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Los afros se superan en la academia

Leida Mina, de 37 años, es graduada de la carrera Ciencias de Educación en Historia y Geografía en la Universidad de Guayaquil. Ella ejerce la docencia en un colegio del puerto principal y cursará una maestría en 2020.
Leida Mina, de 37 años, es graduada de la carrera Ciencias de Educación en Historia y Geografía en la Universidad de Guayaquil. Ella ejerce la docencia en un colegio del puerto principal y cursará una maestría en 2020.
Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO
21 de marzo de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Norma Quiñónez, de 66 años, tiene distintos títulos universitarios: docencia en Contabilidad, Educación Física, Estudios Sociales y Derecho. También posee una maestría en educación.

Desde su niñez su madre le inculcó la importancia de los estudios. Por ello se formó en la Universidad de Guayaquil.

Este jueves, en el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, ella considera que existen más oportunidades para prepararse. Sin embargo, cree que aún los afrodescendientes carecen de espacios para ejercer sus profesiones.

“No se nos da espacio en otros campos. No vemos a un afro en un banco o a ministras. Esa es una lucha interminable y no se trata de que no estemos preparados. Tenemos toda la capacidad para ejercer estos cargos”.

Ella en la actualidad es parte de la Mesa de la Etnoeducación del Ministerio de Educación y recientemente fue condecorada como Mujer del Año. Además ha escrito libros sobre el colectivo.

Uno de ellos es Los afrodescendientes de Ecuador de ayer y hoy.  Para finales de año prevé presentar otros sobre Mujeres emprendedoras.

La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt)  registró 73.689 matriculados en la universidad y escuelas politécnicas del país, entre 2015 y 2019.  Hace 3 años los centros recibieron el mayor número de estudiantes.

Además, en el primer semestre del año pasado 3.338 jóvenes de esta etnia aceptaron un cupo en las instituciones superiores.

 Lucha contra la discriminación
Leida Mina, de 37 años, se formó en Ciencias de la Educación en Historia y Geografía.  En la actualidad es profesora del colegio réplica Guayaquil.

Ella es la única de sus seis hermanos que obtuvo un título superior. Su padre, profesor de escuela, la motivó.

Pero durante su preparación enfrentó el rechazo de sus compañeros. En la escuela dos niños se pararon en la puerta para impedirle que pasara por el color de su piel.

“Los hice a un lado e ingresé”. En un par de ocasiones defendió a su hermana, quien era agredida por alumnos. En el colegio se repitieron hechos similares.

Hoy, a través de sus clases,  enseña a los alumnos la historia de los afros: “Conquistas coloniales, cómo llegaron al continente y a la provincia de Imbabura, la manumisión (liberación) de esclavos y su inserción en la sociedad”.

Para ella, aunque la discriminación persiste, se ha reducido con ciertas políticas.

Mercedes Montaño, de 47 años, considera que la capacidad de superación no tiene color. “Cuando llegué a la ciudad sabía que el único camino para romper esos estereotipos sobre los afros sería  la preparación”.

Hace 25 años llegó al puerto principal desde Esmeraldas para ingresar a la Universidad de Guayaquil. Allí estudió Bibliotecología y Archivología.  

Las barreras que enfrenta el colectivo -añade- son una lucha constante. “Hay más acceso a la educación, pero la parte socioeconómica juega un papel fundamental en la discriminación racial”.

Hace tres años se enfrentó a un cura que le gritó: “¡Cógela, cógela!” cuando ella corría por un parque para ejercitarse. Recuerda que al escucharlo se regresó y le dijo: “En pleno siglo de la modernización aún hay gente retrógrada”. El cura se quedó sorprendido por su reacción.

Rubén Espinoza, de 28 años, es otro afrodescendiente que se  graduó de ingeniero en Geología

Inicialmente se inscribió en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol)  para estudiar Ingeniería en Petróleo, pero desistió porque sus compañeros se burlaron de él. “Mi mami (abuela materna) me aconsejó que buscara otra carrera”.

Después ingresó a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil. Allí enfrentó comentarios negativos de un docente. “Me dijo que yo iba a terminar vendiendo mariscos en la Caraguay, pero me convertí en uno de los mejores”. 

Actualmente, labora en el Municipio de Esmeraldas como técnico de control de explotación de materiales pétreos; y trabaja con los niños de su sector, a quienes les inculca pensamientos sobre la igualdad.

“Les enseño que blancos y negros tenemos los mismos derechos y obligaciones y que se sientan orgullosos de su etnia y demuestren sus capacidades”. (I)

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