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El Telégrafo
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la Central única de Trabajadores (CUT) advirtió que no permitirá un golpe de estado en la nación sudamericana

La oposición brasileña se moviliza en las calles para pedir la salida de Dilma Rousseff

Manifestantes participan en la protesta contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en Porto Alegre. Foto: AFP
Manifestantes participan en la protesta contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en Porto Alegre. Foto: AFP
17 de agosto de 2015 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

La manifestación opositora al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff no tuvo la concurrencia esperada por sus organizadores en el estado Sao Paulo, el corazón económico del país que es el bastión de la oposición, mientras que en otras ciudades como Brasilia, Belo Horizonte y Río de Janeiro el impacto callejero fue bastante menor que la realizada en marzo pasado, de acuerdo con analistas locales.

Los reclamos de la protesta fueron el pedido de juicio político contra la presidenta y la salida del Partido de los Trabajadores del gobierno; además se enalteció la figura del juez federal Sergio Moro, que desde la ciudad sureña de Curitiba comanda la operación contra la corrupción en Petrobras, que ya tiene a más de 20 empresarios y políticos en prisión. Hubo actos en más de 200 ciudades, pero el más expresivo resultó Sao Paulo.

El dirigente político que participó en forma activa en las protestas fue el presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aecio Neves, quien las convocó para impulsar la destitución de Rousseff y a favor de un golpe militar.

En Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais, ante unas 6.000 personas, Neves dijo que actuaba “como ciudadano”, motivado por la “indignación contra la corrupción”, en relación al escándalo investigado por el juez Sergio Moro de coimas pagadas por empresas en Petrobras para ganar sobreprecios y abastecer campañas políticas. Neves estuvo poco menos de 30 minutos, vistiendo una polo amarilla.

La fecha elegida para la protesta, 16 de agosto, tiene reminiscencias históricas, porque fue el primer acto, en 1992, contra el entonces presidente Fernando Collor de Mello, acusado de corrupción.

Uno de los 50 políticos investigados es el delfín político de Neves, el senador Antonio Anastasia, exgobernador de Minas Gerais. Sin embargo, el foco se encuentra en el PT debido a la detención del extesorero Joao Vaccari y el exjefe de ministros José Dirceu.

En todo el país los movimientos de ultraderecha que surgieron al calor de la investigación por corrupción y que piden la intervención militar y el juicio político se hicieron presentes. Ellos se llaman Ven Pra Rua, Endireita Brasil, Revoltados online y el pro monárquico Acorda Brasil. Aecio Neves, por ejemplo, subió a un camión del Movimiento Brasil Libre (MBL).

Estos movimientos son los principales partícipes de la ola conservadora que tiene como líderes a dos políticos ultraconservadores, Jair Bolsonaro, diputado que reivindica la dictadura, y Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados que le declaró la guerra a Rousseff. Cunha, además, está acusado de recibir 5 millones de dólares de sobornos en el caso de sobornos de Petrobras por parte de una empresa constructora.

En otro punto de Sao Paulo, en el barrio de Ipiranga, la contracara: un acto “En Defensa de la Democracia” organizado por los sindicatos frente al Instituto Lula, el centro de estudios del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva que sufrió un atentado de bomba hace dos semanas.

“Necesitamos la tolerancia y no la intolerancia, tenemos divergencias, empresarios y trabajadores, no va a haber un golpe y no lo permitiremos, inclusive con el pueblo en la calle”, dijo Vagner Freitas, titular de la Central Única de Trabajadores (CUT), brazo sindical del PT, en la puerta del Instituto Lula, ante miles de personas. (I)

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