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Se implementa la Carta Magna de 2004 y se prepara una reforma constitucional

Unión Europea se apunta un triunfo en Ucrania

Un manifestante antigubernamental habla con los agentes de policía de Lviv, al oeste de Ucrania y no lejos de la frontera polaca. Foto: EFE
Un manifestante antigubernamental habla con los agentes de policía de Lviv, al oeste de Ucrania y no lejos de la frontera polaca. Foto: EFE
22 de febrero de 2014 - 00:00

El presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, y los tres líderes de la oposición parlamentaria firmaron el acuerdo para solucionar la crisis después de tres meses de protestas antigubernamentales atizadas por violentos disturbios que han dejado casi ochenta víctimas fatales.

El pacto cumple la mayoría de las demandas de la oposición y contempla la convocatoria a elecciones presidenciales anticipadas para diciembre, la conformación de un gobierno de unidad nacional y el restablecimiento de la Constitución de 2004, que ayer aprobó el Parlamento, que limita los poderes presidenciales y otorga a los legisladores el derecho de nombrar ministros clave.

De esta forma, ahora será la Rada Suprema la que nombre al primer ministro y forme un nuevo Gobierno de transición hasta las elecciones, además de que los titulares de Defensa e Interior, los responsables de las fuerzas de seguridad y la Fiscalía dejarán de depender del presidente. El siguiente punto es la elaboración de una reforma constitucional hasta septiembre.

El acuerdo, que llega después de negociaciones maratonianas en las que participaron también los ministros de Relaciones Exteriores de Francia, Alemania y Polonia, y un representante de Rusia, constituye un triunfo para la Unión Europea (UE), que con Estados Unidos como aliado, se disputa con Moscú sus intereses económicos en territorio ucraniano.

La UE y Rusia realizan chantajes sistemáticos a Ucrania, ofreciéndole tratados y acuerdos excluyentes, donde a menudo, una de las condiciones para firmar dicho acuerdo incluye la ruptura de las relaciones con la otra potencia. Esta vez no fue diferente, asegura la española María José Pérez, experta en relaciones internacionales y países del este.

En efecto, para presionar a un acuerdo, los ministros europeos de Relaciones Exteriores acordaron una primera tanda de sanciones económicas contra los responsables, entre ellas, cancelar visados y congelar los haberes.

Por su parte, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió a Yanukóvich que el gobierno de su país estaba dispuesto a imponer sanciones a los funcionarios que ordenaron disparar contra los manifestantes opositores.

Las protestas antigubernamentales estallaron hace tres meses, después de que el Gobierno ucraniano suspendiera la firma de un Acuerdo de Asociación con la UE y apostara por restablecer relaciones comerciales plenas con Rusia. La decisión fue rechazada por grupos pro-europeístas que se tomaron las calles.

El acuerdo que ofrecía la UE no suponía una posible ni cercana adhesión de Ucrania, ni tampoco la apertura del espacio Schengen a los ciudadanos ucranianos. Este acuerdo obligaba además a Ucrania a romper las relaciones comerciales con Rusia (que suponen gran parte del mercado del país), a cambio de una ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y una serie de medidas como la reducción del déficit presupuestario (los conocidos “recortes”), congelaciones salariales, subida de las tasas del gas, lo que se traduce en la subida de la factura de la luz en un 40% para los ciudadanos y la limitación del papel del Estado en este sector (privatización), así como la apertura de sus mercados interiores a los productos europeos. Pérez precisa que sin ser miembro de la UE, esto supone para Ucrania una situación vulnerable frente al dumping europeo que presenta unos precios muy por debajo de lo que los productos nacionales se pueden permitir.

En tanto, la oferta rusa, aunque también implicaba un distanciamiento de la Unión Europea, repercutía en unas mejores condiciones para el país, por lo que fue la opción por la que el presidente se decantó. Además de una ayuda económica similar a la ofrecida por el FMI (15.000 millones de dólares), Rusia proponía unos acuerdos sobre el suministro de gas que supondrían una bajada considerable del precio del gas para el ciudadano y la pertenencia a la Unión aduanera que Rusia tiene como Bielorrusia y Kazajastán, un mercado potencial muy rentable para Ucrania.

La analista explica que este ha sido el motivo por el que Europa se ha puesto de parte de los manifestantes, no porque se trate de un régimen autoritario. Según la profesora, se trata de un juego geoestratégico para hacer caer a Ucrania y provocar un cambio de gobierno que le sea favorable. “Conflictos y protestas similares ha habido en otros países europeos, como Grecia o Serbia, y en ningún momento la Unión Europea se posicionó como ahora”, explica esta experta, “claro que entonces las protestas eran contra los recortes y reformas que venían en cierta medida impuestas por Bruselas”.

Pero la batalla de Ucrania tiene veinte años de historia desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991. “Sin Ucrania, Rusia nunca podrá volver a ser una gran potencia”, decía a finales de los 90 el estadounidense Zbigniew Brzezinski, que ponía como objetivo occidental integrar Ucrania en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el año 2010.

La máxima de Brzezinski se resume en dos datos. Sumados los PIB (Producto Interno Bruto) de Rusia, Ucrania y Bielorrusia se consigue más del 80% de la potencia económica del espacio possoviético y una población de 200 millones, lo que permite afirmarse como un polo geoestratégico estable en el mundo multipolar. Impedir esta integración es un objetivo estratégico compartido por Estados Unidos y la UE en su cruzada contra los países emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), afirma el periodista Rafael Poch, quien analiza en la web Directa la situación del país de Europa del Este.

Poch afirma que para Alemania, potencia dirigente de la UE, Ucrania siempre ha sido la clave del dominio europeo centro-oriental. En las dos guerras mundiales, fue objetivo primordial de sus ejércitos. Hoy, su mercado de 45 millones de personas es objetivo de sus consorcios. Pero Berlín también tiene una relación energética y comercial importante con Rusia y, por tanto, su política es necesariamente dual: por un lado, tiene una dependencia considerable del gas ruso, y por otro, se alinea con su socio-vasallo polaco en la política de contención-integración del espacio exsoviético.

El gasoducto
Ucrania depende de Rusia para el abastecimiento de gas y por su territorio pasan gasoductos que transportan gas ruso a la UE.

Muchos analistas creen que la crisis del gas entre 2006 y 2009 fue una consecuencia de las tensiones políticas que ya entonces había en Ucrania, entre acercarse más a Rusia o a la UE. Esas tensiones estaban en el corazón de la Revolución Naranja de 2004, en la que el actual presidente, Viktor Yanukóvich perdió poder, al tiempo que ascendieron líderes más favorables a Occidente, como Viktor Yuschenko y Yulia Tymoshenko. Pero esos políticos no lograron satisfacer las expectativas populares, lo que llevó a que Yanukóvich ganara las elecciones en 2010, dijo a la BBC el editor internacional de la revista The Economist, Edward Lucas.

Rusia es además el principal socio comercial de Ucrania.

En 2012, según cifras del Servicio Estatal de Estadísticas de Ucrania, las exportaciones del país a Rusia fueron de $ 68.800 millones, mientras importó un valor de $84.700 millones de su vecino.

Entretanto, los intercambios con la UE representan un tercio del comercio exterior de Ucrania. El país exportó $20.000 millones al bloque, del que compró productos y servicios por $32.600 millones, según cifras de la Comisión Europea.

Datos

El Parlamento de Ucrania aprobó ayer una legislación que podría abrir la vía para poner rápidamente en libertad a la exprimera ministra Yulia Timoshenko, en prisión en Jakov, este de Ucrania.

La investigación sobre los recientes actos de violencia será realizada bajo una supervisión conjunta de las autoridades, la oposición y el Consejo de Europa.

El Parlamento también adoptará la amnistía para los detenidos durante las protestas violentas de los últimos días y los opositores deberán entregar las armas ilegales a los organismos del Ministerio del Interior.

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