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Los jóvenes quiteños se unen en su lucha contra el cáncer

En la Fundación Jóvenes contra el Cáncer se realizó una casa abierta sobre la enfermedad. Joselyn Ochoa y Javier Aymara (der.) participaron en el encuentro.
En la Fundación Jóvenes contra el Cáncer se realizó una casa abierta sobre la enfermedad. Joselyn Ochoa y Javier Aymara (der.) participaron en el encuentro.
Foto: Álvaro Pérez / ET
17 de febrero de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

Todo empezó con un resfriado. En cuestión de días Joselyn Ochoa notó que un bulto crecía dentro de su garganta. No le producía dolor -recuerda- pero sí molestias al comer.

Su madre, Lourdes Salazar, la llevó a un centro de salud. Ahí le examinaron el cuello y le indicaron que los bultos podrían ser de nacimiento y que no había de qué preocuparse.

Como la fiebre no le bajaba a su hija, Salazar la llevó a uno de los hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) que funcionan en Quito.

El médico que atendió a la adolescente ordenó realizarle unos exámenes y la inmediata hospitalización para extraer el tumor de su garganta. El bulto, que midió 13 centímetros, fue sometido a una biopsia.

El diagnóstico: cáncer a los ganglios se conoció en esa casa de salud, pero Salazar no tuvo el valor de transmitirle la información a su hija.

Días después se derivó su atención al Hospital de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador (Solca).

Ahí, su mamá con otros médicos le hablaron sobre la enfermedad que padecía.

En ese tiempo Joselyn tenía 13 años y cursaba el noveno año de Educación General Básica. La recomendación fue que postergara sus estudios un año, pero ella decidió no hacerlo.

Recuerda que optó por recibir quimioterapias voluntarias. Es decir, iba al hospital por el tratamiento y el mismo día regresaba a la casa. La condición era que en su hogar descansara tres días y luego se reintegrara a sus actividades escolares.

En muchos casos, la adolescente descansaba un día y al siguiente iba a clases, en el colegio La Dolorosa, en el norte de la capital.
Joselyn y otros adolescentes de la Fundación Jóvenes contra el Cáncer participaron de una casa abierta en la que expusieron sus casos. Lo hicieron en conmemoración del Día del Cáncer Infantil.

Junto a la adolescente está Javier Aymara, de 17 años, que tiene leucemia. Ambos concuerdan en que la noticia afectó más a sus padres que a ellos. Evocan el tiempo en que sus progenitores lloraban a escondidas o el “shock” que vivieron cuando el cabello de sus hijos se caía por el tratamiento de su enfermedad.

Ellos se conocieron en Jóvenes contra el Cáncer. Ese espacio de ayuda permitió encontrarse con otros chicos que pasaban la misma situación. Sus padres también hallaron alivio, pues conversar con otras personas que atravesaban lo mismo los ayudó a sobrellevar el tratamiento del cáncer, cuenta Salazar.

Su hija está a un año de declararse sobreviviente de esta enfermedad. Para que un paciente tenga esta “distinción”, explica el médico Ricardo Ulloa, es necesario que pasen cinco años sin presentar recaídas.

En noviembre de este año Joselyn cumplirá ese período. Sin embargo, cuenta -en voz baja- que la semana pasada se percató que tenía unos bultos en su pecho. Su cita médica está programada para el próximo marzo y anhela no tener una recaída.

Para ella y para Javier, lo más doloroso del tratamiento son las quimios y radioterapias. Joselyn se levanta las mangas del buzo negro que lleva puesto y muestra las marcas de sus brazos “Te ponen un líquido rojo que te quema las venas. Puedes sentir cómo ese medicamento entra en tu organismo y el dolor que provoca es demasiado fuerte”.

Luis Cando, papá de Natalia, de 7 años, a quien a los dos años le detectaron cáncer de riñón, no ha sentido en “carne propia” ese dolor, pero lo conoce porque su hija pasó por el mismo tratamiento.

Natalia no tiene muchos recuerdos de ese procedimiento médico, pero su padre cuenta que el llanto de su hija en ese tiempo es una experiencia que no quiere volver a vivirla.

Naty, como la llaman sus amigos, está -al igual que Joselyn- a un año de ser una sobreviviente de la enfermedad.

Michelle Garcés, psicóloga de la Fundación Jóvenes contra el Cáncer también participó de la casa abierta. En ese espacio resaltó que el objetivo es concienciar a la sociedad sobre esta enfermedad y apoyar para que los niños y jóvenes del mundo tengan acceso a un tratamiento y diagnóstico adecuados, eliminar el dolor y el sufrimiento que atraviesan durante ese proceso médico.
Los padres de los niños y adolescentes participaron en los conversatorios. (I)

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