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El Telégrafo

Contaminación atmosférica, medida a través de smartphones

Contaminación atmosférica, medida a través de smartphones
27 de enero de 2013 - 00:00

Un grupo de expertos en computación de la Universidad de California, en San Diego (Estados Unidos) construyó una pequeña flota de sensores portátiles de polución que permitan a los usuarios supervisar la calidad del aire en tiempo real en sus teléfonos inteligentes (smartphones).

Los sensores resultan útiles a las personas que padecen ciertas enfermedades respiratorias crónicas, como el asma, por lo que necesitan evitar exponerse a gases contaminantes.

CitiSense es el único sistema de monitorización de la calidad del aire disponible en cualquier momento y capaz de suministrar información en tiempo real a los usuarios de teléfonos móviles y de ordenadores personales.

Los datos reunidos por los sensores portátiles también pueden usarse para estimar la calidad del aire en los lugares donde haya dispositivos que los contengan, al  proporcionar información útil no solo para los portadores, sino también para la gente del entorno.

Con solo 100 sensores desplegados en un área bastante grande  se podría obtener una valiosa cantidad de datos, más de lo que un pequeño número de estaciones convencionales de vigilancia atmosférica puede proporcionar. Además, el costo es inferior.

William Griswold, quien es  profesor de ciencias de la computación y  es el investigador principal del proyecto, explicó que los sensores del sistema CitiSense detectan los niveles de ozono, dióxido de nitrógeno y monóxido de carbono, los cuales son los gases contaminantes más comunes emitidos por los automóviles y otros vehículos con motor de combustión interna.

“La interfaz de usuario muestra las lecturas del sensor en un teléfono inteligente usando una escala por colores basada en las categorías empleadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos para calificar la calidad del aire, abarcando desde el verde (bueno) hasta el púrpura (peligroso)”.

“En las pruebas iniciales, los sensores resultaron ser excelentes herramientas educativas para sus usuarios. Mucha gente asume que la polución se distribuye de manera homogénea. Pero eso no es así. En realidad se concentra en ‘puntos calientes’, como por ejemplo a lo largo de las calles más transitadas por el tráfico, en ciertas intersecciones, y en sitios menos obvios”.

Los sensores se lo dejaron claro a los usuarios, quienes, gracias a ello, fueron capaces de emprender acciones para limitar lo más posible su exposición a los gases contaminantes.

Por ejemplo, los que habitualmente realizan en bicicleta sus desplazamientos urbanos se percataron de que podían evitar gran parte de la polución si circulaban por una calle paralela a la más contaminada.

Otro ejemplo es el de las personas que recorren en autobús el trayecto entre su vivienda y el puesto de trabajo. En sus períodos de espera en la parada  se ven expuestos a los gases de los tubos de escape.

Estas personas descubrieron que su exposición a tales gases se veía reducida de forma significativa por el mero hecho de evitar estar cerca de la zona de la  estación que queda justo ante el tubo de escape de los autobuses que se   detienen, ya que la zona suele tener un aire más contaminado que en del resto de la parada. Los usuarios también descubrieron que la polución no solo varía según el lugar, sino también según la hora del día.

A media mañana, los valores de las mediciones en algunas carreteras pueden ser bajos, también  en las horas pico, cuando la gente va a trabajar o regresa a casa.

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