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Esta es una iniciativa apoyada por el Iniap

La producción de uvilla y mortiño crece en el cantón Cotacachi

Las instalaciones donde se realiza el proceso de deshidratación de la uvilla y el mortiño son pequeñas, pero cuentan con los equipos necesarios. Fotos: Fernando Sandoval / El Telégrafo
Las instalaciones donde se realiza el proceso de deshidratación de la uvilla y el mortiño son pequeñas, pero cuentan con los equipos necesarios. Fotos: Fernando Sandoval / El Telégrafo
20 de septiembre de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez B.

La uvilla y el mortiño han perdido su forma, pero no su sabor. Parece incluso que se han encogido. Su nueva apariencia es resultado del proceso de deshidratación al que fueron sometidas en una planta de procesamiento, situada en Cotacachi.

Son frutas deshidratas, sabrosas, pero diferentes. Tampoco han perdido su aroma; el olor de ambas, de hecho, se impregna, con facilidad, en las manos. Después de probar el primer puñado, por cuenta de la casa, resulta tentador tomar 2 o 3 puñados más. No empalagan, por el contrario, su sabor, un tanto agridulce, invita a repetir la dosis las veces que sean necesarias.

Así de ‘adictivas’ son las frutas deshidratadas que produce la empresa comunitaria Sumak Mickuy (excelente alimento), que ha centrado su atención en el rescate y la conservación de cultivos nativos andinos tradicionales y sus saberes locales en las comunidades indígenas del cantón Cotacachi.

Esta empresa fue creada en 2007, como parte de un proyecto de rescate y conservación de la agrodiversidad nativa de Cotacachi, propuesto por el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) a la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (Unorcac).  

Esta organización es, al momento, la socia mayoritaria de la microempresa lo que garantiza el interés social al repartir las utilidades generadas entre las mismas comunidades con el único propósito de mejorar sus condiciones de vida.

Verónica Acosta, ingeniera de alimentos, es la responsable de este proyecto comunitario. Asegura que trabajan con productos 100% orgánicos. “Se busca respetar, ante todo, la cosmovisión indígena, que contempla el respeto por la Pacha Mama”. Además de la uvilla, también comercializan el ají rocoto y amarillo en una presentación de regalo. “Nuestro fuerte es la uvilla. Al momento, tenemos de 80 a 120 pequeños productores que están desarrollando todo el proceso de cultivo”.

La uvilla y el mortiño han perdido su forma, pero no su sabor ni tampoco su aroma.

El número de personas que integran esta empresa comunitaria va en aumento. Al momento, hay algunas comunidades que forman parte de la reserva ecológica Cotacachi Cayapas, donde realizan la recolección entre diciembre y mayo, considerada la mejor época para la cosecha del mortiño.

Una de las tareas que llevan a cabo quienes integran esta iniciativa es conocer las necesidades de las comunidades indígenas. Por esta razón, las visitan con regularidad y establecen, además, cómo está su nivel productivo y, al mismo tiempo, fomentan el trabajo.

Sumak Mickuy dispone de un área de campo que se encarga del procesamiento de la uvilla, del mortillo y de otros productos. “No es fácil llevar adelante este proyecto. Hemos tenido dificultades con los precios de los productos, porque, como suele suceder, en ocasiones los más perjudicados son los productores”.

Esta empresa busca crear la Asociación de productores de uvillas a escala nacional con el fin de fortalecer el sector, pero, sobre todo, para que los indígenas se conviertan en los principales beneficiarios.

Verónica Acosta precisa que la uvilla se produce en grandes cantidades en Cotacachi, cuyo clima favorece los cultivos.

Esta joven quiteña decidió vivir en Cotacachi para dedicarle más tiempo a esta actividad. Ella trabaja de lunes a viernes en este cantón y los fines de semana regresa a Quito para ver a su familia.

Aunque considera que todavía tienen que superar algunos obstáculos para continuar creciendo, sostiene que han recibido el reconocimiento por la labor que realizan.

De los 410 emprendimientos que participaron en el concurso Sabores del Ecuador, Sumak Mickuy estuvo entre las 25 iniciativas que se clasificaron. Esta joven indica que obtuvieron su sitio gracias al mortiño. “Este reconocimiento se convierte en una forma de incentivar a quienes lo cultivan para que lo hagan de una forma más responsable, porque al recolectarlo, rompían la planta y depredaban al mortiño”.  

Por ahora, la uvilla y el mortiño deshidratados solo se distribuyen a escala local, pero esperan comercializarlos en todo el país.

En las instalaciones de Sumak Mickuy funcionan varias máquinas que permiten deshidratar esta fruta. Son equipos que también sirven para pulverizar el tomate y a la cebolla perla que otras comunidades producen. “No todos pueden adquirir estas máquinas, así que les ayudamos con el proceso para que puedan mejorar el producto”. (I)

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