Precisamente los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman se plantean tal propósito: ir por los trazos de Van Gogh en su película Loving Vincent (2017).

Una obra monumental en cuanto a lo estético, aunque convencional en su trama de tono detectivesco.

La historia es alrededor del hijo de un cartero que debe entregar una carta de Van Gogh dirigida a su hermano Theo, misiva que nunca llega ya que el destinatario no puede ser hallado.

El portador de la carta entonces inicia una pesquisa para saber por qué el pintor impresionista se habría suicidado.

La cuestión irresuelta está en que aquel se habría disparado en el estómago más no en la cabeza como cualquier suicida.

La indagación se hace con los conocidos y gente que rodeó los últimos meses a Van Gogh. El convencimiento de que el pintor era un enfermo con tendencia al suicidio parece tapar cualquier otra evidencia que el argumento de la película trata de sacar a luz.

La trama detectivesca, tal cual está planteada, permite hacer flash backs y, con ellos, tratar de conocer parte de la vida de Van Gogh. Sí: aquí comprobamos que es un pintor solitario, enamorado de su arte, incomprendido, sujeto de la burla de los vecinos; además sabemos de la relación con su hermano y la frustración de saber que su obra no es apreciada, por lo que la carta, la última, la que nunca llega, parece ser una explicación y una especie de reclamo.

Sin embargo, lo que alza a la película, a ratos artificiosa por los flash backs, por unos diálogos harto cansones, es la simulación estética del cuadro impresionista.

Loving Vincent es una película cuyos planos fueron estructurados como cuadros y, en la posproducción, pintados a mano por más de una centena de artistas. El efecto es que, desde el inicio, con la noche estrellada, con los trazos gruesos, como si estuvieran siendo pintados por el artista, nos adentramos a su obra y lo que esta implicó: la experiencia de un instante de vida.

Y esto nos deriva también al carácter del pintor: no interesa tanto su biografía, ni el motivo de su muerte, sino la impresión que deja su ausencia. (O)