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La elaboración de años viejos relaja a pacientes con trastornos mentales

Jenny V, quien sufre de esquizofrenia, pinta con ayuda de un pincel los zapatos de un muñeco Mickey Mouse. Ella lleva en el Instituto más de veinte años.
Jenny V, quien sufre de esquizofrenia, pinta con ayuda de un pincel los zapatos de un muñeco Mickey Mouse. Ella lleva en el Instituto más de veinte años.
Foto: Maria Fernanda Arreaga / El Telégrafo
26 de diciembre de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Antonio P., de 52 años, toma uno de los cientos de papelitos doblados que reposan en una mesa. Los separa al cortarlos en unidades y luego los amontona uno sobre otro. Dentro de poco los papeles reciclados serán utilizados para la elaboración de monigotes en la que él participa junto a sus compañeros del Instituto de Neurociencias, de Guayaquil.  

Antonio se volvió un experto al hacer burritos, uno de los muñecos más pedidos. Se trata de una terapia implementada hace tres años en el taller de arte del lugar.

Inicialmente los residentes no lograban concentrarse, recuerda Stanley Moreno, auxiliar de enfermería. El 80% sufre de esquizofrenia de tipo paranoide y simple. “Se iban. Quizás porque se aburrían, pero en la actualidad ellos pueden pasar horas en el taller hasta terminar lo que se les pide”.

Según su deterioro cognitivo se les encarga cortar papel,  pegar, pintar o hacer detalles con trazos. Por ejemplo, Marthita, quien sufre de esquizofrenia, pega con cuidado los papelitos sobre los moldes de los monigotes a los que previamente les coloca pegamento. La mujer, que es ágil en lo que hace, en minutos ha cubierto la mitad del “año viejo” con las hojas cortadas por Antonio.

A ella le emociona cuando le piden ayuda para crear un nuevo muñeco. Además ha aprendido a trabajar junto a Mauricio, otro de los residentes. A él la actividad le ha servido para dejar de recoger basura. “Esto hacía que él se enfermara seguido, pero ahora  pasa ocupado”, dice Moreno.

monigotesMarthita junto con Ángel pega decenas de papelitos sobre el molde de un monigote. La actividad los mantiene concentrados y fortalece su motricidad. Foto: Maria Fernanda Arreaga / El Telégrafo

Hay otros casos en los que pacientes dejaron de permanecer acostados en el piso. Ahora se mantienen activos con la elaboración de monigotes de Disney, Pitufos y perros de la serie Pokemón. Son alrededor de 30 los pacientes con enfermedades mentales que trabajan en el taller. Allí escuchan música. “Esta terapia lo que  hace es involucrarlos y mantenerlos despiertos. Incluso hacen equipos para cooperar entre todos”, asegura Moreno.

Asimismo, Shalom Castro, quien es terapista ocupacional, asegura que las actividades han hecho que presten cada vez más atención, obedezcan a las órdenes, su nivel cognitivo mejora y se sientan felices con lo que hacen. “Ellos son perfeccionistas. Buscan que su trabajo quede bien y bonito, además se despierta en ellos el afecto”.

Para emprender la terapia el Instituto compra un muñeco y luego lo envuelve de cinta para obtener los moldes sobre los cuales los residentes trabajan.

Hace tres años empezaron con un pequeño monigote, luego esta cifra aumentó. Este año lograron crear 60 años años viejos de distintos personajes, desde Mickey hasta Paw Patrol y unicornios. En agosto empezaron con el proceso.

Susana Ordóñez, jefa de residencia, afirma que a diferencia de otros años los monigotes elaborados esta vez fueron de interés para usarlos como terapia de integración familiar o para fortalecer la motricidad de otros grupos prioritarios.

“Una doctora nos aconsejó que no los pintaran sino que los dejaran en blanco para que lo pudieran colorear niños o adultos mayores”. La estrategia les resultó. Han vendido así 15 años viejos.

Los pacientes en cada muñeco colocan cinco capas de papel periódico y bond reciclados, lo que  permite que sea resistente al momento de pintarlo.

Jenny V. y Antonio Y. también sufren de esquizofrenia. Ellos se dedican a colocar la pintura. En el Instituto residen desde hace más de dos décadas. Sus familiares se niegan a llevárselos a casa a pesar de que tienen su enfermedad controlada.

Para Ordóñez  lo que ellos hacen demuestra que pueden vivir con sus familias, que no son un peligro para nadie, al contrario son productivos y creativos.

Con el éxito que tuvieron al lograr vender los monigotes antes del 31 de diciembre, descubrieron que la terapia también permitió crear un emprendimiento para estas fechas. Su costo va desde $ 15 hasta $ 30. Con lo que se recaude organizarán un viaje fuera de la ciudad en 2020. (I)

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