El auditorio del gobierno provincial se vistió de gala la tarde del pasado jueves, para recibir a unos 1.000 ciudadanos, quienes abarrotaron el teatro Lalama para descubrir y aplaudir las habilidades de las personas con capacidades especiales.

Trajes coloridos y disfraces se conjugaron con las caras de felicidad de  niños, niñas, jóvenes y adultos con alguna discapacidad y participaron en esa actividad que, desde hace siete años, se  realiza en Tungurahua.

Danza, música, canto, teatro y humor fueron las expresiones con las que más de un centenar de personas tributaron a la provincia en los 153 años de su aniversario. “Estamos muy contentos de que nuestro festival se mantenga como uno de los programas de mayor relevancia social en la provincia. Es el día en que se encumbra el trabajo de las personas con alguna dificultad física o intelectual y es, a la vez, la jornada en que podemos compartir con los demás nuestro esfuerzo e integrarnos como una sola comunidad”, afirmó Isabel Escobar, integrante de la Asociación de Pléjicos de Tungurahua (Asoplejicat).

El festival se efectúa a partir de 2006 con el auspicio del  gobierno provincial  y se ha constituido en un evento en el que ese segmento poblacional expone sus creaciones artísticas, a través de las cuales se puede observar el progreso que experimentan niñas, niños, jóvenes y adultos gracias al aprendizaje permanente de varias disciplinas y actividades que estimulan su intelecto, motricidad y otras destrezas.

“Me ha impresionado el desarrollo de  la gente en estos siete años del festival. Miro una evolución en todo lo que nos han mostrado hoy. Eso conmueve y nos hace reflexionar sobre la voluntad por mejorar cada día”, dijo Wilma Díaz, ambateña que asiste cada año con su familia al evento.

Veinticinco personas con varios tipos de discapacidad, integrantes del grupo Arco Iris, iniciaron el evento. Ataviados en camisas azul brillante, a viva voz y acompañados por la música del piano de su maestro, Carlos Cárdenas, cantaron el  emotivo tema “Ámame como soy”, canción oficial del festival,   compuesta por el  artista  Iván López Morán, quien produjo el tema para la edición 2012 y lo grabó  con la colaboración de varios ciegos de Tungurahua.

El mensaje del festival en las obras musicales fue el de lograr una sociedad inclusiva y tolerante, mientras que en las artes escénicas como la danza y el teatro, fue la revalorización de las tradiciones ancestrales y mestizas: el matrimonio Salasaca, la fiesta de San Juan del cantón Mocha y otras expresiones fueron expuestas con alegría y mucho orden sobre las tablas.

Ritmos como el sanjuanito fueron diestramente bailados por el grupo de danza especial Mushuc Alma, conformado por una delegación de personas con capacidades especiales de Tungurahua. Los hombres y mujeres ataviados con atuendos indígenas de la provincia y sobre sus sillas de ruedas, maravillaron a los espectadores con una coreografía  sincronizada y colorida.

El público, además de aplaudir a cada una de las 13 delegaciones, se mostró feliz de compartir la velada, en la que también bailaron al ritmo de una de las mejores orquestas del país y cuya fama ha trascendido incluso a nivel  internacional: la Orquesta de Ciegos del Ecuador (Ordeci), que fue la encargada de cerrar  el festival.