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El Telégrafo
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El agua que consumían llegaba dos horas al día y no era salubre

Roosevelt: "Antes majaba lodo, ahora piso baldosas"

Las familias González, Zúñiga (arriba), Delgado y Bravo (abajo) posan orgullosos en sus nuevas casas.
Las familias González, Zúñiga (arriba), Delgado y Bravo (abajo) posan orgullosos en sus nuevas casas.
Foto: Leiberg Santos / EL TELÉGRAFO
18 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

Mientras pela una lima, don Luis Delgado ve a sus tres pequeños vecinos jugar en el portal de su nueva casa. Hasta el lunes estuvo en el albergue Muisne 1 y ahora vive en el nuevo asentamiento para las personas damnificadas por el terremoto del año pasado.

Es feliz, al igual que su esposa, Holanda Tello, con quien se juntó hace tres años, luego de que ambos quedaron viudos. “Tengo una casa muy bonita, algo que nunca pensé; es de cemento, con agua potable y electricidad todo el día. La vida nos cambió mucho, para bien”, resalta este hombre, de 78 años, quien disfruta sentarse afuera de su casa  para coger el fresco, como él dice.

“No es lo mismo que vivir en la isla, donde estuvimos toda la vida, pero acá todo está bonito; el Gobierno nos ha ayudado, nadie tenía pensado una casa así. La gente pensaba que no nos iban a dar nada cuando estábamos en el albergue, pero cumplieron”.

El reasentamiento cuenta con una Unidad de Policía Comunitaria (UPC), que brindará seguridad a las 204 casas del lugar. Desde el lunes, 54 familias del albergue Muisne 1 ya viven en su casa nueva y otras 150 se cambiarán la próxima semana, cuando se cerrará el campamento Muisne 3.

“Aquí vemos alegría y movimiento. Para nosotros es algo increíble tener agua potable todo el día. En la isla nos daban agua de mala calidad, solo dos horas al día y a veces ni había agua. Además, no teníamos un tanquero que no venda agua, entonces le comprábamos a los vecinos que tenían cisterna; era un problema”, indica doña Holanda.

Ambos destacan que es la primera vez que reciben apoyo de un presidente de manera directa, a pesar de que otros dos exmandatarios ya estuvieron en la localidad.
“Cuando vino Rafael Correa, nos abrazó y nos hizo sentir que le importábamos. Y así fue, porque nos dieron las casas. Una vez vino Lucio Gutiérrez y en una reunión a las 3 de la tarde le preguntó a las personas si tenían hambre y nos respondió que lo invitemos a comer, casi lo botamos a palo”, asegura Holanda.

Por su parte, Luis recuerda que alguna vez pisó la isla Carlos Julio Arosemena. “Después de dar una vuelta se puso a tomar en una esquina, no nos dio nada”.

El agradecido muisneño cuenta que cuando estaba en un refugio provisional, los primeros días después del terremoto, Correa llegó al lugar en la madrugada y vio cómo vivían, con pozas y carpas que no los protegían contra la lluvia, “entonces ordenó que nos cambiaran a un mejor lugar, de inmediato; es un hombre de soluciones”.

En la casa también vive Juan Carlos Espinoza, hijo de Holanda, quien destaca la creación de empleos que hubo tras la desgracia del 16 de abril del año pasado. “Nosotros mismos construimos las casas, la gente de Muisne consiguió trabajo en construcción y otros oficios. Demostramos que somos de camello y que le damos duro”.

Espinoza se especializa en la parte eléctrica y asegura que “todas las instalaciones para la energía son bien hechas. Estas casitas están construidas para durar algunos años”.

En el reasentamiento son 4 casas juntas. Uno de los vecinos de don Luis es Roosevelt Zúñiga, quien resalta que es la segunda ocasión que el Gobierno lo ayuda. “En 2010 estuve en el terremoto de Chile y el presidente Correa estuvo allá; me ayudó con el Plan Retorno y cuando llegué acá me tuvieron varios meses en un albergue en Quito. Luego me volvió a visitar y me regaló una lancha; además, me dieron un crédito”.

Pero luego de esa grata experiencia, Roosevelt, quien trabajaba en Chile como soldador cuando sucedió el terremoto, fue asaltado y se le llevaron la lancha con todo y motor. “Me quedé con la deuda, pero así toca, pagar y ser responsable”.

Antes del terremoto se dedicaba a soldar y todos sus implementos se fueron al barranco, pues vivía en una zona de riesgo. “Ahora vivo seguro, en una casa muy linda. En la isla no teníamos agua tan limpia como aquí; con esa agua a uno le picaba el cuerpo”.

De sus días en la isla guarda gratos momentos, pero también era muy duro vivir allá. “Cuando llovía me tocaba majar lodo hasta la rodilla, ahora piso baldosas”.

Para hoy está previsto que el vicepresidente de la República, Jorge Glas, entregue oficialmente las primeras 54 casas. Además, inaugurará el puente peatonal que une Muisne continental y la isla.

En Chamanga, Glas estará en el cierre del albergue de la localidad y hará la entrega de 64 casas para las personas damnificadas. (I)

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