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A un adolescente los padres lo obligaban a comerciar alcaloides

Consumo esporádico de drogas: la gran amenaza

Consumo esporádico de drogas: la gran amenaza
Foto: El Telégrafo
21 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

A los 13 años de edad Julián conoció por primera vez la droga ‘H’. Un compañero de clases del colegio, que expendía dentro de la institución, lo indujo. El adolescente lo buscaba para que consumiera. Le regalaba, a diario, 4 bolsitas con la sustancia.  

Transcurrieron dos años y Julián empezó a adquirirla. Usaba el dólar que su mamá le daba para que comprara comida en el recreo. Cada ‘pase’ (como denomina a la dosis) le costaba $ 0,50.

Después de 6 meses, agobiado, el mismo Julián buscó a su mamá y le dijo:  “¡Ayúdame!”.

Él alucinaba y se reía solo, sin motivos. La familia lo ignoraba. A doña Florisa, madre del menor de edad, le parecía raro su comportamiento, pero su hijo ya era consumidor. Por esa razón lo llevó a  terapias psicológicas en un centro del Ministerio de Salud Pública (MSP).

Ella aprendió a poner sueros para calmar los dolores musculares que le daban cuando no consumía (síndrome de abstinencia). Pero eso no bastó. Tuvo que ingresarlo, en febrero, a una clínica de rehabilitación. Al lugar acude dos veces por semana. Recibe charlas sobre consumo y sus consecuencias.

“Me explicaron que tomaba 7 meses que la ‘H’ saliera de su cuerpo y que después de un año la expulsaría por los poros de la piel y del cuero cabelludo”.

Julián salió antes, pero recayó. “Volví a ingresarlo”. En cambio, Ángela desde hace 5 meses acompaña a su hijastro Luis hasta las terapias psicológicas que recibe en un centro del MSP, en Pascuales.

Los directivos encontraron al adolescente de 15 años con heroína dentro del colegio, por lo que intervino la Dinapen (Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes).    

Su caso fue llevado a la Fiscalía y un juez determinó que por este delito debía cumplir 100 horas de trabajo comunitario y 6 meses de arresto domiciliario. Luis hace 1 año empezó a consumir ‘H’.

Los casos

Sus historias fueron conocidas en los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE) de las instituciones educativas.

Según  el  informe de la Niñez y Adolescencia desde la Intergeneracionalidad, que recopila datos de una encuesta realizada a 4.000 hogares en 2015, el 46% del grupo etario considera que en su centro  circulan drogas y el 24% confesó que alguna vez vio a un estudiante que la vende o la pasa.

Karina Villacís, administradora de los DECE de 64 planteles del distrito 8 del Ministerio de Educación, explica que un equipo integral (psicólogos educativos, clínicos, trabajadores sociales y psicopedagogos) aborda los casos de esos estudiantes.

Posteriormente aplican procedimientos (rutas) para resolver el problema. Con esta metodología -cuenta- han identificado que el uso esporádico de drogas es mayor que el consumo recurrente. “Si se hace la detección a tiempo, se evitará que se involucren en un consumo problemático y desarrollen dependencia”. También descubrieron el caso de un joven que comercializaba drogas porque sus padres lo obligaban. Allí tuvo que intervenir la Fiscalía.

¿Qué los lleva a probarlas?

Villacís asegura que la carencia afectiva de sus padres y la presión de grupos inciden en que los estudiantes se involucren.

María Meneses, directora de salud mental y miembro de la sala de primera acogida del hospital Guayaquil, explica que una persona con carencia afectiva o privación psicoafectiva es vulnerable a enfermedades biológicas y psicológicas.

“Un niño sin afecto no es fuerte y es vulnerable a las influencias del grupo. Tiene baja autoestima y se vuelve impulsivo. Un chico amado y respetado puede decir no o podrá consumir y detenerse”.

Para la psiquiatra Ana Heinert, directora del programa de Unidad de Rehabilitación de Conductas Adictivas, también influyen la aceptación de los compañeros de clases y los barrios donde viven. Ingresan al programa después de ir al área de desintoxicación. En el 70% de los casos que atiende están involucrados menores de edad (7 a 12 años). “Los padres se comprometen a acompañar a sus hijos las 24 horas y a recibir las terapias familiares. Cuando dicen que trabajan les aconsejamos que se turnen. El tratamiento dura de 6 meses a un año”.

Los progenitores exponen los problemas que llevaron al menor a experimentar con las drogas.

En el hospital Guayaquil los pacientes reciben terapias cognitivas, ocupacional, física, familiar y grupal. Los padres aprenden a reconocer las emociones de sus hijos y entienden qué está pasando con ellos. “Trabajamos en la ausencia de afecto y en el mejoramiento de la comunicación asertiva”. (I)

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En cada unidad hay un responsable

37 planteles participan en sistema antidroga

El Ministerio de Educación y el Ministerio de Interior presentaron el 24 de agosto un  sistema informático antidrogas para que los padres de familia y docentes denuncien los casos de microtráfico en los planteles.

La primera capacitación para el uso de la plataforma la recibieron 37 representantes de unidades educativas de Guayaquil, que pertenecen a los circuitos Cisne y Suburbio, Garay,  Trinitaria Sur, Nueva Prosperina y Centro. Ellos replicarán la información en sus recintos.

En cada establecimiento se destinará una persona encargada del manejo de la plataforma virtual. (I)

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