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El estado otorga a los galardonados 2 salarios mínimos y una vivienda propia

La solidaridad y la audacia convirtieron en héroes a Ximena y Armando

La solidaridad y la audacia convirtieron en héroes a Ximena y Armando
11 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Sociedad

Foto: MIguel Jiménez/El Telégrafo

Ximena Soledad Muñoz Mora
“SI RETROCEDERÍA EL TIEMPO, YO VOLVERÍA A DONAR MI RIÑÓN”

Cuando recuerda a detalle lo que ocurrió su voz se entrecorta. En la memoria de Ximena Muñoz Mora aún está intacta la imagen de cuando alcanzó a darle la mano a la mujer que, al igual que  ella, estaba en una camilla. La miró directo a los ojos y sonrió.

Aunque la familia de Ximena no estaba de acuerdo con su noble acto, ella estaba dispuesta a donar su riñón.

A pesar de que no conocía a la mujer, y solo la había visto pocas veces decidió hacerlo y salvarla de una muerte segura. Este hecho ocurrió hace 18 años cuando Ximena era enfermera de la Clínica Vozandes y trabajaba en el área de Cirugía Ambulatoria, en Quito.

Hace pocos días, recibió una condecoración como heroína por su acción. Como ella 144 personas más también fueron homenajeadas. “Mi papi y mi hermana me postularon. En un principio les pedí que no lo hicieran porque había pasado mucho tiempo y yo no estaba interesada en recibir nada, solo me queda la satisfacción de haber ayudado”, dice Ximena, ahora de 50 años.

A esta quiteña lo que más le conmovió cuando era enfermera era ver a esa mujer tan vulnerable (no puede revelarse el nombre por confidencialidad) que luchaba a diario por sobrevivir. Siempre estaba acompañada de su madre, quien también se realizó los exámenes médicos pertinentes para saber si podía ser donante compatible. Esa nunca fue una posibilidad.

“La paciente estaba muy delgadita y con la enfermedad su piel se iba oscureciendo. Recibía siempre sangre, hasta que un día tuvieron que hospitalizarla porque ya estaba muy mal. Antes para entregar y recibir el turno, uno tenía que pararse de puerta en puerta, y a mí me tocó pararme en la de ella. Ahí me dijeron que esa persona necesitaba un riñón. De inmediato pensé: ‘Tengo 2, puedo ayudarla’. Así que me puse en contacto con la mamá y todo empezó a tener sentido”, cuenta Ximena.

De hecho se sometió a varios exámenes, el primero fue de compatibilidad, clave para que se pueda realizar un trasplante. “El doctor  me dijo que mi riñón era tan perfecto para ella, era como si se tratara de mi hermana gemela”, recuerda.

En ese entonces, en Ecuador todavía no existía la Ley de Trasplante de Órganos y Tejidos ni se permitía la donación cadavérica, por lo cual era más complicado conseguir un donante, y las listas de espera en el Seguro Social eran infinitas.

“Me desesperaba saber que ella tenía que esperar mucho tiempo por un órgano. Ahora,  me he dado cuenta que no solamente he prolongado mi vida porque me siento más viva que nunca, sino que también he dado más vida a alguien. Me siento bien, no tengo palabras para explicarlo. Si retrocedería el tiempo, volvería a donar mi riñón, sin pensarlo 2 veces”, dice la heroína.

Luego de la cirugía ambas se hicieron grandes amigas, se visitan de vez en cuando, en ocasiones importantes. Por ejemplo Ximena la visitó cuando ella recayó con una apendicitis, que afortunadamente, no afectó a su riñón. “Me dice que soy como su hija”, cuenta.  

Ximena se ha sentido muy bien, no ha tenido ninguna recaída después de la cirugía. Se hace chequeos anuales para controlar que todo esté en orden.

En reconocimiento a su acción, el Estado ecuatoriano le entregará $ 680 (2 sueldos mínimos) y una vivienda propia. Aún piensa cómo podría ahorrar el dinero e invertirlo bien, aunque también asegura que destinará  una parte para ayudar a otros. Sobre la casa, dice que le gustaría utilizarla para fines benéficos. “Quisiera recibir a gente que necesita un sitio de paso”, reflexiona.


Foto: José Morán/El Telégrafo

Armando Rigual Montesino
“TUVE QUE NADAR MUY RÁPIDO PARA PODER SALVARLOS”

Armando Rigual Montesinos aún conserva el equipo gris con amarillo que usó en la competencia de tiro en Ucubamba, Cuenca, al igual que cada uno de los momentos que vivió ese 9 de abril de 1994. Durante la disputa, un deslave llenó el lugar de agua, lodo, piedras y troncos de árboles arrastrados por la corriente del río cerca de Paccha.

Recuerda que eran las 15:00 cuando una fuerte lluvia sorprendió a los competidores. Luego de unos segundos, el agua casi los tapó y con ello creció la desesperación de quienes aún estaban en el interior del campo de tiro. Armando mantuvo la calma y sin dudarlo llevó a los 14 atletas hasta un lugar seguro.

Cuando ya parecía que todo estaba bajo control, y se dirigía cerca del Campo de Tiro para calentarse por el frío, del otro lado, un grupo de 17 niños entre 9 y 10 años gritaba desesperado, por lo que también se lanzó a ayudarlos. Fueron en total 21 vidas las que salvó, incluida la de una perrita.

Por esta hazaña, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) reconoció su hazaña con una ceremonia especial realizada en Quito. Él es uno de los 145 héroes nombrados ese día, sin importar su nacionalidad cubana.

¿Cómo logró su acción heróica? Armando lo recuerda todo: “Estaba cubierto totalmente de fango. Durante 5 horas no paré de nadar. Tuve que nadar muy rápido de un extremo al otro para poder salvar a mis compañeros”.

Con las mujeres tuvo que hacer su mayor esfuerzo al llevarlas en los hombros, mientras que los varones se sujetaban del rifle que él cargaba en la espalda. Algunos sufrieron de hipotermia por la noche y por estar a más de 2 mil metros de altura.

Incluso fue ingenioso para rescatar a uno de los últimos: Paul Marggraff , un hombre de más de 200 libras que se había quedado en una parte elevada.

Usó una soga que encontró colgada en una vaca varada para llevarlo hasta la orilla más segura. En ese instante tampoco dudó en rescatar a una perrita del guardián que se llamaba ‘Motica’. “Me la metí en la chompa hasta que nadé a la salida”.

Armando reconoce que quizás le ayudó su costumbre de cruzarse los ríos para acortar camino. “De esa manera evitaba horas de viaje en carretera”.

Nacido en la Habana, Cuba, hace más de 70 años, Armando expresa que siempre ha sido un hombre activo y atraído por los deportes.

Pero la disciplina del tiro lo cautivó y desde 1987 empezó a competir. Años más se convirtió en entrenador del equipo nacional de Cuba.

Fue de hecho, toda su experiencia la que captó el interés de la Federación Ecuatoriana de Tiro Deportivo para contratarlo. Llegó en el 1993 y desde entonces hizo una nueva vida en el país. Se casó con Letty Vásconez y no dejó de participar en competencias.

Armando sonríe cada vez que le dicen que es un héroe. Dice que las 2 remuneraciones básicas que recibirá, como premio a su acción, son una oportunidad para mejorar su economía y en la compra de medicinas. Quizás el otro premio, la beca, “ya no es algo como para él, pero sí para mi esposa”.

“Esto es un gran incentivo porque aunque llevo muchos años en el país no estoy afiliado ni tengo seguro, quizás ahora podré tener ese beneficio”. Después de todo, su historia formó parte de las 3 mil que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) evalúo para luego declarar solo a 145 héroes. A finales de 2013, Armando se postuló y luego de pasar por un proceso que concluyó este año y sufrir una isquemia cerebral, obtuvo el reconocimiento como héroe.

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