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Interpretaciones históricas de los sucesos al calor de la política

¿Quién puso la dinamita en San Alfonso, comunistas o conservadores?

La iglesia de San Alfonso se convirtió en el centro de atención de los cuencanos ya que creyeron que los comunistas,  atentaban contra sus monumentos. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
La iglesia de San Alfonso se convirtió en el centro de atención de los cuencanos ya que creyeron que los comunistas, atentaban contra sus monumentos. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
21 de diciembre de 2014 - 00:00 - Ágatha Rodríguez, Cátedra Abierta de Historia. Universidad de Cuenca

Los años 60 estuvieron marcados por el triunfo de la revolución cubana y la postura de los Estados Unidos de crear la Alianza para el Progreso en busca de ganarse al resto del continente realizando varios pactos con países latinoamericanos. En Ecuador, Velasco Ibarra triunfó por cuarta vez junto a Carlos Julio Arosemena. La decisión del Presidente de retirar su apoyo a la izquierda causó un enfrentamiento con Arosemena, al asumir el poder este último se mostró proizquierdista; aunque rompió relaciones con Cuba en 1962, recibió a una delegación de ese país en la playa lo que causó indignación en varios sectores. El Ejército, ante esta situación, se hizo con el poder tras un golpe de Estado, la dictadura duraría entre 1963-1966 y se sabe que hubo injerencia de la CIA en el país.

En Cuenca surgieron grupos revolucionarios con ideas socialistas y comunistas, los estudiantes universitarios pensaban que debían llevar a cabo una revolución parecida a la cubana y se planteaban la idea como una verdadera misión. La juventud era efervescente, muchos estaban dispuestos a unirse al ideal comunista por lo que el gobierno militar desconoció a la FEUE, como recuerda Rubén Calderón Alvear quien fuese presidente de este organismo en 1964.

Los grupos tradicionales rápidamente se opusieron a estas ideas y empezaron los enfrentamientos con las personas acusadas de ser comunistas. Hubo quienes se perjudicaron a sí mismos y acusaron a los comunistas, la amenaza a quien se mostrara afín a esta ideología era clara.

En un momento de absoluta tensión se colocó dinamita, o quizás fue una bomba, en la puerta de la Iglesia de San Alfonso, lo que provocó alboroto entre la gente, se gritó a viva voz que los comunistas estaban atentando contra las iglesias. Aunque no hubo daños mayores, se atribuyó el ataque a los de izquierda sin tener pruebas. Con este tipo de sucesos las reacciones anticomunistas en Cuenca se volvían cada vez más violentas, quienes vivieron esos días recuerdan que hasta se les llegó a restringir la venta de víveres.

Los clérigos llamaban a la lucha contra los “ateos comunistas” desde sus púlpitos y en los campos se rumoraba que atentaban contra la propiedad privada. Se dice que el párroco del Cenáculo, Ramón de la Torre, inició una campaña anticomunista, proponiendo, en un apasionado discurso, salir y protestar contra el comunismo señalándolo como anticatólico y lleno de todos los males; “hay que matarlos si es posible” (decía según el historiador Manuel Carrasco). Se podría nombrar además al Padre Aulestia como un sacerdote extremista que junto a los Jesuitas apoyaban al partido conservador y desacreditaba al comunismo. Esta actitud era lógica ante una “ideología comunista anticatólica” que era la interpretación que los sacerdotes le daban y que defendían en sus púlpitos. Entre los años 1963-1964 se organizó una manifestación pacífica en contra del comunismo que convocó a cientos de personas.

En el campo y en grupos sociales mal informados se fue creando un gran temor ante el comunismo, es así que los acontecimientos se precipitaron hasta el punto de ocurrir hechos trágicos como el ataque a la casa del Dr. Carlos Cueva Tamariz, un reconocido socialista. Recordemos también el ataque al dirigente artesanal Ángel Gutiérrez, a quien se le persiguió a través de una quebrada en la pequeña quinta que poseía en San Joaquín, la que fue asaltada, para luego intentar quemarlo vivo acusándolo de comunista.

La histeria colectiva llevó al asesinato del médico Jorge Merchán Aguilar entre los años 1961-1962 que fue atacado en San Cristóbal en dirección a Paute. Como médico de la Misión Andina, junto con una comisión integrada por algunas personas, visitó aquel sitio donde les esperaban con la idea de que eran comunistas y que venían a quitarles sus propiedades. Esta idea enardeció a los campesinos que atacaron a la comisión asesinando al médico y al trabajador social Hernán Vinueza que lo acompañaba, los demás lograron escapar con la ayuda de los miembros de una comisión del CREA que por coincidencia visitaba el lugar aquel día.  

En Santa Ana se atacó a un profesor, no sabemos si efectivamente tenía ideas de izquierda pero por esta acusación los padres de los niños a los cuales educaba, campesinos de la localidad, fueron quienes lo lincharon.

Aunque la situación era grave debemos matizar el problema. En primer lugar, señala Gerardo Martínez, se trataba de una época muy conflictiva por los hechos que tenían lugar en el mundo y el Ecuador; la sociedad cuencana, tal vez viviendo anacrónicamente, seguía apegada a gran parte de las tradiciones, lo que no permitía que nuevas ideas se filtraran con facilidad —y menos unas tan radicales como las comunistas—.

Martínez recuerda que la sociedad cuencana tampoco estaba muy a gusto con la presidencia de Carlos Julio Arosemena. “En Cuenca, así como en otras partes del país, se realizaron muchas marchas, lo que se consideraba una actitud democrática y no una persecución, mostrando su desacuerdo con el comunismo. La ciudad, a lo largo de su historia, se ha caracterizado por ser una ciudad con afinidad a la Derecha por lo que no es extraña la presencia de un Partido Conservador consolidado, con una fuerte influencia y en armonía con la Iglesia católica”.

En cuanto a los ataques perpetrados a iglesias como el Santo Cenáculo y a San Alfonso, al que anteriormente se hizo referencia y que fue atribuido al partido conservador para desacreditar al partido comunista, Martínez narra que aquella bomba existió y tenía como fin poner en predicamento a los comunistas, pero recuerda que por esos años él era el vicepresidente del Partido Conservador y jamás se decidió tomar este tipo de medidas. Como se les acusaba del hecho en cuestión decidieron investigar y encontraron al verdadero culpable.

LOS IDEALES DE REVOLUCIÓN NO ERAN ACEPTADOS

Sobre la bomba lanzada a la Iglesia de San Alfonso, los conservadores niegan haber sido los propiciadores mucho menos para desacreditar al partido comunista, mientras que los de izquierda vieron en esta acción un claro ataque por parte de grupos tradicionales. En ese momento la situación era muy agitada en el mundo y el país.

Existieron grupos que no aceptaban, bajo ningún concepto, al comunismo ni lo veían como una opción; Cuenca se había caracterizado siempre por ser una ciudad tradicionalista —aunque no debemos olvidar las ideas progresistas siempre latentes— y no todos podían asimilar tan rápido una tendencia radical como la comunista; sin embargo, es imposible negar que logró impregnarse fuertemente sobre todo en los estudiantes universitarios que tomaron al comunismo como una misión.

Hubo repetidos ataques hacia el partido que desembocaron en la huida de varios de sus miembros. Los asesinatos responden a la manipulación de la información.

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