Ecuador tiene lugares desconocidos y con nombres que quizá nunca antes escuchaste. Uno de ellos es Guasaganda, una parroquia rural ubicada a 30 minutos de La Maná, en Cotopaxi. Llegar al lugar es casi imposible a bordo de un transporte interprovincial, hay camionetas que cobran $ 1 por persona y los taxis alrededor de $ 10 por el traslado.

El camino es irregular y de piedras, pero el paisaje es inspirador: está rodeado de afluentes de agua y espesa vegetación de distintos colores. También es posible observar los imponentes ríos Guasaganda y Quindigua.

De ellos se derivan varios afluentes que forman a su vez los ríos Mandila Grande y Chico. Precisamente los ríos son el problema y la fortaleza de Guasaganda.

Primero porque tal cantidad de agua permite que existan filtraciones. Para evitar los deslaves, la comunidad ha construido pasos de agua. En el sitio hay 14 de estas estructuras en sus 16 afluentes.

Pero la presencia de agua también se convierte en una bendición a la hora de cosechar la tierra. La calidad del pasto es tan buena que el 75% de los pobladores se dedica a la cría de animales, lo que se complementan con cultivos de yuca, naranja, cacao o fréjol.

Su clima es subtropical y la mayor cantidad de sus habitantes son descendientes de otros pobladores de la Sierra.

En el lugar hay 5 mil habitantes, aunque en el censo de 2010 se registraron 3.900. Uno de los fundadores de Guasaganda, que se parroquializó oficialmente el 25 de mayo de 1977, es Sergio Aldaz. Él llegó al sitio en 1963, cuando los terrenos pertenecían al desaparecido Ierac (Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización).

Guasaganda está compuesta por 19 recintos y la mayoría de sus habitantes pasan la gran parte del día cuidando el ganado o los cultivos, por ello la cabecera parroquial permanece casi desierta.

A pesar de ser una parroquia rural que cuenta con todos los servicios básicos, como agua, luz, teléfono e internet, no hay señal de celulares. La vialidad también es una de sus deficiencias. En las vías, la mayoría lastradas, se pueden observar cabezas de ganado que son pastoreadas por los habitantes.

Debido a la abundancia de ganado en la zona, desde 2012 se implementó un centro de acopio de leche, que lleva el mismo nombre de la población.

Gracias a este centro los pequeños productores no usan los intermediarios y obtienen precios justos por el producto.

Corrales cuenta que antes de que funcione el centro, los ganaderos recibían entre $ 0,29 y $ 0,30 por litro. Al inició en el centro se pagaba $ 0,38 y actualmente $ 0,45 por cada litro del lácteo.

La comunidad entrega diariamente 3.000 l a Toni y Rey Leche, aunque es poco comparado con los 14.000 l que se producen en la localidad.