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El Telégrafo
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Patricio sevillano pide la intervención de las autoridades

Un periodista de Carchi describe la precarización laboral en 2 medios

Un periodista de Carchi describe la precarización laboral en 2 medios
22 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Política

Patricio Sevillano Monteros tiene 42 años. Es periodista, graduado en la Universidad Central de Quito, pero ha ejercido la carrera en Carchi. Harto de la precarización de su trabajo ha escrito una carta en la que cuenta sus vivencias.

Está preocupado por su familia porque cada día se le hace más difícil mantenerla. “Como toda persona que llega a obtener un título sueña con ingresar a una empresa, en mi caso, a un medio de comunicación. Laborar con entusiasmo, poner en práctica todo lo aprendido y llevar el pan del día a casa”, cuenta el reportero sobre sus ideales.

“Por 5 años laboré en diario La Hora, ganaba unos $ 400 mensuales. Me acostumbré a trabajar a presión. Desde tempranas horas de la mañana hasta altas horas de la noche y de lunes a domingo. Cuando tenía que salir 2 días cada 15 a visitar a mi familia, dejaba adelantando las páginas. Los feriados significaban más horas de trabajo porque se efectuaban suplementos y no nos reconocían por esa labor”, describe. Como los periódicos circulan todos los días, las redacciones funcionan permanentemente, las 24 horas, los 7 días de la semana.

Cuando llega un feriado o fin de semana, se activa lo que se denomina “la guardia”, que es un grupo de periodistas de turno dedicado a cubrir las noticias del momento. Pero quienes descansen, antes de irse, deben dejar listo reportajes que se publican los días de descanso, cuando las noticias son pocas, pero las páginas se mantienen. Eso ocasiona un incremento en el trabajo diario, que en algunos medios no es reconocido como “hora extra”.

“El señor presidente de la República, Rafael Correa, explicó que los profesionales deberían ganar $ 800, a mí me dio mucha alegría. Pensé que mi esfuerzo de estudiar de manera presencial en la universidad, valió la pena. No obstante, esa alegría duró poco. A pocos días de la declaración del Primer Mandatario, llegaron los directivos de la empresa y con prepotencia nos presionaron a que eligiéramos el despido o la renuncia y que debían decidir ese mismo instante”, recuerda Sevillano en su escrito.

“Los 3 compañeros nos quedamos atónitos. Nos explicaron que si renunciábamos nos pagarían $ 2.000 y trabajaríamos con contrato nuevamente. Además, laboraríamos a medio tiempo; sin antes, aclararnos que no estaban dispuestos a pagar esa cantidad de dinero que declaró el Gobierno y más bien era de $ 560 para los profesionales y $ 400 a los no titulados. Aceptamos esa propuesta por no quedarnos sin trabajo”, cuenta.

Cuando el Gobierno elevó los salarios de los periodistas, el Ministerio de Relaciones Laborales realizó inspecciones para velar con el cumplimiento del alza salarial. La situación era más crítica en las provincias, donde la precarización en el trabajo de los periodistas es más grave que en Quito y Guayaquil.

“No obstante, conforme avanzaban las semanas y meses, se comprobó el engaño. El tiempo que trabajábamos era el mismo de antes porque el número de páginas jamás nos disminuyeron y el tal mentado medio tiempo nunca se hizo realidad. Nos obligaron a firmar a las 17:00, hora de salida cuando comúnmente salíamos a las 20:00 o 21:00. De los $ 2.000 que nos ofrecieron tan solo nos pagaron $ 1.000. Reclamamos ese dinero faltante, averiguamos por la persona que nos prometió cancelar pero manifestaron que dicho directivo ya no laboraba por lo que la empresa se deslindaba de responsabilidades”, explica el periodista.

Las cosas se complicaron más para Sevillano cuando un compañero de él renunció. La vacante nunca fue reemplazada y el trabajo sin responsable fue distribuido entre quienes quedaron, sin ningún tipo de reconocimiento salarial. “Optamos por renunciar de manera masiva”.

En el nuevo trabajo la situación fue la misma. “En tiempos de campaña me obligaron a que difunda de otro movimiento y que jamás se saque de Alianza PAIS”, cuenta sobre la censura.

Por eso abandonó ese medio, que prefiere no identificar. Otra vez sin trabajo lo llamaron del primer medio donde había estado. Decidió entonces volver. “Me prometieron sin firmar ningún documento a pagar $ 500. No obstante me pusieron condiciones. Que enviara la información de un negocio de internet que no sea de la oficina del diario y que no me pagarían por la movilización. A pesar de aquello acepté”, reconoce.

Pasó 2 meses sin sueldo. Llegaron los directivos a Tulcán y convocaron a una reunión y manifestaron que el sueldo era de $ 340, el cual lo debían cobrar con factura. Es decir no estaban enrolados por lo que no tenían beneficios como seguridad social y décimos. No aguantó y volvió a renunciar.

“A veces me siento tan impotente de no saber qué hacer y por eso recurro a esta instancia a fin de que se investigue no solo en mi caso, sino de muchos compañeros que viven en la misma o en la peor situación que la mía al interior de los medios de comunicación. No es posible que los dueños de los medios, en especial, de aquellos que se creen independientes, atropellen de esa manera a los comunicadores. Estos individuos toman a la radio, prensa o televisión como un negocio de papas donde solo buscan sus intereses y se llenan los bolsillos de dinero”, critica.

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