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Bayo es el caballo que más recuerda el esmeraldeño, se lo robaron cuando comía en un potrero

Domingo Mercado es uno de los últimos arrieros de Imbabura

Este arriero tiene 61 años, es un hombre sencillo que disfruta con su trabajo. Su caballo actual se llama Colorado y lo alimenta con alfalfa. Foto: Santiago Puetate
Este arriero tiene 61 años, es un hombre sencillo que disfruta con su trabajo. Su caballo actual se llama Colorado y lo alimenta con alfalfa. Foto: Santiago Puetate
05 de julio de 2015 - 00:00 - Santiago Puetate, PUCE Sede Ibarra

Cuando son cerca de las 07:00, me dirijo al mercado La Playa. Recorro casi todo el centro de Ibarra con un solo propósito: encontrar al peculiar personaje conocido como el ‘Marañón’.

En ese momento, lo veo desde lejos; está en la esquina de la calle Pedro Moncayo y Manuel de la Chica Narváez.

Es fácil reconocerlo, porque está junto a su caballo Colorado y su carreta, pintada de amarillo y azul. Las llantas ya están oxidadas.

El nombre de ‘Marañón’ es Domingo Mercado Mina, un esmeraldeño, padre de 3 hijos y reconocido por recorrer las calles en su carreta, que ya se ha convertido en un ícono en la ciudad.

Saluda con cordialidad y acepta que lo acompañe para conocer su trabajo. El cielo está despejado y el sol calienta el ambiente.

Domingo Mercado, de 61 años, tiene una alegría contagiosa. Es un hombre sencillo. Lleva puesta una camisa a rayas color palo de rosa, un pantalón de gabardina y una gorra negra. Calza unos zapatos deportivos ya desgastados.

Roberto Simbaña, quien conoce a Domingo desde hace varios años, advierte que es un hombre que nunca pierde la alegría.

En seguida nos embarcamos en su carreta y empieza la jornada de trabajo. El calor es sofocante y corre poco viento. La carreta, que se dirige al Mercado Mayorista, transporta unas vitrinas.

Durante el trayecto, Domingo cuenta que existe un Sindicato de Carretas Marañón, fundado en 1953, una de las primeras cooperativas de transporte de carga y pasajeros que tuvo la capital imbabureña. En la actualidad, está integrada por 3 socios.

Antes tenía 65 socios, pero muchos fallecieron, otros se dedicaron a nuevas profesiones y algunos solo se retiraron. Su labor empieza a las 08:00 y finaliza a las 16:00.

Al día gana $ 15, un valor que no compensa el arduo trabajo que realiza. Él, sin embargo, disfruta de su trabajo. Para él, lo mejor es recorrer la ciudad y conocer rincones de la urbe que muchos ibarreños ni siquiera saben que existen.

Este hombre también ha podido constatar las vivencias de la gente y cuando habla de este tema, cita el Salmo 128: 2: “Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien”. De esa manera hace de su labor un ejemplo de vida.

Cuando llega al Mercado Mayorista recibe una llamada; es un nuevo cliente que solicita sus servicios para una mudanza.

Enseguida se dirige al sitio, ubicado en el sector del Terminal. En el trayecto, la gente lo saluda. Parece que todos lo conocen.

Domingo Mercado toma las riendas de su caballo, como si fuera el Quijote en su Rocinante. Es un hombre esforzado que considera que el trabajo es la única manera de salir adelante en la vida. 

Confiesa que nunca dejará su oficio, aunque parezca que ya no corresponde a los nuevos tiempos. Mientras todos se movilizan en vehículos, él continúa con su carreta.

Aunque sabe que no es un trabajo fácil, porque demanda mucho esfuerzo físico el cargar costales o realizar mudanzas, esa es la forma que encontró de ganarse la vida.

Su labor está a punto de finalizar. Descarga la mercadería y se dirige al barrio Yacucalle, en Ibarra. Tiene que llegar al sector conocido como los agujeros de agua amarilla, donde antes era la pista de vehículos 4x4.

En este lugar, alimenta con alfalfa a su caballo. Cuando el animal termina de alimentarse, lo guarda en un garaje cerca del mercado La Playa.

Desde que empezó a trabajar con su carreta, ha tenido 5 caballos y recuerda a uno en especial. Su nombre es Bayo y se lo robaron cuando lo dejó para que se alimentara en un potrero.

También cuenta que, en 2001, su actual caballo, Colorado, se desbocó y se impactó contra un taxi. Por los daños causados a este vehículo tuvo que cancelar más de $ 500.

En Ibarra, muchos lo conocen también como el ‘Rey de la carga’, porque le gusta trabajar y mientras más trabajo haya, es mejor.

De tanto recorrer la ciudad, conoce bien las señales de tránsito, porque él conduce a su caballo para que arrastre la carreta de carga por las calles y avenidas de la urbe.

Aunque se esmera por cumplir con su trabajo a cabalidad, la principal competencia de Domingo y de sus otros compañeros que tienen carretas son los coches de carga que, en algunos casos, pueden cobrar menos que ellos.

Quienes aún trabajan con las carretas tienen rutas y clientes frecuentes. Cuando estos disminuyen, Domingo acude al mercado a buscar nuevas opciones.

Este trabajo le permite ayudar a su familia e incluso educar a sus 2 hijos. Después de conversar sobre su vida, se despide, sin dejar de indicar que todo trabajo dignifica al hombre.

Su oficio cada vez tiene menos acogida y, en cualquier momento, podría desaparecer, pero él no parece preocuparse por el día de mañana.

Cada día es un nuevo reto, porque tiene que conseguir clientes y ganar el sustento diario para él y su familia.

Quienes trabajan con las carretas provienen de diversas partes de la provincia de Imbabura. Ellos piden apoyo a las autoridades para convertir a estas carretas en una forma de atracción turística.

Han mantenido varias conversaciones con los dirigentes provinciales, pero esta propuesta aún no se cristaliza. (I)

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