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"Hagamos de este encierro una oportunidad de convivencia"

Fernando Mieles. Director y guonista de cine ecuatoriano.
Fernando Mieles. Director y guonista de cine ecuatoriano.
Foto: Cortesía Ricardo Bohórquez
31 de marzo de 2020 - 00:00 - Agustín Garcells Cordón

Hay cineastas que son marcados por el título de una de sus películas y con el cual permanecen en el recuerdo del público y la crítica. Es el caso del director y guionista ecuatoriano Fernando Mieles con su aclamado filme Prometeo deportado (2010).

Mieles, luego de la comedia dramática que rompió récord de taquilla en Ecuador y que le acreditó varios premios, ha realizado también cinco documentales entre los que está Persistencia (2015).

Formado en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños en Cuba, entre 1990 y 1993, vivió allí el inicio del “Período Especial”, tras el desmoronamiento del campo socialista en Europa oriental, donde él y millones de cubanos experimentaron un tipo de encierro.

Actualmente es profesor de Guion en la Escuela de Cine de la Universidad de las Artes de Guayaquil, un trabajo “apasionante” que le consume su tiempo.

En este confinamiento por la emergencia sanitaria, Diario EL TELÉGRAFO quiso conocer su quehacer actual, pues en algunas de sus obras ha reflejado la sensación de las personas en un encierro simbólico (Prometeo deportado) y real (Persistencia).

Sobre el tema del filme que le dio el premio a la Mejor película extranjera en un festival en China, dijo que “es diferente cuando trabajas un encierro simbólico para preguntarte lo que era ser un migrante del Tercer Mundo”.

Encierro en Barajas

Recuerda su vivencia cuando al terminar sus estudios en Cuba intentó viajar a España, pero con un pasaje solo de ida Habana-Madrid: “Cuando llego a Barajas me detienen y me deportan para La Habana, pero allá tampoco podía entrar porque necesitaba visa y me querían devolver a Barajas, todo un rollo burocrático”.

Esa experiencia traumática le hizo pensar por qué le sucedió cuando hay gente que se mueve libremente en el mundo: “Estuve con esa idea mucho tiempo y en 1999 comienza la crisis bancaria en Ecuador, la gente empieza a migrar, ya no era solamente mi historia, pero mi experiencia me sirve como punto de partida”.

Prometeo era una película alegórica en la que yo quería entender lo que era Ecuador, la diseñé como una película de encierro donde no quería que se viera el exterior y lo que me interesaba eran las voces de los personajes para percibir el país que yo había visto en 10 años y que no alcanzaba a comprender y que aún no comprendo”, reflexiona.

Cambios y más cambios

Sobre lo que estamos viviendo por el covid-19, piensa en todas las alteraciones que a su generación le ha tocado enfrentar: “Yo aprendí a hacer cine en 35 mm, pasé al video, después al video digital, luego a la alta resolución, todo te va marcando y ahora con esta crisis creo que lo bueno es que se cuestiona todo”.

Hace referencia a que en este momento, como profesor universitario, se está mutando de la clase presencial a la virtual, “estamos aprendiendo a variar los modelos”.

Como hombre de cine, el desarrollo de este arte en Ecuador ocupa una parte de la conversación. Refiere que si bien hay problemas es indudable que la Ley de Cine trajo beneficios, pues “antes se hacía una película cada cinco años”.

Argumenta que Prometeo deportado la comenzó a escribir en 2003 y cuando recibió el premio a Mejor guion en el Festival de Gibara, en Cuba, pensó que era un espaldarazo; sin embargo, se comienza en 2008 pues en 2007 gana en los fondos concursables.

Un mensaje actual

Como creativo, en este momento nos remite a algunas novelas que hablan del encierro y donde se reflexiona sobre la ética del amor y la solidaridad: “Hay un libro en el que pienso mucho, Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, donde había una epidemia, una cuarentena, para leerlo”.

También mencionó otras obras con esta temática del encierro, como el cuento La autopista del sur, de Julio Cortázar, donde se narra un fabuloso atasco que es una metáfora de nuestras vidas donde vivimos atrapados en una rutina.

Mieles considera que podemos utilizar esta experiencia del confinamiento “para vernos nosotros mismos y ver al otro, y descubrir que somos el otro”.

“La cuestión es que aquí está cambiando todo y nos preguntamos qué va a pasar después, cómo vamos a resurgir ante la nueva situación, si es que vamos a intentar estar con los mismos valores y esquemas… creo que no, cambia todo”, comentó.

Recuerda que algunos Gobiernos en una crisis recortan educación y salud, “pero ahora te das cuenta cuan importante es un sistema de salud y educativo fuertes, hay que hacer de este encierro una oportunidad de convivencia”.

Finalmente se refirió a uno de sus últimos documentales, Persistencia, aquí narra una forma de encierro en que un grupo de personas vive 28 días en una base militar en la Antártida, del tamaño de un contenedor. “También una forma de encierro, donde tienes que educarte mental, espiritual y físicamente para estar contigo mismo y con el otro”. (I)

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