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La barriada, también conocida como Zona Bohemia, fue llamada además San Draque

San Roque, un espacio de inspiración de poetas y músicos

La plazoleta y la iglesia  fueron los sitios para la devoción de sus habitantes. En épocas de fiestas se reunían para celebrar sus tradiciones con oraciones, música y fuegos artificiales. Fotos: José Luis LLivisaca |  El Telégrafo
La plazoleta y la iglesia fueron los sitios para la devoción de sus habitantes. En épocas de fiestas se reunían para celebrar sus tradiciones con oraciones, música y fuegos artificiales. Fotos: José Luis LLivisaca | El Telégrafo
09 de marzo de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Sur

En la margen derecha del río Tomebamba se asienta el barrio de San Roque, sitio dueño de un paisaje natural e ideal para el descanso que sirvió de inspiración a músicos y poetas. Antes ser denominado barrio, de acuerdo con varios escritos, se trató de una extensa parroquia.

En ‘El Libro de Oro’, edición conmemorativa por el IV Centenario de la Fundación Española de Cuenca, se señala que en 1751 -dos siglos después de la fundación de la urbe- a solicitud del Cabildo el Obispo de Quito,  Juan Pozo de Aguila, instituyó canónicamente a la parroquia urbana de San Roque.

No existen mayores datos de su fundación, sin embargo de acuerdo al proyecto de Plan de Renovación Urbano-Arquitectónica de Cecilia Paredes y María Salas, la parroquia fue creada como un nuevo centro de la capital azuaya  que se asienta en la otra margen del río Tomebamba, situada en el pintoresco Valle del Ejido y teniendo como límites  el río Tomebamba, por el norte;  el río Yanuncay, por el sur;  la parroquia Baños, por el occidente; y la parroquia de El Valle por el Oriente.

Las casas conservan los subterráneos en donde aparentemente se escondía el licor.

El texto describe a San Roque como un lugar lleno de quintas, entre ellas la más conocida es la de doña Hortensia Mata, a la que, se dice, llegaban autoridades gubernamentales.

Las hermosas quintas y floridos jardines hacían de este sitio, según el texto, un lugar privilegiado para que la gente y los foráneos lo visite en días festivos y en vacaciones.

De esta forma se convirtió en inspiración para el poeta Remigio Romero y Cordero y el músico Rafael Carpio, autor del pasacalle ‘Chola Cuencana’. En la tesis de grado de Maritza Betancourt y Margarita Almeida se indica que otra de las quintas más representativas era la de Don Eliceo Tinoco, en la que se construyó la Universidad de Cuenca.

De acuerdo con el libro Rostro de los Barrios de Cuenca, de Alfredo Parra Moreno, fue en 1920 cuando  mediante ordenanza municipal se cambió la denominación del sector porque hasta ese entonces se le seguía conociendo como parroquia de San Roque. En el artículo I reza: “Que la parroquia de San Roque se denomine en adelante parroquia Sucre”.  

San Roque es considerado un barrio tradicional de Cuenca y consta dentro del documento que declara a la ciudad como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La iglesia  fue construida por el cura Fernando Avedaño, entre los años 1875 y 1880La arteria vial de este barrio en la actualidad es la avenida Loja, camino que de acuerdo al historiador Alfredo Parra Moreno hasta no hace mucho era utilizado para salir al sur del país.

Fausto Cardoso, director del proyecto de mantenimiento de las casas en esta zona, explicó que el sitio en los años 30 era un enclave de acceso a Cuenca. “Era todo un pueblo. La gente decía que iba a la ciudad para ir a hacer compras en San Francisco”.

Además, de acuerdo con la presidenta del barrio, Catalina Solano, era un lugar que daba albergue a personas que llegaban con sus productos. También, según otros escritos,  era un barrio  en donde existían cantinas, lo que hizo que San Roque fuera conocido como un área bohemia, denominada como ‘San Draque’ por sus bares, como el de la ‘PitiMuchas’.

Una de las características que aún conservan algunas viviendas y que Cardoso calificó como interesante son sus subsuelos. “Hay quienes dicen que servían como refugio ante una eventual invasión peruana, otros que eran depósitos de trago de contrabando y hay quienes señalan que guardaban relación con problemas de humedad por la proximidad del río”.

El sector fue fundado como un nuevo centro ubicado en la otra margen del Tomebamba.

Lourdes Gaibor es una habitante de este barrio. Ella indica que la vivienda en la que hoy habita tiene más de  75 años de construcción. Según la mujer, su padre alguna vez le contó que al sector llegaban personas “que venían y descargaban aquí el trago hasta que pasara la guardia de estanco. Ellos les ayudaban a que escondieran en este espacio el licor”.    

Otros aspectos que resaltan en este sector son su iglesia, la plazoleta y el monumento al Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, espacios en donde según la tesis de Maritza Betancourt y Margarita Almeida se mostraba la  devoción de sus habitantes. En épocas de fiestas, los estudiantes se reunían para junto con la oración y el canto celebrar sus tradiciones. Allí sobresalían los juegos artificiales y la música de las bandas de pueblo.

Además de ser el  escenario de leyendas como la del ‘cura sin cabeza’ y el sitio de fincas   de varios poetas como: Luis Cordero ‘El Grande’, Juan Manuel Vintimilla, Leoncio Galarza, y Roberto Crespo Ordóñez. En la quinta de este último, en 1919, se abría fundado la Fiesta de la Lira. Según Parra Moreno, en el sitio “con ritmo solemne se transportaban al infinito los poetas para entonar sus cánticos inspirados en el ‘tranquilo’ y cristalino Tomebamba”.

La presidenta del barrio, Catalina Solano, afirma que entre los años 1400 y 1600, al sector llegó un sacerdote salesiano que portaba una escultura de San Roque. “La imagen se perdió hasta que por los años 1800 volvió a aparecer y es así, según lo que me han contado, como surge el nombre”.

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