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El Telégrafo
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La contratista tiene plazo hasta el 9 de junio para entregar las instalaciones en funcionamiento al 100%

La planta de tratamiento de aguas residuales está en período de calibración

La planta de tratamiento de agua servidas de Quitumbe cuenta con 10 años de garantía en operatividad.
La planta de tratamiento de agua servidas de Quitumbe cuenta con 10 años de garantía en operatividad.
Foto: Miguel Jiménez/El Telégrafo
14 de enero de 2017 - 00:00 - Verónica Endara

La planta de tratamiento de aguas residuales de Quitumbe, construida por la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), entró en funcionamiento a manera de prueba en diciembre. No obstante, el arranque de las operaciones estaba previsto para mayo del año anterior.   

Al momento, la planta se encuentra en un período de operación asistida, que consiste en calibrar los equipos con agua clara, agua transparente sin orgánicos, obtenida de dos pozos perforados en el lugar.

Esta etapa de graduación de las maquinarias durará alrededor de un mes. Aproximadamente en 15 días o un mes se mezclará poco a poco el agua limpia con el agua residual.   

Eseico S.A., empresa encargado, tiene hasta el 9 de junio para entregar las instalaciones funcionando y hasta el 9 de julio para comprobar que el agua sale de acuerdo con los parámetros requeridos.

Según José Burbano, Subgerente de Construcciones de Epmaps, el aumento del plazo para la entrega de la obra se debe a que hubo retrasos en la negociación de un pedazo de terreno que pertenecía a la Federación Nacional de Cooperativas de Transporte Interprovinciales.

Este terreno corresponde al 15% del total de la obra, la cual tiene una extensión de 1,5 hectáreas aproximadamente. Cuando se llegó a un acuerdo, en ese terreno se construyó el edificio administrativo, los parqueaderos y los clarificadores de lodo.    

Después de equilibrar las máquinas iniciará un proceso de siembra de bacterias, el cual estará listo en 4 a 6 meses.

Las bacterias serán ubicadas en 2 tanques cuya capacidad suma 7.000 metros cúbicos. Los microorganismos consumen la parte orgánica que se encuentra en el agua y dejan el humus. El agua blanca es tratada con rayos ultravioleta y se la envía a la quebrada Shanshayacu.

El agua llega desde la quebrada Ortega, ubicada en el barrio La Ecuatoriana, al sur de la capital. El proceso de tratamiento de agua residual tardará alrededor de una hora y media. La planta recibirá 10 litros por segundo.  

Además de la ampliación del plazo de entrega, también se dio una variación en el precio final de la obra. Según Burbano, el costo total de la planta fue de $ 13 millones, mientras el presupuesto referencial con el que se firmó el contrato fue de $ 12’300.000.

Una de las razones para el aumento del costo, explica Burbano, es porque en el presupuesto inicial no se habrían considerado 5 sopladores de tornillos, que son la parte principal de toda la infraestructura, pues son los que dan la fuerza para inyectar el oxígeno para que las bacterias puedan vivir.

En la lista inicial de cantidades, continúa el funcionario, pusieron sopladores de lóbulos, pero el fabricante no los recomendaba porque a 2.800 metros sobre el nivel del mar estos se podrían recalentar produciendo daños.

En cuanto al olor, actualmente no se percibe ningún cambio, aunque se debe considerar que aún no llega el agua residual con la que se va a trabajar las 24 horas del día.
“No digo que al inicio se garantice 100% que no haya olores, pero no serán olores penetrantes ni olores con lo que se diga que se dañó el ambiente”, comentó Burbano.

La Epmaps tiene la meta de descontaminar los ríos y las quebradas de la capital en esta primera etapa, desde el Sur hasta El Trébol, para finales de 2018 o inicios de 2019. Según Burbano, para cumplir este proyecto se requerirá una inversión aproximada de $ 100 millones.

El Municipio de Quito tiene por objetivo descontaminar todos los cauces y quebradas de Quito; un proyecto que, recuerda Burbano, viene de administraciones municipales anteriores.

Tratamiento de agua residual

El líquido llega a la planta de tratamiento en Quitumbe a 9 metros de profundidad. La primera fase es el cribado, que consiste en la retención de la basura gruesa como botellas, papel, etc., así como grasas en rejillas de distintas dimensiones. En esta etapa también se asientan las partículas de arena.

El agua pasa a la fase de tratamiento biológico. En dos piscinas de 10 metros de altura, con agua solo hasta los 7,50 metros, fluye desde abajo oxígeno para activar las bacterias encargadas del tratamiento biológico. Parecería que el agua hierve en los tanques.

Posteriormente, el líquido pasa por un proceso de clarificación, en el que se separa el lodo. Después, el líquido transparente pasa por unos rayos UV y, si fuera necesario, pasa a una fase donde se le aplicaría hipoclorito de sodio.

El lodo sobrante es deshidratado en otros tanques. Este lodo se convierte en humos, el que puede ser utilizado como abono orgánico. Si no hay alguna empresa interesada en comprar este residuo se lo ubicará en los botaderos de la ciudad.  

Finalmente, el agua tratada sale de vuelta a la naturaleza, a la quebrada Shanshayacu, afluente del río Machángara. (I)

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