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El Telégrafo
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ENTREVISTA

Verónica Arias: “Es triste ver que hay muy poca gente con una conciencia ambiental”

Verónica Arias: “Es triste ver que hay muy poca gente con una conciencia ambiental”
Fotos: Cortesía
29 de octubre de 2020 - 08:00 - Silvia Murillo

Verónica Arias Cabanilla, exreina de Quito, abogada con una maestría en Derecho Internacional Ambiental en American University, Washington D.C., exsecretaria de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), fue seleccionada entre los 100 latinos más influyentes en la acción climática a escala mundial, por parte de la organización ambientalista Sachamama.

Sachamama es reconocida principalmente por su trabajo en cambio climático y comunicaciones sobre el clima y medio ambiente en las comunidades latinas.

En la lista de latinos más influyentes constan también los ecuatorianos Rosalía Arteaga, expresidenta de Ecuador; Gustavo Manrique, presidente de los Premios Latinoamérica Verde y Nemonte Nenquimo,  presidenta del Consejo de Coordinación de la Nacionalidad Waorani de Pastaza (Conconawep).

Para Arias, trabajar por el medio ambiente y el cambio climático es una cuestión de convicción. Rememorando su niñez dice que aún recuerda cómo sus profesores de la escuela y colegio Los Pinos, le enseñaban a sumar y restar con las semillas de los eucaliptos. Ese amor por la naturaleza la mantiene muy cerca de ella, tanto así que en sus momentos de descanso le gustan los paseos al aire libre y practicar yoga.

Verónica Arias es ahora la directora ejecutiva de la Coalición Ciudades Capitales de las Américas, frente al cambio climático -CC35-.

¿Qué significa para usted estar la lista de los 100 latinos más influyentes en lo que es acción climática a escala mundial?

Esta ha sido una gran noticia, la verdad es que muy orgullosa por supuesto de ser ecuatoriana, de ser mujer y además de un gran conocimiento que se ha logrado a través de los años de trabajo en materia de ambiente y de acción climática. Me siento honrada y agradecida a la vez y me compromete aún más por seguir luchando en relación a la conservación del ambiente y ahora más fuerte por la lucha contra el cambio climático. Es un tema que ha sido mi pasión y la verdad es que esto me sigue motivando mucho más para hacer de nuestra casa común un espacio lleno de tranquilidad y ojalá armonía con la naturaleza.

¿Cuál y cómo ha sido su lucha por el medio ambiente y el cambio climático?

Inicié fundando la primera organización no gubernamental de derecho ambiental, se llamaba el CEDA, Centro Ecuatoriano de Derecho Ambiental, donde sentamos las primeras bases de todo lo que es política y legislación ambiental aquí en el Ecuador y en América Latina.

Después estuve al frente de una organización que se llama The Nature Conservancy por 11 años y posteriormente estuve al frente de la Secretaría de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito por cinco años, terminé justamente el año anterior (2019).

Ahora estoy trabajando ya a escala mayor, que es a nivel de la región de América Latina con diferentes ciudades, con alcaldes y autoridades ambientales, como Directora Ejecutiva de la Coalición de Ciudades Capitales frente al cambio climático de las Américas, el CC35, que tiene por objetivo sensibilizar, capacitar y apoyar al desarrollo de las ciudades a que estén conscientes de los temas ambientales primero, y que después puedan dar un salto importante hacia un cambio a la energía renovable, a la energía limpia, a la economía circular, al reciclaje, a la no contaminación y obviamente al mantenimiento de los bosques y biodiversidad de toda la región.

¿Cuál es la realidad de Ecuador en relación a los demás países que conforman esta coalición?

El Ecuador se ha destacado en algunos temas y ha sido pionero en algunos temas. De hecho la Constitución y la Declaración de los Derechos de la Naturaleza es uno de los pilares fundamentales, sin embargo falta mucho por hacer. Es una pena que haya habido una desinstitucionalización del Ministerio del Ambiente de alguna forma, se han recortado muchos recursos (…). Se ha quedado sin guardaparques y el control ambiental se ha debilitado evidentemente. Eso puede marcar un retroceso definitivamente en la región, cuando la tendencia es, a nivel mundial, fortalecer el tema.

Creo que el tema de cambio climático es uno de los fundamentales en la agenda mundial y el Ecuador no puede quedar atrás. Frente a la región creo que todavía nos falta elevar las voces, especialmente América Latina frente al mundo. México, Chile lo están haciendo y el Ecuador podría mostrar muchos ejemplos pero faltan voces ecuatorianas, y esta es una gran oportunidad para elevar la voz ecuatoriana sobre los temas de acción climática.

Es lamentable lo que ocurrió con Galápagos por ejemplo, y todavía no se toman decisiones importantes que reafirmen este tipo de liderazgo en términos ambientales, entonces tenemos que seguir elevando las voces especialmente los ecuatorianos para mostrar al mundo que sí se pueden hacer cosas importantes.

Cuando estuve al frente de la Secretaría de Ambiente en la ciudad de Quito se lograron algunos temas importantes, como por ejemplo la siembra de más de 1’200.000 árboles en cinco años, cuando países enteros tenían como meta menos de un millón. Se logró pasar una legislación de ocho ordenanzas a favor del ambiente en Quito. Instalar la primera planta de biogás justamente para generar energía limpia a base de los residuos sólidos y peatonalizar las calles para controlar el esmog en el Centro Histórico entre otras cosas.

Todo eso hizo que tanto la labor de la Alcaldía y la Secretaría de Ambiente, a la cual yo estuve apoyando en Quito, tuvieran un reconocimiento importante en ese momento a nivel mundial.

¿Cuántos años lleva relacionada a este trabajo?

Llevo 20 años trabajando por esto y en toda esta trayectoria, mi dedicación ha sido constante, es mi pasión, es para lo que vivo y es mi vocación de servicio al Ecuador y al mundo entero, porque el tema ambiental le corresponde al planeta entero, a todos y cada uno de nosotros.

¿Cómo se inició y cómo se dio cuenta que le gustaba este tema?

Desde muy temprana edad, me encanta la naturaleza, estar en contacto con ella; me gusta mucho hacer hiking, el deporte en la naturaleza. Me di cuenta y me gustó mucho cuando estudié y trabajé en temas urbano-marginales con los barrios más pobres de Quito, allá por el año 1992, donde ya había procesos de deforestación en la propia ciudad, y de contaminación en los ríos Machángara y Monjas, y no había gente que estudie esto en el país y menos aún mujeres.

Entonces terminé de estudiar Derecho y me especialicé y fui una de las pocas mujeres ambientalistas que se especializó en esa materia y volví al Ecuador justamente a fundar la primera organización en este tema. Así que desde ahí en adelante he seguido trabajando dedicadamente y cada vez que voy a un sitio especial, a un parque nacional, a una cascada, a un bosque, la verdad es que me inspira a seguir trabajando por lo que creo y para el bienestar de mis hijos, de las futuras generaciones; es un tema de vocación realmente.

¿Qué estamos haciendo mal como habitantes de este planeta?

Estamos haciendo muchas cosas mal. La verdad es triste ver que hay muy poca gente con una conciencia ambiental; hay un consumismo galopante en todo el mundo, creo que de alguna manera la pandemia ha frenado y nos hemos dado cuenta. El ser humano vuelve a sus hábitos y a sus malos hábitos y el consumismo es una de las cosas que más está afectando al planeta, es decir consumimos y desechamos y todo viene envuelto en plástico y eso es matador a la naturaleza.

No hay conciencia con relación a la explotación racional de los recursos, entonces vemos simplemente que a la gente no le importa pescar industrialmente, no le importa si es que se tumba un bosque o matan animales.

El tráfico de vida silvestre es una de las cosas terribles que aquejan también a la humanidad y nadie se da cuenta; la destrucción de los hábitats no solo por el crecimiento de la ciudad sino simplemente por la ambición y la codicia del hombre están llevando a que el ambiente y cambio climático esté ocurriendo ya.

Tenemos evidencia científica del deshielo de los polos, de inundaciones que ocurren todos los días, en todas partes, del proceso de desertificación y de calentamiento a niveles históricos en diferentes partes del mundo, y además la extinción del 60% de animales y de especies a nivel mundial es realmente crítico.

Entonces estamos llamando a una emergencia climática, se habla ya de que esta década es la definitiva para saber si este planeta puede seguir adelante o realmente se viene -como ya dicen muchos científicos- la extinción masiva.

Este es un llamado de atención y por eso el objetivo de estos reconocimiento es simplemente elevar las voces de gente que conoce, que ha tenido trayectoria, pero más allá de eso, es un llamado de atención a que la gente reaccione, tenemos que parar con los malos hábitos de consumo y tener mayor conciencia en las cosas que son importantes y que es básicamente nuestra casa común, nuestro hábitat, porque esa es la base de toda la existencia misma de la supervivencia del ser humano.

El encierro durante la pandemia fue una manera de darle respiro al planeta de tanta toxicidad que generamos, sobre todo las industrias. ¿En qué medida se logró oxigenar un poco el planeta?

Definitivamente se logró oxigenar el planeta, tuvimos un aprendizaje importante. China redujo el 25% de contaminación al igual que Chile. Quito, que tenía niveles de contaminación -no lo más deseable, pero a niveles aceptables- bajó enormemente al igual que Lima y otras ciudades.

En Venecia veíamos sus canales llenos de peces y el agua muy clarita al igual que muchos ríos, con imágenes satelitales se podía ver muy bien. Ahora se ha vuelto a aquello, vemos ya noticias críticas de la India nuevamente con problemas, no tienen que usar solamente el tapabocas por el tema de la pandemia sino por la contaminación que existe.

Y otros de los grandes aprendizajes que tuvimos es que la relación de salud y ambiente se vuelve más crítica porque aquellas ciudades, según estudios de Harvard, donde hubo mayor contaminación, tuvieron mayor problema de covid y mayor mortalidad, gente que murió por covid por problemas pulmonares, no así con las ciudades que tenían el aire más limpio. En definitiva se hizo mucho más claro la vinculación entre calidad de aire con calidad de vida.

Cuando habla de que esta década es decisiva para establecer una emergencia climática, ¿cree que a los gobiernos les falta concientizarse sobre el problema y que faltan políticas públicas?

Sí, definitivamente, se espera que el próximo año durante la COP26 (Conferencia de la ONU sobre el cambio climático), haya compromisos mucho más reales. De hecho en eso estoy trabajando actualmente al frente del CC35, para generar el compromiso de todas las ciudades, capitales latinoamericanas, para que suscriban los acuerdos y legislación de no contaminación y de llegar a cero carbono para el 2050.

¿Qué significa cero carbono? Que no haya uso de combustibles fósiles, que se cambie a energía renovable, que haya menos desechos, que haya una ciudad sin plásticos, es decir un compromiso a largo plazo, pero urgente, eso estamos trabajando ahora. Hemos tenido muy buenas reacciones de muchos de los alcaldes y de las ciudades capitales como Santiago, Bogotá, Tegucigalpa, San José de Costa Rica, la ciudad de México, entonces estamos trabajando justamente con ellos para apoyarles en ese cambio. No es fácil porque se necesita financiamiento y las ciudades no lo tienen.

Estamos trabajando también en un gran fondo de $ 750 millones para financiar proyectos de cambio de energía renovable, con inversión de la empresa privada a nivel global. Estamos trabajando muy fuerte en estas iniciativas para lograr cambios en esta década, para mostrar ya resultados al 2030.

¿La naturaleza nos está pasando la factura?

Es una relación propia porque la naturaleza es viva y obviamente si es viva y estamos haciéndole daño, rompiendo ese equilibrio, evidentemente va a tener un efecto negativo. Es como si tuviéramos una telaraña, si halamos una piolita de su lado izquierdo va a tender a moverse toda la telaraña y así es el planeta, es un planeta vivo.

Acordémonos que el 80% de la población en Latinoamérica por lo menos está viviendo en las ciudades, entonces si hay un temblor, una erupción volcánica, un deslave, por lo general pasa en los sitios más vulnerables, donde se asienta la población vulnerable y ya está también tomada por las ciudades. Antes no pasaba nada porque simplemente había inundaciones, crecidas de ríos, deshielos y estaba en la parte rural, pero ahora se va llevando casas y un montón de gente.

La población es mucho más vulnerable y frente a estos riesgos de lo que se trata es de que estén más preparados, que las ciudades tengan planificación y sean mucho más resilientes, es decir que puedan salir adelante con todo lo que puede estar pasando.

¿Cómo podemos crear ciudades sostenibles, pero también con conciencia ambiental?

Las ciudades sostenibles no existen. No existe una sociedad perfecta, siempre es un camino a seguir, pero se puede ir creando desde el propio accionar personal. Siempre digo que está en nuestras manos y debemos hacer cosas súper simples como no usar plásticos y llevar bolsas, ahorrar energía, ahorrar agua, hacer compost de ser posible en su casa, buscar movilizarse en alternativas como bicicleta o caminar en vez de usar autos y verificar cualquier cosa que sea alternativa al uso de combustibles fósiles, cosas tan simples como esas.

El otro día veía un tema de alternativa de moda, en vez de comprar y que a los dos meses ya la botamos, eso significa millones de millones de litros de agua que se usan en la producción de esa ropa, lo que hay que hacer es lo que se hacía antes, reusar las cosas o pasarle al hermano o recortarla para que esté más de moda. Ese reúso es generar menos consumo.

Imagínese si lo hiciéramos mil personas, un millón de personas, otro sería el cuento, y obviamente los gobiernos deben generar políticas y normativas importantes para la introducción y facilitación de energía renovable, no barreras, no subsidios al combustible fósil que eso es lo que nos está matando.

Acordémonos que el 54% de emisiones y de contaminación del planeta es básicamente por industrias y vehículos, por eso es que la gente está buscando otro tipo de alternativas.

¿Cómo podemos concienciar al ciudadano de que no le haga más daño al planeta, cuando el consumismo está arraigado ¿Cree que todavía estamos a tiempo de que las escuelas retomen este tema y creen conciencia ambiental en los niños?

Eso es clave, por eso llamaba a una política de Estado fuerte, a que en las escuelas, en la malla curricular, se dé educación ambiental desde chiquitos. En las universidades deberían hacer lo propio. Mi apuesta es al cambio de mentalidad de los chicos, los jóvenes, creo que ellos son los que vienen un poco más conscientes con el tema ambiental, aunque no es suficiente y se tiene que dar este tema en la educación.

La educación es una base fundamental para el cambio en la sociedad.

¿Cuando estaba en la escuela le gustaba hacer dibujos de la naturaleza, de animalitos?

Sí y siempre tuve mucho contacto con la naturaleza y de hecho me encanta el olor, me encanta ir a caminar por los bosques, soy mucho de la relajación, del yoga, porque eso me inspira mucho, me relaja y es el amor; creo que lo que no se conoce no se ama.

Entonces puedo repetir lo lindo que es y lo importante que es cuidar la naturaleza (…) Ese vínculo es súper importante y ese es otro llamado de atención. Muchas veces le digo a mi gente y a mis alumnos, chicos está lindo que estén en las ciudades, pero salgan al campo y ahora es una gran oportunidad por la pandemia; veo que mucha gente está saliendo al campo, a los parques nacionales, hay filas para visitar las lagunas, justamente porque necesitamos aire limpio y estar afuera.

Quizás un llamado de atención de la pandemia fue eso, voltéame a ver que aquí estoy yo, necesitas cuidarme porque yo te voy a cuidar a ti, yo lo veo así, es un diálogo simbiótico entre la naturaleza y el ser humano.

¿Cómo fue su etapa de reina?

Esa fue una etapa interesante, fui reina de Quito en 1987 y ahí uno de mis proyectos más importantes fue justamente la reforestación en barrios populares y parques infantiles para los niñitos pobres; entonces desde allá ya me nació el interés por todo esto.

¿Su familia, sus padres, siempre la han apoyado en todo este trabajo que ha venido haciendo?

En todo y esa es una de las bases bien importantes, porque siempre uno lidera con el ejemplo y el ejemplo se lleva en casa y se necesita el apoyo de la familia primero y de los amigos. Siempre todos ellos han estado al lado mío apoyándome, dándome ánimos cuando a veces uno cae, cuando uno se frustra, porque muchas de estas cosas además son ad honorem, no necesariamente es que a uno le paguen ni mucho menos, sino que realmente esto es una vocación y ahí le dan a uno ánimos para seguir adelante. A todos nos gusta muchísimo ir a la naturaleza a compartir, a visitar.

Mis hijas de hecho son expedicionarias, les encanta los fines de semana salir para la naturaleza también.

¿Cuántas hijas tiene?

Tengo dos hijas que ya están en la universidad. La una estudia arquitectura y está haciendo un voluntariado para el zoológico de Quito, está diseñando mejores hábitats para el oso de anteojos y para los leones que están ahí, porque le encantan los animales. La otra estudia psicología y está muy orientada también al rescate de animales y a todo lo que es nutrición, en lo que es mindfulness y lo que es llevar un buen estilo de vida y todos nos complementamos mucho. (I)

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