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"Pasteléate Varón" pasó de las calles a un local, pero con el mismo sabor criollo

Se prepara un segundo local en Urdesa. También se busca  patentar la marca. Los principales clientes son estudiantes y trabajadores.
Se prepara un segundo local en Urdesa. También se busca patentar la marca. Los principales clientes son estudiantes y trabajadores.
Foto: cortesía Joao Sandoval
15 de diciembre de 2018 - 00:00 - Joao Sandoval

Uno de los bocadillos más tradicionales de Guayaquil es el pastel, pero no ese dulce con manjar y velas de cumpleaños, sino aquel que se sirve en canasto, con salsa, limón y el infaltable ají.

“Pasteléate Varón” es la creación de Xavier Escobar, de 36 años, que apostó a la idea de llevar este panecillo que se oferta aún en las calles, a la comodidad de un local.

“¿Quién no recuerda a un pastelero,  que estaba a la salida del colegio o al que encontrábamos después de un partido de fútbol?”, así Escobar inicia su relato del por qué montó su negocio y, aunque al principio desconfiaron de la sazón, hoy es un éxito

La idea de bautizar como “Pasteléate Varón” a este  negocio, ubicado en Sauces 1 frente a Garzocentro 2000, fue por la frase utilizada por cada vendedor de pastel en la ciudad. Entre risas, Escobar asegura que no existe nombre más original para un local.

“Tengo otro negocio de comida, donde oferto costillas y moros, pero en esta época el que menos piensas también lo tiene, así que decidí darle la vuelta al asunto e irme por la idea de los pasteles”.

Javier Martínez, de 26 años, comensal del lugar, acotó que le gustó aparte del pastel, el arreglo del local. “Está lleno de palabras y frases típicas, como ‘acolitador’, ‘camello’, ‘cachudo’, ‘mandarina’, todas las utilicé en mi época de colegio”.

Escobar asegura que el  encebollado comenzó en balde y ahora se sirve en restaurantes de la más alta clase. Si nació así, por qué el pastel no podría seguir el mismo rumbo.

Ya la idea estaba ahí, aunque antes surgieron los peros de sus amigos. “Pero tú crees que la gente va a pagar un dólar, pero tú crees que eso va a funcionar...”. 

Poco le importaron esos argumentos. “Decidí hacerlo porque al fin y al cabo si funciona es mi éxito y si no, es mi fracaso”. 

El primer día solo vendió 50 pasteles, pero en la actualidad supera los 250. Su primer horario es de 08:00 a 14:00 de lunes a viernes.

“La presión de los seguidores en redes sociales era grande, porque muchos nos decían que estaban trabajando y no alcanzaban a llegar, por eso abrimos un segundo horario: 17:00 a 20:00”. (I)  

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