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El Telégrafo
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Nacen campañas para desconectarse de los dispositivos móviles

Actualmente es frecuente a la hora de almorzar llevar el celular a la mesa, incluso es normal contestar llamadas y mensajes. FOTO: ANDRES DARQUEA
Actualmente es frecuente a la hora de almorzar llevar el celular a la mesa, incluso es normal contestar llamadas y mensajes. FOTO: ANDRES DARQUEA
19 de marzo de 2014 - 00:00

Hace 40 años, cuando Eduardo Andrade almorzaba en familia, era casi inconcebible que alguien realizara actividades dispersas, menos aún, que contestara el teléfono si sonaba. Ha pasado el tiempo. Eduardo tiene 69 años y mira -desde otra óptica- que esa enseñanza ahora está caduca.

“A diario es común que los jóvenes, los niños y hasta los adultos lleven sus teléfonos al almuerzo... Creo que se ha convertido en un hábito. Es una total falta de respeto que no se pueda compartir porque cada uno está metido en su mundo”, comenta Eduardo.

En el patio de comidas de un centro comercial de Quito, en el norte, esta dinámica se repite. En 30 mesas, las personas que almuerzan colocan su teléfono celular sobre las bandejas mientras observan los móviles en repetidas ocasiones. Veinticuatro personas utilizan el celular mientras comen. Y más de 15 chatean, almuerzan y conversan con amigos y compañeros. Todo al mismo tiempo.

“No creo que sea una falta de respeto enviar mensajes, revisar el correo o contestar el celular cuando estoy comiendo o hablando con alguien. Yo lo utilizo por trabajo, no puedo desconectarme de la oficina”, dice Romina Mendoza. Sin embargo, su acompañante, Carlos Acosta, no está de acuerdo. “Me parece incómodo que la gente no te escuche y tengas que repetir la conversación muchas veces”.

Según datos del Ministerio de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, el número de líneas de teléfonos celulares en el país -hasta octubre de 2013- ascendió a 17’429.706.

El uso del celular se extiende a varias dimensiones de la vida: en el aula, en la plaza, en la calle. Hace pocos años, en el mundo han surgido varias campañas que promueven el uso responsable del móvil. Por ejemplo ‘Desconéctate para conectarte’, nació en Tailandia cuando una empresa telefónica instó a los usuarios a cuestionarse sobre la tecnología. La campaña contiene videos que promueven una reflexión general con respecto al tiempo que la gente dedica a conversar con sus hijos, a observar la naturaleza mientras viaja, a compartir experiencias con sus seres queridos.

En Ecuador, desde el 30 de julio de 2013, Andrés Jungbluth, un reconocido periodista, se ha unido a la causa pero con su campaña denominada ‘Mira al frente’. Una iniciativa que reúne a 3.469 seguidores en Facebook y hasta la tarde de ayer, 676 en la red social Twitter.

“La idea es que empecemos a reconocer que nos distanciamos enormemente de nuestros amigos, nuestra familia, por darle prioridad al teléfono celular”, explica Jungbluth, quien además afirma que el uso inadecuado del móvil puede provocar, incluso, accidentes de tránsito.

Por ello, en las próximas semanas el ideador de esta iniciativa sellará un convenio con la Comisión de Tránsito del Ecuador para colocar señalética de su campaña. Además, ha concretado el avisaje en una tienda de ropa y tiene previsto llegar de forma masiva con el mensaje: “Permitamos que el celular y la tecnología nos sirva, mas no que nos destruya, nos aísle, nos distancie y hasta nos mate”.

Andrés Hermann, investigador en tecnologías digitales, considera que este tipo de campañas está sujeto a un plano mediático pero hay que avanzar hacia procesos de educación y alfabetización de la sociedad sobre el uso de las tecnologías.

Hermann considera que el abaratamiento de costos y la accesibilidad a las TIC influye en el uso más frecuente de dispositivos. Por ejemplo, cita varias aplicaciones útiles como los recordatorios para tomar medicamentos, las decodificaciones de monedas o los programas que miden actividades deportivas o enseñan los idiomas. “La tecnología no debería suplantar las actividades cotidianas de la persona sino que te debe traer procesos de complementariedad”, afirma.

El 30 de abril de 2012, el joven Paúl Miller se desconectó de todas las redes. Empezó a montar en bicicleta, a leer literatura griega e inclusive, escribió la mitad de una novela. Sin embargo, al cabo de un tiempo descubrió que era imposible estar desconectado del todo.

La conclusión de su experiencia es que la vida debe adaptarse a las condiciones online y offline. No dejar envolverse por ninguna de estas sino complementar ambas.

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