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Víctor Jara es una estrella que nunca dejará de resplandecer

Víctor Jara es una estrella que nunca dejará de resplandecer
latinta.com.ar
20 de septiembre de 2020 - 07:00 - Carlos Javier Jarquín

Víctor Lidio Jara Martínez (nació el 28 de septiembre de 1932 en Chillán Viejo, Chile) fue músico, cantautor, profesor y director de teatro.

El legado de este maestro es de noble admiración, su notable éxito internacional hoy es símbolo de respeto e inspiración genuina; el pueblo lo recuerda con sincero entusiasmo. Físicamente viajó a “otro plano de vida”, pero artísticamente vive y vivirá infinitamente con incomparable resplandor.

Su constante esfuerzo, fe y firme pasión por el canto lo convirtieron en el legendario artista, que hoy más que nunca la historia le sonríe simultáneamente con muchísima simpatía. Si realmente queremos ser astros tenemos que actuar con honestidad, lo fácil únicamente provoca desencanto improvisado.

Víctor nos enseñó que el trabajo continuo siempre dará resultados extraordinarios. Recodar a Jara es comprender con auténtica lealtad que, por muy difíciles circunstancias que estemos viviendo, nunca debemos decir “no puedo”.

“Era de origen campesino, heredó de su madre la afición por la música. Al ser abandonados por el padre, la familia se trasladó a Santiago, a los 15 años quedó huérfano…”.

Para cumplir nuestras metas, lo primordial que debemos de tener presente es ser disciplinado, apasionado y sobre todo entregarnos incondicionalmente; si cumplimos con esto cualquier objetivo que deseamos realizar lo lograremos exitosamente, (mientras tenemos respiración todo es posible).

Víctor Jara es una estrella que nunca dejará de resplandecer, su positivismo ha contagiado de optimismo a incontables generaciones y su legado perdurará eternamente: “Sus canciones trataban sobre su pueblo y sus problemas, en la línea de los cantautores de la época; con todo, su éxito internacional las llevó más allá de su Chile natal para ser cantadas en cualquier manifestación progresista o concentración universitaria de otros tantos países, particularmente en la España de la transición”.

Muchas personas de poca inteligencia han vivido equivocadas por toda una vida; creen que por provocarle la muerte física a alguien especialmente un artista de renombre internacional, irán a solucionar sus decisiones perversas; si los dictadores en algo se parecen es en lo inhumano e hipócritas que se comportan ante el pueblo. El poder y el dinero en exceso contaminan el corazón de cualquier ciudadano, quienes trabajan para desbordar desgracias, desperdician la gracia de respirar.

Fallecimiento

“Luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al presidente Salvador Allende (1908-1973), el estadio se utilizó como centro de detención y torturas. Víctor Jara fue detenido el día 12 de septiembre en el recinto de la Universidad Técnica del Estado. Durante cuatro días fue sometido a diferentes torturas, entre ellas quemaduras con cigarrillos, simulacros de fusilamientos y la fractura de sus manos con golpes de culata. El 16 de septiembre, fue fusilado junto al director de la Empresa de Ferrocarriles del Estado. Jara murió a consecuencia de heridas múltiples de bala, las que suman 44 orificios de entrada de proyectil con 32 de salida… En septiembre de 2003, al cumplirse treinta años del golpe militar, el gobierno chileno rebautizó al estadio con el nombre de Estadio Nacional Víctor Jara”.

Athenea Stone, escritora y poeta de origen ecuatoriano, desde hace varios años reside en Santiago, Chile. Stone cordialmente me ha compartido uno de sus más recientes poemas que ha escrito, inspirado en este solemne e inolvidable artista, se titula “El hijo de la Amanda”.

Comparto la última estrofa de este hermoso himno: “¡Maldita la necedad del ególatra dictador!, / que no entendió tu canto de zorzal; / que no avistó la grandeza sin igual, / que tu nombre es sinónimo de un triunfador... / Te arrebataron el aliento de vida, / pero no destruyeron tu filosofía; / pues han pasado más de cuatro décadas / y tu voz sigue escuchándose cada día / en las calles, en una melodía cantada / que recuerda al profe, al hijo de la Amanda”. (I) 

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