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El Telégrafo
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Aumentan denuncias de azogueños maltratados

Aumentan denuncias de azogueños maltratados
05 de agosto de 2012 - 00:00

El maltrato intrafamiliar en la capital de Cañar no se  reduce a pesar de las campañas de concienciación de la Comisaría de la Mujer y la Familia en  diferentes sectores.  

Si bien se mantienen aún altas las cifras de denuncias de agresiones de hombres a sus convivientes, hay un aumento considerable de demandas de los varones contra sus esposas, madres o hermanas. 

Hasta agosto del año pasado se presentaron solo 2 casos en la Comisaría, pero en lo que va de 2012 ya van 42. La titular de ese despacho, Lucy Matovelle, afirmó que los azogueños también son agredidos,  aunque no en la misma proporción que las mujeres.  Explicó que son víctimas de esposas, madres, hermanas o de algún familiar que los insulta y los hace sentir menos que los demás.

El psicólogo clínico Rómulo Barreto reconoce este hecho y señala que no se  puede hablar de agresión física  por las mismas condiciones que tiene un hombre en comparación con una mujer, pero sí de un maltrato moral y sicológico.
Matovelle coincidió con el galeno al decir que las denuncias presentadas por hombres son por maltrato sicológico de las convivientes o algún miembro femenino de la familia.  Añadió que  el 90%  de las demandas es  de sujetos que habitan en el sector rural.

“Los hombres por su machismo se resisten a reconocer que también son agredidos, pero poco a poco este estigma social ha ido desapareciendo”, subraya la autoridad.

Prueba de ello, sostiene, es el notable incremento de las denuncias en comparación al año anterior.

No varía en mujeres

Matovelle expresó su preocupación por los altos índices de violencia que aún se registran en contra de las féminas.     En lo que va del año hay 511 denuncias de maltrato a mujeres.

“Los índices son similares a los de 2011, con 510 demandas”, dijo.

El maltrato psicológico, dijo, viene acompañado del  físico que llega a ser un complemento de la agresión.

“Muchas veces hemos escuchado la frase: prefiero que me pegues a que me insultes porque las huellas del golpe pasan, pero las de las palabras nunca”, señala la funcionaria en alusión a lo que  generalmente le expresan las agredidas cuando recepta sus declaraciones.

Esther Yunga Lema, de la parroquia Luis Cordero, fue agredida por su esposo durante 20 años.

Decidió denunciarlo luego de haber recibido golpes durante dos días seguidos, a tal punto que fue necesario llevarla a un hospital.  

“Me pegaba porque la comida no estaba lista a la hora que él quería o porque no le gustaba lo que cocinaba”, contó.
La decisión de Esther de denunciar a su esposo fue porque sus hijos, ya adultos, le aconsejaron no seguir aguantando el maltrato.

El sicólogo Barreto atribuye el hecho a la falta de educación de las personas y también al entorno similar en que crecieron los agresores. “Muchas veces desde que vivían con sus padres ya veían este tipo de ataques y se acostumbraron a eso considerando que son normales este tipo de comportamientos”, indicó.

Esta semana se analizará la situación intrafamiliar junto a la Gobernadora y otras autoridades.

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