El Telégrafo
Ecuador / Domingo, 24 de Agosto de 2025

Estoy convencida de que ser madre es una hermosa experiencia, que cambia la vida por completo, pero también es una de las mayores responsabilidades y desafíos que en la actualidad enfrenta una mujer en su ideal de hacer lo mejor; y con el menor tiempo disponible. Nuestra formación académica es mayor, manejamos nuestros propios ingresos económicos, lideramos grupos; pero se nos hace más difícil comprender y guiar a nuestros hijos en un mundo tecnológico y una sociedad ‘resquebrajada‘ que nos desafía a diario y nos pone a prueba.

La misión es más complicada aún porque nuestros hijos -conforme crecen- acceden a un mundo cibernético que ofrece todo tipo de información. Además las drogas y otros vicios están en la puerta de sus colegios. La adolescencia quizás es el punto más conflictivo para ellos y para nosotras también porque quieren tomar sus propias decisiones, sin meditar en las consecuencias y menos escucharnos.

Por momentos no sabemos qué hacer, ni cómo actuar para responder al manual de que los adultos somos los llamados a reflexionar. Por eso necesitamos una guía que nos permita educar para esta nueva sociedad, que nos ayude a manejar el torrente de emociones que tenemos. Por ello es urgente establecer una verdadera escuela de padres en la que recibamos las más elementales herramientas para una crianza positiva; y con el asesoramiento de especialistas en educación, pedagogía y sicología podamos formar una mejor empatía con los seres que más amamos. Solo así podremos construir un presente y futuro mejor para la humanidad. Porque la teoría no es igual a la práctica. (O)