Francia suma casi 800 efectivos en Malí en la operación que busca detener el avance de los rebeldes islamistas contra el gobierno local, pero ayer el presidente francés, Francois Hollande, anunció que el número de tropas podría incrementarse a 2.500 soldados para abrirles espacio a las fuerzas africanas. Ayer, los islamistas amenazaron con golpear “el corazón de Francia”.

Hollande advirtió que el despliegue de tropas prometido por la Unión Africana tardará más de una semana. Hasta entonces, el presidente galo confía en que los efectivos franceses y malienses puedan detener el avance insurgente.

El gobernante galo añadió que el objetivo de su ataque es “destruir o capturar” a los terroristas, pero señaló que Francia no tiene la intención de seguir durante mucho tiempo llevando el peso de la intervención.

Al momento Francia es el único que ha desplegado sus tropas en el país africano. Estados Unidos solo suministra información, mientras Reino Unido ayuda en el despliegue de los militares. Países como Níger, Burkina Faso, Senegal, Togo, Nigeria y Benín prevén respaldar al gobierno maliense con una tropa panafricana de 3.300 efectivos.

Pero la intervención militar francesa, cuyo gobierno dice basar su decisión en resoluciones de la ONU y en una solicitud de ayuda del gobierno de Malí, es cuestionada por medios diplomáticos y de prensa y comparada con la intención expansionista de la invasión a Libia el pasado año.

Esas fuentes coincidieron en que París pretende aplicar en países como Malí, estado rico en minerales valiosos como oro, uranio y piedras preciosas, una suerte de “recolonización” de sus antiguas posesiones africanas.

Egipto, por su parte, se pronunció contra cualquier presencia militar foránea, mediante una declaración de su presidente, Mohamed Morsi, al líder del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. La posición de El Cairo es muy similar a la anunciada por Argelia contra el envío de fuerzas extranjeras al vecino país, al menos mientras no sean agotados otros recursos negociadores, como una mediación para un acuerdo de paz.

El miembro del Colectivo Internacional Ojos para la Paz, Flavio Signore, opina que el verdadero objetivo de la intervención militar en Malí no es solo distraer la atención de los problemas internos, sino también apoderarse de los recursos naturales.

“Occidente claramente utiliza estos grupos de rebeldes, los arma y los desarma a sus anchas, los utiliza para desestabilizar a los países y después poder intervenir y de alguna manera controlar su territorio, los recursos económicos”, explicó para Russia Today.

Malí, anteriormente una colonia francesa, es un Estado sin litoral situado en África Occidental. Forma parte del llamado Sahel, zona de transición entre el desierto del Sahara, en el norte, y la sabana sudanesa, en el sur.

La crisis política en Malí comenzó el pasado 21 de marzo con la rebelión de elementos de las Fuerzas Armadas, que anunciaron la disolución de las instituciones gubernamentales y la suspensión de la Constitución.

Los rebeldes Tuareg del norte del país se valieron de esa coyuntura e iniciaron enfrentamientos violentos con el Ejército nacional. Esta situación fue aprovechada también por grupos extremistas que se han apoderado de gran parte del territorio nacional, lo que ha provocado el desplazamiento de más de 400 mil personas.

Los combates han dado paso a una presunta unidad entre rebeldes de los tres movimientos islámicos: Al Qaeda en el Magreb Islámico, Ansar Dine y el Movimiento para la Unidad y la Yihad en el oeste de África. Este último ayer reiteró su amenaza sobre posibles “consecuencias” dentro de territorio francés si continúa la intervención militar.

Ante las amenazas de los yihadistas, el gobierno francés ha elevado el nivel de seguridad y vigilancia en el país.

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