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El Telégrafo
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La Yumbada se combina con el Inti Raymi

Vestidos con coloridos y tradicionales trajes, los danzantes se despliegan por el parque central de Cotocollao.
Vestidos con coloridos y tradicionales trajes, los danzantes se despliegan por el parque central de Cotocollao.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
19 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Actualidad

El músico de la yumbada (mamaco) se movió ágilmente al ritmo del tambor y el pingullo (flauta corta). La danza del cabecilla de la Yumbada se realizó ayer en presencia de la luz del sol, que realzó el brillo de las plumas de colores, las huascas (collares) y la urcu chonta (lanza mayor).

Así se inició ayer el día principal de la fiesta ancestral ‘Yumbada de Cotocollao’, un festejo que se mantiene hace más de 60 años.

Como ocurre con otros rituales, esta celebración se caracteriza por combinar la tradición católica del Corpus Christi y del solsticio de verano, que es cada 21 de junio.

Los danzantes cumplen por varios procesos tradicionales. Primero, reciben la bendición para después colocarse su traje.

Después se realiza un baile en las casas de los priostes y finaliza con el ritual de la quema del castillo, explicó Fanny Morales, una de las líderes de la agrupación ‘La Danza de los Yumbos de Cotocollao’.

Morales heredó esta costumbre de Pedro, su padre, quien a su vez recibió la tradición de su abuelo.

Alrededor de 60 danzarines se entre mezclan pateando y pisando fuertemente el suelo, como una representación de agradecimiento a la tierra, a través de los movimientos del pañuelito y guangoporoto que sirven para eliminar la energía negativa y atraer la positiva, explicó Juan Palio, uno de los participantes.

El hombre contó que actúa en la yumbada hace 50 años porque es una actividad que lo tiene fascinado. “Mis abuelos y mis padres me delegaron esta tradición que la voy a dejar a mis hijos”, comentó.

Para el ritual, Juan llevó un pañuelo, una peluca, una gabillera y una chonta. Además bailó con una especie de capa de donde colgaban unos recipientes de madera parecidos a mates y que sonaron fuertemente durante el retumbe de los tambores.  El traje tiene un peso de alrededor de 50 libras.

José Osvaldo Tipán, quien baila hace 45 años, narró la importancia del ritual. “Se les llamaba yumbos a un grupo de comerciantes que intercambiaban productos”.

Aunque no está claro cuándo empezó a celebrarse la yumbada de Cotocollao, la familia Morales se ha encargado de preservarla.

En esta costumbre se suman varias personas, entre ellos Tipán, quien aseguró que también se trata de una devoción al sol para rendir culto a las tierras.

La música de banda de pueblo es otro ingrediente en esta costumbre. Para esto, se hacen presentes los 14 integrantes de la agrupación Cachicaldos de Cotocollao, que se presentan con los danzantes hace más de cinco décadas.

 Miguel Quishpe, integrante de la banda, explicó que para las fiestas de yumbadas tocan música danzante para el ritual.

Desde 1940, la agrupación compuso algunos temas específicos para el acto.  En su repertorio tocan un mosaico de melodías a cargo de trompeta, saxo y trombones.

José Miguel Quishpe, fundador de la banda musical (70 años), explicó que la presencia de la agrupación es su aporte ‘para preservar la tradición y que los jóvenes conozcan sus raíces ancestrales’.

Este festejo congregó a miles de personas de los sectores La Roldós, El Condado, La Legarda, Quito Norte, Colinas del Norte y otros.

Segundo Morán, habitante de la Mena del Hierro, confesó que asiste al acto hace 20 años por invitación de un amigo. Aunque su compañero ya no llega, él viene todos los años.

“Me encanta ver a la gente bailar y mirar a lo lejos los trajes que son muy bonitos”, dijo el ciudadano. (I)

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