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El Telégrafo
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Las ventas ambulantes son una constante diaria en vías como la Lizardo Ruiz (Cotocollao) y la calle ‘J’ (Solanda)

La reubicación de los comerciantes autónomos marcha con retraso en Quito

Las ventas ambulantes en el bulevar Lizardo Ruiz de Cotocollao empiezan desde las 06:00, pero se agudizan a partir de las 18:00 cuando los integrantes de la Policía Metropolitana se retiran. Foto: Archivo/ El Telégrafo
Las ventas ambulantes en el bulevar Lizardo Ruiz de Cotocollao empiezan desde las 06:00, pero se agudizan a partir de las 18:00 cuando los integrantes de la Policía Metropolitana se retiran. Foto: Archivo/ El Telégrafo
29 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

El Centro de Comercio del Comité del Pueblo, inaugurado hace 15 días en ese sector del nororiente capitalino, es parte del proyecto de ordenamiento de la ciudad heredado por la actual Alcaldía de Quito.

La operación de las flamantes instalaciones, sin embargo, no ha estado exenta de polémica.

La primera de ellas fue el tiempo que le tomó al actual ejecutivo capitalino concluir la construcción de la edificación. En mayo de 2014, esta registraba un avance aproximado del 95%.

El sitio tiene 4 pisos en los que actualmente trabajan 380 comerciantes, quienes antes usaban para desarrollar su labor las veredas de la avenida Jorge Garcés, la vía principal del Comité del Pueblo.

Esa cifra generó la molestia de los integrantes de algunas organizaciones de vendedores ambulantes, quienes reclamaban que todos sus compañeros fueran reubicados.

Además, los ocupantes del espacio se han mostrado inconformes con las instalaciones, porque sus locales no cuentan con las facilidades necesarias.

El área destinada a la venta de zapatos del primer piso carece de ventilación, por lo que los olores provenientes de la zona de comidas preparadas se filtran y generan molestias a usuarios y vendedores.

El área de venta de comida también carece de sistemas de ventilación, además, los vendedores no pueden cocinar los productos que ofertan y solo los calientan en hornos microondas.

DATOS

La administración municipal pasada tenía identificados a unos 6.800 trabajadores autónomos en la ciudad, de ellos, 3.850 fueron regularizados hasta mayo de 2014.

Dichas cifras han cambiado, pues las autoridades municipales que se ocupan del sector han manifestado que, en la actualidad, existen más de 9 mil vendedores ambulantes.

De aquellos, alrededor de 3 mil habrían participado en un nuevo proceso de legalización, lo que correspondería aproximadamente al 33% del nuevo universo con que negocia la Alcaldía.

La relación de los trabajadores autónomos con la administración de Mauricio Rodas ha sido tensa. Los vendedores ambulantes han protagonizado unas 7 manifestaciones en protesta, entre otras cosas, por supuestos maltratos de la Policía Metropolitana.
Leonor Chicaiza, quien vende jugos, dijo que siente inquietud, pues en los mesones de su puesto no hay puertas ni vidrios para proteger las frutas y los utensilios.

Muchos de los puestos de las 3 plantas restantes tampoco cuentan con suficiente iluminación. Ana Valdiviezo, integrante de la Asociación 2 de Abril, comentó que una de sus preocupaciones es el tema de la seguridad, pues los puestos no tienen puertas. María Gualinango, otra vendedora, relató, por ejemplo, que en las noches protege lo mejor que puede su mercadería tapándola simplemente con costales.

Otra deficiencia es la falta de elementos para colgar la ropa de calle. Valdiviezo, por ejemplo, lleva varios días improvisando maderas y cordeles para el efecto.

Estas situaciones generaron que se produjeran manifestaciones de protesta por parte de las asociaciones 18 de Agosto, 2 de Junio y Pachakutik.

Los problemas, sin embargo, no se centran en la zona nororiental capitalina. El proyecto de reubicación de comerciantes de esa área tiene un mellizo en la avenida Michelena, ubicada al sur de la ciudad.

Cerca de allí se construye la Plaza Comercial Michelena. La obra, sin embargo, registra poco avance. Ello ha generado que, por momentos, el espacio sea utilizado por mendigos y malvivientes para cometer delitos y el consumo de sustancias como alcohol y drogas.

En julio pasado, personal de la Administración Zonal Eloy Alfaro señaló que los estudios técnicos para reestructurar el proyecto, que habría tenido fallas, habían concluido y que el llamado para la reconstrucción del sitio se encontraba en el Portal de Compras Públicas.

Por aquel entonces estaba previsto que máximo hasta mediados de agosto existiera un contratista y que a inicios del mes que se aproxima unos 200 comerciantes hubieran sido reubicados.
Sin embargo, hasta el momento no consta ningún proceso para contratar a un nuevo constructor en la página web del Sistema Nacional de Compras Públicas (Sercop).

La plaza comercial tendrá 6.000 metros cuadrados de extensión y está ubicada sobre la avenida Mariscal Sucre, entre Alonso de Angulo y Juan Tipantuña, a una cuadra de La Michelena.

La avenida Lizardo Ruiz, ubicada en el barrio Cotocollao, es otra zona que afronta problemas por la presencia de comerciantes informales.

Los trabajadores autónomos colocan sus puestos a partir de las 06:00 en esa importante arteria del norte capitalino.

Durante el día es posible encontrar allí ropa, zapatos, juguetes, comida y más. De esa forma, el bulevar se transforma en un mercado.

No solo los vendedores regularizados ocupan las aceras, sino también algunos que no pertenecen a ninguna organización.

“La cosa es peor en las noches, pues desde las 18:00, cuando desaparecen los integrantes de la Policía Metropolitana, la avenida se convierte en una feria; es difícil caminar por las veredas, pues los indígenas otavaleños extienden sus mercancías y al filo de las veredas se colocan más puestos”, dijo Amelia Herrera, moradora del lugar.

Esta situación no solo molesta a los vecinos, sino a los comerciantes que poseen locales a lo largo de la avenida. Y para cambiar el panorama, han enviado varios oficios a las autoridades municipales con el fin de pedirles que eviten la presencia de ambulantes, a los que acusan de hacerles competencia desleal.

“Los comerciantes informales se colocan frente a nuestros locales, nos tapan con sus carpas y eso provoca que las ventas bajen”, manifestó Eduardo Mera, quien trabaja en la zona desde hace 20 años.

De la misma manera, los habitantes del sector de Solanda (al sur de Quito) se quejan por el retorno de los vendedores autónomos a la calle José María Alemán, más conocida como la ‘J’.

Afirman que los vendedores callejeros desaparecieron del área solo mientras existía control de la Policía Metropolitana. (I)

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