Con 13 años de vida jurídica, la Asociación de Montuvios Emigrantes Trinitaria gana espacio entre los pobladores de la Isla Trinitaria, sur de Guayaquil.

Esta agremiación cuenta con 50 socios activos y aglutina sin discriminación a  hombres y mujeres de Manabí, Guayas, El Oro, Los Ríos y Santo Domingo de los Tsáchilas, menciona Santana Cevallos, presidente de la entidad sin fines de lucro.

El hombre, de 68 años, refiere que la mayoría de los miembros están vinculados al comercio y debido a esto surgió la idea de adquirir productos del campo eliminando a los intermediarios. 

“Nosotros traemos vegetales, frutas y otros artículos comprando directo al agricultor o artesano. Esto nos permite vender a menor precio a los habitantes de la comunidad de la Cooperativa 24 de Marzo. Esto se lo realiza en 5 tiendas creadas por los socios”, afirma Cevallos.

La evolución laboral de este grupo de personas no impide que mantengan las costumbres de sus padres y abuelos: uso del sombrero de paja, saludo tradicional (dar la mano o alzar el sombrero).

Cevallos asegura que promover actividades culturales o ser parte de ellas ayuda a que las nuevas generaciones sientan sus orígenes.

En este tipo de eventos, indica Antonio Chávez, está el clásico “agarra el pollo”. Este juego tradicional, que solía realizarse en festividades campestres, consiste en soltar en un espacio determinado un pollo, gallina o gallo que deberá ser agarrado en un plazo no mayor a cinco minutos por algún entusiasta (hombre o mujer, incluso si es menor de edad).

La asociación recauda fondos para sus actividades con estos actos que suelen efectuarse -en la cooperativa Nelson Mandela II- dos veces al año en Guayaquil (fiestas julianas y octubrinas), refiere el oriundo del cantón Pasaje, El Oro.

Chávez se dedica a la carpintería y al mismo tiempo cría en el patio de su casa patos y gallinas que le sirven para vender en promedio a    $ 10 o para el consumo propio. El orense ve en el modelo de gestión realizado por “África Mía”, una oportunidad viable para efectuar turismo comunitario en otro sector de la isla Trinitaria.

“Este es un plan que tenemos pensado hace años, pero no lo hemos concretado”.

La crianza de gallos de pelea lejos de ser una tradición es una actividad que sigue vigente. En este proceso está la familia de Bartolo Pihuae Lino, quien junto a su hijo cuida la crianza de más de 30 “peleadores emplumados”.

Los especímenes pesan hasta tres libras para ser un ejemplar de las peleas que se ejecutan en Monte Sinaí.

Guillermo Anchundia Mejía lleva más de una década junto a la agremiación trabajando en el impulso de las costumbres campesinas a través de la construcción de proyectos inclusivos.

El portovejense, ingeniero civil, es un promotor de las tradiciones en la localidad.

“Nosotros tenemos un modelo de desarrollo diferente a lo que se acostumbra en la ciudad; gustamos de aguas aromáticas (con hoja de naranja, yerbaluisa, etc.), de tener huertos, entre otros”.

La mujer también encuentra espacio en la agremiación. Un ejemplo es Cristina León, oriunda de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Ella ayuda en la elaboración de los eventos mientras trabaja como maestra y realiza manualidades. (I)