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Sirte, de bastión de un dictador a refugio de yihadistas en Libia

Combatientes del Consejo Nacional de Transición de Libia se trasladan en medio de una tormenta de arena en la ciudad de Sirte.
Combatientes del Consejo Nacional de Transición de Libia se trasladan en medio de una tormenta de arena en la ciudad de Sirte.
Foto: AFP
05 de febrero de 2016 - 00:00 - AFP

Sirte, ciudad natal y bastión del dictador libio Muamar Gadafi durante cuatro décadas, se convirtió en un año en un nido del grupo yihadista Estado Islámico (EI). Libia está a menos de 300 kilómetros de Europa.

Desde junio de 2015, la bandera negra del EI ondea sobre los edificios públicos de esta ciudad portuaria. A partir de ese momento los yihadistas cortan manos y cabezas en público.

Los radicales recorren las calles en vehículos todoterrenos para asegurarse de que los hombres respetan las horas de oración y las mujeres no salen solas. “La situación es dramática. La vida civil ha desaparecido y se aplica a los habitantes las sentencias que vemos por televisión en Siria y en Irak”, dice un responsable municipal elegido antes de la llegada de los yihadistas. Este hombre, que quiere mantener el anonimato por motivos de seguridad, huyó de la ciudad.

“De los 180.000 habitantes, los que se quedaron en ella son rehenes del miedo y del terror”, añade. Denuncia la indiferencia de las autoridades rivales (en Libia hay dos gobiernos opuestos) por el calvario de esta ciudad situada a 450 km de la capital, Trípoli.

El EI ha transformado esta urbe en una base de entrenamiento de yihadistas libios y extranjeros. Los europeos temen que con su puerto y aeropuerto se convierta en una plataforma para ataques en su territorio.

Según un responsable de uno de sus distritos, que también pide conservar el anonimato, el EI quiere convertir Sirte en “una guarida yihadista importante”. “Los escolares de corta edad, niños y niñas por separado, aprenden en el colegio lo que es la yihad, al igual que sus padres en las mezquitas”.

‘Sala Faluya’

Bajo su mandato, Gadafi quiso transformar su ciudad en un eje político. Intentó instalar en ella el gobierno y el Parlamento. Construyó salas de conferencias gigantescas y en 1999 vio el alumbramiento de la Unión Africana (UA).

Según el responsable de distrito, la más conocida de estas salas pasó a llamarse “Faluya”, en referencia a la ciudad iraquí controlada por el EI desde enero de 2014.

Antes acogía sesiones del Parlamento libio, cumbres árabes, africanas e internacionales. Ahora sirve para las “lecciones de religión” del EI. Los habitantes acuden “por miedo a ser sancionados”, cuenta la fuente.

En los videos sobre Sirte, el EI alterna las escenas cotidianas casi “normales” con las ejecuciones en público. En enero, 4 jóvenes fueron ejecutados públicamente tras ser acusados por el EI de “blasfemia y espionaje”. En un “reportaje” fotográfico de propaganda difundido el miércoles, los yihadistas afirman que ejecutaron a 3 hombres “por espionaje”.

Según el responsable municipal consultado, “37 personas fueron ejecutadas en Sirte desde la llegada del EI. Algunas son libias y otras árabes, como egipcios y marroquíes”.

Alrededor de 7.000 familias  huyeron de la ciudad, según las autoridades locales. La mayoría de ellas vive en Trípoli y en Misrata (200 km al este de Trípoli). Están “marginadas” y sufren “la indiferencia” del gobierno rival.

Sirte era la consentida de Gadafi pero después de su caída en 2011 pasó a ser una ciudad paria. El dictador libio se había refugiado en ella antes de morir y los habitantes lo protegieron antes de su captura. Quedó devastada por los combates entre sus partidarios y las milicias rebeldes.

Pese a la destrucción, los habitantes de Sirte prefirieron vivir entre ruinas que irse. Las nuevas autoridades libias nunca se preocuparon por reconstruirla, lo que le ha valido el nombre de ciudad “olvidada”. Una sensación de abandono que propició el asentamiento de islamitas radicales. (I)

Miles de sirios huyen de la guerra en Siria

Miles de personas huyen de la región de Alepo, sometida a una ofensiva del Ejército sirio contra los rebeldes con el apoyo aéreo de Rusia. En Londres la comunidad internacional prometía $ 10.000 millones en ayuda.

Alepo es uno de los últimos bastiones de la rebelión contra el régimen de Bashar al Asad, que está retomando con fuerza la iniciativa en la guerra civil en Siria.

Ese aumento de la presión militar provocó la suspensión de las conversaciones de paz que apenas acababan de empezar la semana pasada en Ginebra, bajo el auspicio de la ONU. Entre “60.000 y 70.000 personas” podrían buscar refugio en breve en Turquía para escapar a la ofensiva del régimen, advirtió el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, cuyo gobierno es hostil al poder de Damasco.

Davutoglu se expresó durante la conferencia de donantes de Londres, que se cerró con promesas de ayuda de más de $ 10.000 millones.

Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, 21 civiles, varios de ellos niños, murieron ayer en un bombardeo de barrios rebeldes de Alepo.

Esa ciudad es uno de los bastiones de los rebeldes moderados, que cuentan con el apoyo de Occidente. El otro bando que enfrenta Asad es el EI. (I)

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