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En la Villa, que aloja a casi 10.000 personas, 12 perros se turnan en períodos de una hora y media cada uno

Los atletas se relajan y cortan el estrés competitivo a base de caricias caninas

Un grupo de voluntarias de la ONG St. John Ambulance pasea en la Villa junto a los canes terapéuticos. Fotos: AFP
Un grupo de voluntarias de la ONG St. John Ambulance pasea en la Villa junto a los canes terapéuticos. Fotos: AFP
26 de julio de 2015 - 00:00 - Agencia AFP

‘Demi’ tiene 9 años, el pelo negro y unos plácidos ojos marrones. Nada le gusta más que conocer gente nueva, compartir con ellos su energía sin límites y, de paso, echar una mano a quien lo necesita. Ella sabe quiénes son, y en la Villa de los atletas de Toronto esta retriever no se guarda ningún abrazo.   

Por primera vez en un gran evento deportivo, 125 perros terapéuticos están presentes en todas las sedes panamericanas para ayudar a los atletas a relajarse y cortar unos minutos con el estrés competitivo a base de caricias peludas.  

A unos pasos de ‘Demi’, que aprovecha el calor que le brinda la sobremesa para estirarse plácidamente a la sombra, está Margo, una sonriente consultora de una multinacional que hace cinco años comparte su vida con esta perra que nunca deja de mover la cola.

Hace dos, ambas participan en el programa de voluntariado con perros terapéuticos de la ONG St. John Ambulance, que lleva funcionando más de 20 años en Canadá y ya cuenta con 3.000 voluntarios.

Los candidatos deben ser mayores de un año y pasar un proceso de selección en el que se evalúa su capacidad para adaptarse a entornos y personas desconocidas.

“Los perros ven tu interior. Ellos no juzgan y no discriminan si el atleta ha ganado una medalla de oro o si ha sido el último. Sea como sea, ellos van a estar igual de contentos”, cuenta Margo mientras una trabajadora de la Villa y un grupo de atletas se acercan a acariciar a ‘Demi’.

Una deportista canadiense se toma una fotografía con 2 de los 12 perros que fueron seleccionados para ayudar a los atletas a combatir el estrés.

Energía perruna

Un poco después, mostrando las mismas camisas blancas para ellas y pañoletas con su nombre escrito para los perros, llegan ‘Enzo’ de la mano de Virginia y ‘Mr. Darcy’ con su dueña Marilyn.

En la Villa de los atletas, que durante los Juegos aloja a casi 10.000 personas, doce perros en dos turnos de hora y media han puesto sus mullidos lomos al servicio de quien ha querido pasar un rato con ellos.    

“El otro día, un deportista salió a comprarse una bebida energética, se encontró con nosotros y se sentó en el suelo a abrazar a ‘Demi’. Después de un rato dijo que ya no necesitaba el refresco, que ya tenía la energía que necesitaba”, relata Margo, con una voz tan suave como la peluda papada de ‘Demi’.   

Allison Beveridge, ciclista del equipo canadiense, necesita matar la nostalgia y se hace un hueco entre ‘Enzo’ y ‘Mr. Darcy’. “Es la primera vez que veo aquí a los perros y me parece genial poder relajarse con ellos. Yo tengo uno en casa, pero hace siete semanas que estoy fuera y, aunque no hay nada que le sustituya, es genial tener a un amigo animal cerca”, afirma Allison.                  

Varias investigaciones científicas han estudiado las reacciones positivas que registran los humanos al interactuar con sus socios caninos. En abril, la revista Science publicó un artículo que relacionaba la generación de oxitocina -la hormona del amor- con el contacto visual entre dueños y perros.   

No es raro, entonces, que en su experiencia como voluntarios en hospitales infantiles, residencias de ancianos con alzhéimer o centros oncológicos, ‘Mr.Darcy’, ‘Demi’ y ‘Enzo’ hayan vivido momentos increíbles.

“Visitamos a un paciente con alzhéimer que había olvidado cómo hablar, pero cuando vio a ‘Demi’ le vino un fuerte recuerdo de sus perros, que habían sido muy importantes para él, y comenzó a hablar de ellos”, relata emocionada Margo, que decidió hacerse voluntaria cuando su madre, también enferma de alzhéimer, empezó a recibir una asistencia similar en Australia.  

“Desde entonces, la familia del paciente va a visitarlo cuando va ‘Demi’ para poder escucharle de nuevo. Solo vuelve a hablar cuando llega ella”, concluye.  

De sus horas en la Villa, sin embargo, se queda con el recuerdo de una atleta que nunca había acariciado a un perro porque en su país son peligrosos, y que acabó abrazándose a ellos tras una hora de lenta aproximación.

“Cuando los vemos, nos acercamos y los acariciamos. Nos pone de buenas abrazar el perrito y jugar con él. Estar con ellos te distrae mucho, te quita la tensión, el perro te ayuda a pasarlo mejor”, cuenta Manuela Zavala, jugadora del equipo mexicano de balonmano.

Como los atletas, ‘Demi’, ‘Mr. Darcy’ y ‘Enzo’ acaban sus jornadas agotados. Pero nunca hay nada demasiado grave para que dejen de mover sus colas. (I)

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