se encontraba el Jefe de Estado, decretó el estado de excepción en todo el país.

Jorge Glas, quien estuvo encargado de la Presidencia el día del desastre, dispuso la movilización de 14 mil hombres, entre policías y militares. Así entonces el número 7,8 será difícil de olvidar para los ecuatorianos. Esa fue la magnitud del movimiento telúrico.

El corazón comercial de Manta, Tarqui, quedó convertido en ruinas. El centro de Portoviejo quedó como postal de guerra. Edificios caídos y gritos desgarradores de auxilio fueron una constante. En los 42 segundos que duró el sismo la vida de centenares de personas llegó a su fin.

Otros más murieron con el pasar de las horas, bajo los escombros de lo que un día fue su casa, hoteles, restaurantes y centros comerciales. El lugar donde más víctimas se registró fue el multicentro Felipe Navarrete. Ahí perecieron 92 personas y otras 13 fueron rescatadas con vida.

A un mes del terremoto, en Tarqui, todo es penumbra por las noches. En la zona cero de Manta solo hay militares y policías. Tarqui siempre fue movimiento. No se podía estar tranquilo por sus calles, sin importar la hora del día. Ahora todo es silencio y tristeza. La bullanguera Canoa también está en escombros, con su gente que busca levantarse. Han sido días de dolor, de empuje, de buscar superar lo sucedido.

Esa noche de abril, que ahora queda marcada como el 16-A, se hizo eterna, al igual que la madrugada del domingo. Más de uno se vistió de héroe en esas horas para ayudar a quienes estaban bajo los restos de edificaciones. Los rescatistas empezaron a llegar a Manta a las 04:00. El primer grupo fue de Guayaquil.

A medida que pasaban los días, la cifra de muertos aumentaba, 125, 270, 325... hasta llegar a 660. Pero, asimismo, las historias de esperanza afloraban con los sobrevivientes, como Pablo Córdova, quien estuvo 36 horas bajo los escombros del hotel El Gato; o Katty Rezabala, quien pasó 57 horas sepultada en el centro comercial Felipe Navarrete.

La ayuda llovió para Manabí en la primera semana. Fue impresionante ver cómo el país se unió. Miles de personas se movilizaron a los distintos centros de acopio que se instalaron en el país, no solo para donar agua, alimentos, medicinas, ropa y otros implementos. También lo hicieron para separar los insumos y colocarlos en fundas que posteriormente fueron repartidas a los damnificados.

La colaboración extranjera también se hizo presente. Todos fueron Ecuador. Los sobrevivientes, de a poco, se fueron asentando en los albergues. Todo fue tomando forma. El comercio se reactivó con el pasar de los días. Los tarquenses se abrieron a otros puntos. No se quedaron quietos ante la tragedia. El manabita es ‘tirado para adelante’, esforzado y lo demuestra día a día tras el terremoto.

Adrián Cedeño, desde el 18 de abril, todas las noches enciende cuatro velas donde había un edificio en Portoviejo. Allí perdió la vida su amiga Vicky Castro. Rodolfo Párraga / El Telégrafo

Esposos se van recuperando

Vanessa Baque y Segundo Pin van retomando su vida normal tras cuatro semanas de aquel devastador terremoto que los dejó sepultados entre losas y escombros durante 33 horas, en lo que fue el centro comercial Felipe Navarrete.

El viernes, los dos caminaron por el sector de Playita Mía, en busca de mariscos que tanto extrañaban y que excluyeron de la dieta durante la recuperación. Estos esposos, oriundos de Jipijapa, pero domiciliados hace 16 años en Montecristi, planificaron ir hoy a la iglesia Divino Niño para agradecer a Dios por permitirles seguir con vida.

Antes de hablar de lo que pasó ese día, Vanessa y Segundo invitaron a ingresar a su vivienda mostrando un adorno de bombero. Se los regaló el comandante del Cuerpo de Bomberos de Quito, Éder Arroyo, quien los rescató del lugar en donde quedaron atrapados. Los cónyuges estuvieron en la capital de la República y fue allí donde el jefe bomberil les entregó el regalo. “Para nosotros fue un orgullo que él nos obsequiara algo que significaba mucho”.

Segundo recuerda que el 16 de abril los dos fueron a Tarqui a comprar una vela porque al siguiente día su esposa cumplía años. “Iba a llevar a mi sobrino Efrén Baque, que vive en la casa desde hace tres años en que mi hermano falleció. Le insistí dos veces y me dijo que no; yo no me hubiese perdonado si mi muchacho se me moría”, expresó la mujer. Cuando empezó a temblar la tierra Segundo se agarró de una columna y le pidió a Vanessa que no se soltara.

En la mente del hombre pasó la idea de que hasta allí iban a a llegar. Enviaron mensajes a familiares de que estaban en el segundo piso del Felipe Navarrete. Vanessa halló pitos, le entregó uno a su esposo y otro a una chica que estaba a su lado. Comenzaron a pitar. “Yo rezaba a Dios, a mis santitos”, aseveró la mujer. El tiempo para la pareja era imposible de calcular adentro. Segundo estimó que ya era 17 de abril porque sintió mucho calor; estaba seguro de que era mediodía, pero se hizo el que no se acordaba del cumpleaños de Vanessa porque seguro comenzaba a llorar.

La joven narró que a las 15:00 de ese 17 decía mentalmente: “Ya es mi cumpleaños”. “Me imaginaba la torta y una vela y al momento de apagarla y pedir el deseo dije: Dios, te pido que nos saquen de aquí”.

Ella siguió las indicaciones de su esposo de tener los ojos cerrados porque si los abría se desesperaba. La sed era inmensa y tuvieron que ingerir su propia orina. “Ya no podía respirar porque los cuerpos empezaban a descomponerse”. El hermano de Vanessa, Roberto y su cuñado Erasmo fueron los primeros en llegar hasta el lugar. Roberto consiguió un casco y a modo de rescatista se mantuvo hasta el final que sacaron a su familiar. Adentro, la pareja escuchaba los gritos. “Nosotros dábamos ánimos a los demás”, recordó Vanessa, quien ahora junto a Segundo tratan de salir adelante y van cumpliendo las promesas ofrecidas. (I)

Ciudadanos huyen por el terror

Riobamba es uno de los destinos de catorce familias

El terremoto obligó a varias familias de Manabí a desplazarse hasta otras ciudades del país. Unas por el miedo y el trauma que el suceso les causó, mientras que otras buscan la manera de iniciar una nueva vida. Hasta Riobamba, según registros del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), han arribado 77 personas que conforman 14 familias.

Cada una de ellas tiene diferentes historias de cómo afrontaron el desastre y la pérdida de sus seres queridos. Sin embargo, todas tienen el mismo objetivo: continuar con su vida y salir adelante.

Uno de ellos es Jorge Mesacha, quien llegó a la capital chimboracense junto a su esposa y tres hijos. Él comentó que desde hace 15 años tenían un negocio de venta de encebollados en Pedernales. Su situación económica era muy buena, ya que se establecieron en una de las zonas más visitadas por los turistas.

Tenían planificado abrir otro local de comida debido a que la Sazón del Paisa, nombre de su restaurante, tenía gran acogida. Empero, el fatídico 16 de abril acabó con parte de sus sueños. El establecimiento se vino abajo, al igual que la infraestructura de su casa.

Lo único que pudieron recuperar fue la ropa que traían puesta. En medio del dolor de haber perdido todo lo material, les quedó la satisfacción y la alegría de ver a todos los miembros de su familia sanos y salvos. “Decidimos emigrar porque mis hijos tienen terror de estar ahí. Por ello solicitamos ayuda para establecernos en esta ciudad y abrir un negocio. Teníamos miedo, pues no sabíamos cómo nos iba a ir, nos dimos cuenta de que los ecuatorianos somos unidos y me han ayudado mucho”, indicó Mesacha.

El aporte de instituciones públicas, al igual que privadas y la colaboración de la ciudadanía, permitió que esta familia montara un local de comida manabita, en la que se incluyen encebollados, ceviches y platos fuertes.

Las sillas, las mesas, la cocina, incluso el menú impreso en papel y bien decorado fue donado por varias compañías y personas. Ahora el restaurante se llama: La Hueca, el Sabor de Pedernales.

Un riobambeño que prefirió el anonimato les ofreció un local y un departamento, para que puedan residir sin cobrarles nada. “No tengo con qué pagar tanta bondad. Estamos agradecidos de todo corazón”, señaló Ana María Miranda, madre de la familia. Ahora invitan a que los visitantes se acerquen a su local, ubicado en el km 1 vía a Penipe. Historias como estas se repiten en la ciudad donde un grupo de manabitas decidió empezar desde cero. (I)

Búsquedas siguen en área destruida

Una nueva víctima fue hallada en Manta

En Manta fue hallado el cadáver de otra persona entre los escombros, según información que trascendió este sábado. El cuerpo de una mujer estaba bajo los restos del centro comercial Felipe Navarrete. Alrededor de las 17:45 se encontró a la víctima.

Sofonías Rezabala, jefe del Cuerpo de Bomberos de Manta, confirmó la noticia. La víctima fue identificada como Mayra Lainez Carbo, de 24 años. “Todo el tiempo se estuvo trabajando en el lugar. La maquinaria no cesó sus labores. El Cuerpo de Bomberos también estuvo presente ahí todos los días con la idea de que podía aparecer”.

Mayra era una de las personas reportadas como desaparecidas luego del evento de 7,8 grados de magnitud. Su padre estaba seguro de que ella estaba entre los escombros. “Se procedió a cavar un poco con la maquinaria cerca de la losa que aún está de pie. Luego los compañeros usaron cincel y martillo, porque el lugar es sensible y se puede desplomar, ahí fue que apareció la chica”, recordó Sofonías Rezabala.

La estructura ósea estaba intacta y la identificación pudo lograrse porque uno de sus hermanos identificó un monedero que le había regalado. “Aún puede haber cuerpos o personas dentro de los escombros. Sin embargo, por ahora, nadie más se ha acercado al Cuerpo de Bomberos para reportar que hay algún familiar atrapado en la estructura o en cualquier edificio de Manta”. (I)

Hay 250 especialistas en la zona

Campañas de salud se realizan en dos provincias

El Ministerio de Salud de Ecuador (MSP) aplica protocolos para evitar la propagación de epidemias en las zonas afectadas por el terremoto. Actualmente, de acuerdo con datos de la entidad, existen 250 especialistas distribuidos en 50 brigadas que están en albergues de las provincias de Esmeraldas y Manabí.

Asimismo, el Ministerio de Salud Pública inició campañas de vacunación, con dosis gratuitas para todos los pobladores. Por otro lado, los brigadistas efectúan fumigaciones continuas en los albergues y los sectores devastados. Así eliminan criaderos de mosquitos. (I)

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